En
diferentes pueblos indígena/originarios de Abya Yala Sur, en estos
días, festejamos el “retorno” del Sol (luego de las noches más largas,
oscuras y frías) con abundantes ofrendas rituales de gratitud y
solicitud (en el marco del principio de reciprocidad).
¿Por qué celebramos la vuelta del Sol?
El
21 de junio, desde diferentes astronomías de los pueblos, está fijado
como el Solsticio de Invierno para el hemisferio sur. Y, en esta fecha
se realiza la ritualidad central del Inti Raymi (Fiesta del Sol, en
quechua) o Willka Kuti (Vuelta del Sol, en aymara). Y en los pueblos
amazónicos o entre los mapuches llevan diferentes nombres.
En
los valles de Cusco, Perú, donde nací, esa ritualidad lo realizaban mis
padres. Aún recuerdo los preparativos y salidas que hacían mis padres
hacia los barrancos más inaccesibles y solitarios, envueltos en una
atmósfera de “secretividad”, llevando consigo la ofrenda a quemar… “Inti
Wiraqhochaq kutimunampaq (para que vuelva el Señor Sol)”, solían
decirnos en voz baja…No había curas en el lugar, pero había temor de ser
descubiertos…
Mis padres eran originarios de la parte
alta del Cusco, y en esos lugares, en la medida que se aproxima el 21 de
junio, el frío es más gélido y las noches más largas. Esa parte de la
Tierra se ubica, en ese tiempo, en el punto más lejano en relación al
Sol.
Toda la vegetación se marchita por heladas. El ambiente se torna de color pardo oscuro, melancólico y solitario.
Es
en ese ambiente de ausencia de la vida y de la luz que se hacen las
ofrendas al Sol para que vuelva trayendo calor, luz y vida a la Tierra…
¿Por qué celebramos la llegada del año 5528 en el calendario lunisolar Andino Amazónico?
Detractores
de las fiestas del Año Nuevo Andino Amazónico indican que dichas
ritualidades serían un reciente legado del folclorismo de las ONG… Nadie
duda que este tercer sector abone o haya abonado la revitalización de
estas u otras expresiones culturales, pero decir que nuestras
ritualidades son “narrativa de ONG” peca de racismo e ignorancia por
parte de quién lo dice.
El 21 de junio pasado se celebró
la llegada del año 5528 porque, muy a pesar que existen diferentes
interpretaciones sobre el origen o inicio del calendario lunisolar en la
región andino amazónico, subsiste un consenso entre los hamaut’as
(sabios) que dicho calendario comenzó a corres 3508 años antes de
Cristo.
Para quienes desde los territorios defendemos y
ejercemos derechos colectivos, la precisión de las fechas son
importantes, más no primordiales. Nos interesa reconstruir/fortalecer
nuestras identidades como hijo/as de la Madre Tierra, reconciliarnos con
Ella, avanzar en la restitución política de los territorios indígenas. Y
para ello tiene que abonar las vivencias espirituales y rituales.
¿Cuáles son nuestros desafíos en el nuevo año?
Se
constata aún que las celebraciones rituales indígenas se agotan en el
folclorismo, espiritualismo o en selfie culturalista para atrapa un
like… Aunque también es innegable la potencia de la espiritualidad
andino amazónico para los conocidos procesos de la constitución del
sujeto colectivo sociopolítico de los pueblos indígenas, en especial
entre aymaras, mapuches…
En el Perú, “víctimas” de la
fallida reforma agraria, la gran mayoría de indígenas aún se niegan como
indígenas y se auto afirma como campesinos. Muestra de ello, en el
Perú, la fiesta del Sol, por ejemplo, lo celebran el 24 de junio (Día de
San Juan, o Día del Campesino). Así lo definió el etnofágico Estado
criollo peruano.
Esta situación de esquizofrenia
identitaria, se empeora a nivel colectivo por la “efervescencia” de la
racista industria del turismo que hace del indígena una pieza de museo
vendible/ consumible.
Entonces, ya no sólo nos negamos
como indígenas para asumirnos como campesinos y así buscar “acceder” a
la nacionalidad (peruana, boliviana, ecuatoriana…, aunque jamás como
ciudadano plenos), sino también nos convertimos en objetos culturales
para la consumopatía del turismo. No somos objetos. Somos runas. Somos
seres humanos dentro de la comunidad cósmica.
Por nuestras
condiciones materiales y simbólicas de subalternidad en las sociedades y
estados criollos o acriollados, nos agotamos aún en el victimismo.
Nuestras auto narrativas como “representantes” indígenas aún son
lamentos o quejidos buscando conmiseración en el auditorio…. Y no es
verdad. Nosotros somos subalternos, sí. Fuimos derrotados oficialmente,
sí. Pero nunca fuimos vencidos.
Y, ahora, ante la auto
derrota de la civilidad moderna, se constata que los proyectos de vida
(Buen Vivir) construidos por nuestros pueblos se constituyen en la
“piedra angular” para postergar la debacle climática planetaria
Para
ser indígena no es suficiente con hablar idiomas nativos, vestir
tejidos coloridos o remendados… Urge reconstruir nuestra
conciencia/identidad Tierra. Urge reconectarnos/reencantarnos con la
Madre Tierra… Urge iniciar/abonar procesos de retorno a nuestros
territorios para hilvanar comunidad humana y cósmica.
Necesitamos
superar el folclorismo/culturalismo que se agota en las prácticas
espiritualistas o mediáticas para transitar hacia el ejercicio
responsable de nuestros derechos sociopolíticos.
No somos
víctimas derrotadas. Somos hijos e hijas de la Madre Tierra habitados
por sueños y compromisos por reconstruir/recuperar nuestros territorios,
ejercer autodeterminación sociopolítica como establece el Derecho
Internacional Indígena vigente.
El año 5528 que
comenzamos, que coincide en algunas repúblicas con el bicentenario de
los estados, las y los indígenas, organizados o no, debemos plantear y
abonar procesos construcción de estados plurinacionales que nos permitan
reconstruir/fortalecer nuestros autogobiernos territoriales. El Estado
Plurinacional no es nuestra meta final, pero es un punto intermedio que
debe ayudarnos en nuestros procesos de auto regeneración como pueblos
vivos.
Ollantay Itzamná
Defensor latinoamericano de los Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos
@JubenalQ
https://www.alainet.org/es/articulo/207426
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