Venezuela celebrará elecciones
parlamentarias en diciembre próximo cumpliendo con el mandato
constitucional. El obs-táculo restante para poder convocar los comicios
fue subsanado mediante una resolución
por omisión legislativadel Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que nombró a los nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE) en uso de sus atribuciones. Este trámite debió haberse solventado por la Asamblea Nacional, pero jamás la directiva opositora lo puso en el orden del día, a pesar de responder a un acuerdo en la mesa de diálogo entre el gobierno y la oposición. Ésta puso como condición para presentarse a los comicios la renovación en pleno del CNE, pese a que fue el mismo órgano electoral que, sin chistar, le reconoció su victoria en las parlamentarias y a que sus funcionarios no terminaban su mandato en esta fecha. Fue una de las concesiones que el gobierno hizo en la mesa del diálogo para estimular la participación política de los opositores interesados en la vía democrática, e incluso, de atraer a ella a los opositores declaradamente golpistas y cómplices de los planes conspirativos de Washington.
De modo que el chavismo se ha propuesto rescatar la mayoría, que
conservó durante 17 años, en la Asamblea Nacional. Esta semana el
presidente Nicolás Maduro instó a Diosdado Cabello, vicepresidente del
Partido Socialista Unido de Venezuela, a trabajar cuanto antes con los
partidos aliados del Polo Patriótico para proceder a la elección de los
candidatos de la revolución al cuerpo legislativo.
Después de la muerte de Hugo Chávez (2013) la oposición se alzó en
2015 con su única victoria electoral de gran importancia en 17 años,
desde la elección a la presidencia del líder bolivariano en 1998 y hasta
hoy, al capturar 112 de los 167 diputados.
Pero la oposición no supo administrar su resonante victoria y
dilapidó el capital político adquirido, principalmente por su total
subordinación a los objetivos golpistas y desestabilizadores del
gobierno de Estados Unidos, desesperado por salir de Maduro de una vez
por todas. Embriagada por un éxito que no esperaba, tan pronto se
instaló el Parlamento la directiva opositora anunció que a Maduro le
quedaban tres meses y pretendió comenzar a gobernar por sobre los demás
poderes del Estado. Lo que, unido a la codicia de dinero fácil y rápido,
heredada por los líderes de los partidos tradicionales de la cuarta
república y por las nuevas formaciones surgidas con fines terroristas en
el periodo chavista, creó el caldo de cultivo para la destrucción de
los partidos opositores. Sea como guarimbas, como intentos de
golpe de Estado, invasiones, ataques a cuarteles o la inmisericorde
guerra económica del imperio, hay una parte de los partidarios de la
oposición que los desaprueba, pues los percibe como quiebres de la
Constitución y tendentes al derramamiento de sangre, que no desean.
El TSJ ha respondido a solicitudes de amparo de miembros de partidos
opositores contra la negativa de sus ejecutivas a participar en las
elecciones y a organizar comicios internos. Esto ha dado lugar al
remplazo de Henry Ramos Allup, presidente durante 19 años del viejo
Acción Democrática, por Bernabé Gutiérrez, el hace 17 años secretario
general, partido que de socialdemócrata nunca tuvo más que un barniz,
fundado por Rómulo Betancourt. Ya en 1948 organizó una asonada que
derrocó al presidente Luis Medina Angarita en unión de un sector
golpista del ejército.
El fracaso de todos los intentos subversivos de la oposición
golpista, y de Juan Guaidó en particular, por derrocar al presidente
Maduro: intento magnicida contra el gobierno en pleno (2018), plan,
concierto fake mediante, para provocar un enfrentamiento armado
en la frontera colombo-venezolana el 23 de febrero de 2019 con el
ingreso de la supuesta ayuda humanitaria, conato de golpe de Estado del
30 de abril de 2019, fallida y desarticulada invasión armada de
militares desertores y mercenarios gringos desde Colombia, vía un
contrato firmado por Guaidó y adláteres con un agencia provedora de
mercenarios de Miami que, de triunfar, habría supuesto la disolución del
Estado nacional venezolano, enriquecimiento escandaloso de Guaidó con
los dineros robados a Venezuela y entregados al presidente encargado (es
un decir) por el departamento del Tesoro de Estados Unidos. Así como la
apropiación por él y Henry Ramos Allup de la filial Monómeros en
Colombia de la estatal PDVSA. Como si fuera poco sus vínculos con el
sanguinario grupo narcoterrorista Los Rastrojos y su
asociación con el impopular presidente colombiano, Iván Duque. Ha
trascendido que el autoproclamado está padeciendo una crisis depresiva y
se le ha prescrito reposo. No es para menos. Competirán con el chavismo
partidos despedazados por la política fascista de Estados Unidos contra
Venezuela y un grupo de pequeñas formaciones que por ahora declaran su
deseo de una solución política y sin tutelaje externo. El chavismo tiene
la mesa servida.
Twitter: @aguerraguerra
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