Acolor o en
black and white, la imagen viral que muestra al policía de Minneapolis estrangulando con su rodilla a George Floyd boca abajo y contra el suelo transmitió, por enésima vez, la némesis de la cultura política estadunidense (https://www.jornada.com.mx/2020/05/27/contraportada.pdf).
Hacia mediados de la Guerra Civil (1861-65), el presidente Abraham Lincoln manifestó:
“Nosotros, todos, estamos por la libertad; pero empleando la misma
palabra no expresamos la misma cosa. Para algunos, la palabra libertad
puede significar que cada hombre haga lo que quiere de sí mismo y del
producto de su trabajo; mientras que para otros, la misma palabra puede
significar que algunos hombres hagan lo que les dé la gana con otros
hombres y con el producto del trabajo de éstos…” (Howard Selsam, Socialismo y ética, Ed. Siglo Veinte, Buenos Aires, pp. 249 y 250).
Y en otra ocasión: “Es mi propósito no interferir directa o
indirectamente en las instituciones esclavistas, en los estados en que
existan […] jamás he estado en sentido alguno de parte de la igualdad
social y política entre la raza blanca y la negra […] En no menor grado
que ningún otro, yo me inclino a dar la supremacía a la raza blanca […].
[…] Este gobierno no ha de sufrir siempre que subsistan a medias la
esclavitud y la libertad […]. Mi objetivo supremo es el de salvar la
unión, no el de salvar o destruir la esclavitud. Si pudiese salvar la
unión sin liberar esclavo alguno lo haría desde luego; pero como esto no
es posible, destruiré la esclavitud para salvar la unión”. (Meca, J., Abraham Lincoln íntimo, México, 1967, Editora Nacional, pp. 73-299).
Para Marx, Engels y los abolicionistas de la época, el Lincoln
republicano y antirracista (así como el demócrata Barack Obama) les
entusiasmaba mucho más que el político. Ni hablar de la revolución de
Haití (1791-1803), que hasta hoy sigue pagando el precio de haber sido
demasiadoanticolonialista,
demasiadoanticlasista,
demasiadoantimperialista,
demasiadoantirracista. Y por haber
exportadosu causa hasta Louisiana, que entonces iba de Nueva Orleans a la frontera con Canadá y era colonia de Francia.
Desde inicios de 1700 hasta 1850, los castos puritanos gringos
cazaron en África cientos de miles de personas que, en calidad de
esclavos, los trasladaron a sus plantaciones en navíos españoles,
ingleses, holandeses y portugueses.
El fenómeno de la esclavitud estuvo a punto de quebrar en dos a los estados
unidos. Así lo reconoció, paradójicamente, la hiperracista e hipertaquillera película muda El nacimiento de una nación (1915), dirigida por W. D. Griffith:
La traída de los africanos a las plantaciones americanas, primera semilla de la desunión.
El 1º de enero de 1863, en plena guerra civil, Lincoln proclamó la
abolición de la esclavitud y, finalmente, el norte industrial y liberal
se impuso al sur esclavista y conservador. En ambos bandos, 670 mil
muertos. Sin embargo, y así como en su momento las potencias europeas se
concedieron una tregua en sus interminables guerras de familia para
cargar contra Haití, los ideales
antirracistasde Washington se detuvieron en el sur. Para, desde allí, exportar las nuevas formas de esclavitud en el Caribe y América Central.
Los estados del sur perdieron la guerra. Pero las llamadas
leyes de Jim Crowe(1870) consagraron la segregación racial en el nivel estatal y local, y estuvieron vigentes hasta los años de 1960. Entre 1880 y 1960, el Congreso estadunidense registró el linchamiento de 5 mil ciudadanos afroestadunidenses (20 mil, según otras fuentes), siendo el estado de Misisipí el último en abolir la esclavitud… ¡en 2013!
En diciembre de 2002, el republicano Trent Lott, proclamado líder del
Senado, declaró que de haber continuado las políticas de segregación
racial, Estados Unidos habría sido un
mejor país. Lott pronunció sus palabras en un acto de homenaje de celebración del centenario de Strom Thurmond, el más viejo del Senado, quien era recordado por sus palabras durante la campaña presidencial de 1948:
No hay suficientes tropas en el ejército para obligar a los sureños a admitir a la raza negra en nuestros teatros, nuestras piscinas, nuestras escuelas y nuestros hogares.
Naturalmente, el presidente W. Bush se vio
obligadoa condenar lo dicho por su aliado Trent Lott. Olvidando que un año atrás, en octubre de 2001, preguntó al presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso:
¿Ustedes también tienen negros?
Así pues, de aquellos barros estos lodos. El lodo de seguir creyendo
que racismo y esclavitud son meros epifenómenos de la lucha
anticapitalista.
Después de todo, algún historiador curioso podría indagar si Derek
Chauvin (el policía que con su rodilla asesinó a George Floyd),
desciende del oficial francés Nicolas Chauvin, condecorado por Napoleón,
y que pasó a la historia como ideólogo del supremacismo nacionalista, o
chovinismo.
En un relato, William Faulkner escribió:
El pasado nunca muere. Ni siquiera pasa.
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