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sábado, 13 de junio de 2020

Marx y Piketty: adendum




Hablando hace poco de la pandemia del Covid-19 y debatiendo si la crisis actual nos llevará a una sociedad más justa (sic), Thomas Piketty confirmaba de manera sintomática cómo el discurso de las desigualdades ya funge el papel ideológico en el capitalismo (véase: Marx, Piketty y los ladrones de conceptos, bit.ly/3gL1ACo) ocultando mecanismos sistémicos, relaciones de poder reales y agencia detrás de diferentes procesos a fin de asegurar su reproducción. Se situaba allí donde verdaderamente pertenece: en los antípodas del marxismo, a pesar de seguir –con obstinación digna de una causa mejor− fingiendo ser un marxista (bit.ly/2LurMTr). Subrayando que se requiere una movilización social y política para empujar las sociedades en dirección de más igualdad −¡ chin!, ¿por qué nadie había pensado en esto antes?− recordó a la pandemia de la gripe española de 1918, remarcando que “lo que falta en pensar en las pandemias es la desigualdad (sic), o sea que no todos los grupos sociales quedan afectados de la misma manera –¡ chin!,¿por qué nadie había pensado en esto antes tampoco?−: mientras en 1918 en EU y en Europa pereció de 0.5 a 1 por ciento de la población, en India murió casi 6 por ciento”. Según él, la pandemia de hoy está revelando niveles de desigualdad igualmente chocantes (bit.ly/3cs5D45).
Si la premisa que no todos quedan afectados igual es más que correcta (regresaremos a ella), para saber qué ocurrió en India en 1918 hay que buscar en otro lado. Mike Davis –¡ suprise, suprise!: un verdadero marxista (bit.ly/3gv9xLN)−, escribiendo sobre Covid-19 apunta que durante el brote de la gripe española, que mató más gente que la Primera Guerra Mundial, más de 60 por ciento de sus víctimas globales, hasta 20 millones de personas, provenían de la parte occidental de India y ya estaban debilitadas por la hambruna inducida por el colonialismo británico. El virus vino justo cuando brutales requisiciones y exportaciones forzosas de granos coincidieron con una sequía: millones de pobres cayeron víctimas de una sinergia mortal entre el colonialismo, la malnutrición que suprimió sus sistemas inmunes y una rampante neumonía viral (bit.ly/36PxIAp). Pensar en esta pandemia en India y otros países, víctimas del imperialismo europeo de principios del siglo XX como Irán, en términos de la desigualdad (sic) ofrece explicaciones estériles que dejan off the hook no sólo a los corresponsables de esta atrocidad (colonizadores británicos), sino al sistema y su ideología −...que Piketty supuestamente desnuda en El capital y la ideología (2019)− abrazada por ellos: ya en Late victorian Holocausts. El Niño famines and the making of the Third World” (2001), Davis demostró cómo aferrarse a los mitos del libre mercado y el laissez-faire provocó otras horrorosas hambrunas en India.
Lo irónico –y, otra vez, sintomático− es que este oscurecimiento ocurre cuando Piketty se propuso en su nuevo libro aumentar el alcance de su mirada y analizar –como él no deja de subrayar, arrojando de paso más generalidades sobre el Covid-19 (bit.ly/2T482do)− la historia del colonialismo, la esclavitud y desigualdades a escala global, ofreciendo unos pasajes bien incómodos para el liberalismo, pero que carecen de fuerza de la denuncia, p.ej. de D. Losurdo (véase Liberalism. A counter-history, 2011), ni son “fruto de ‘turbo- Annales’”, como había laudado su método un comentarista, sólo para admitir luego que aquellas partes son... poco convincentes (bit.ly/3gINEZM). Al final, tratando de aumentar el espectro del análisis Piketty más bien amplió el campo de lugares comunes, algo que... ya le había pasado (bit.ly/35XowJQ) en El capital en el siglo XXI (2013) (la alusión a La ampliación del campo de la lucha, uno de los títulos de Houellebecq, epítome de la degringolade intelectual de Francia, es desde luego muy intencional).
En fin. Si hay algo que ayuda a pensar en esta pandemia es este puñado de premisas (marxistas): 1. nuestras sociedades son sociedades clasistas – vide: no todos quedan afectados... (los ricos en sus casas de retiro, la clase media en sus depas, los trabajadores en las maquiladoras o en las calles...)−, pero claro de clase no hay nada en Piketty: “es un concepto passé”; 2. el trabajo importa: el Covid-19 reconfirmó su centralidad (trabajadores esenciales, etc.) animó una ola de activismo laboral y huelgas demostrando ser la brecha central en el sistema a la luz de llamados a reabrir la economía (bit.ly/2UgjN1l), pero claro, en Piketty, en más de 2 mil páginas de sus dos opus magnums no hay nada sobre el trabajo: en el mundo según Piketty el dinero hace el dinero (M-M’); 3. los flujos financieros y la producción capitalista moldean nuestros ecosistemas: fue el capital neoyorquino que tras el crack de 2008 forzado a expandirse o morir se movió a China produciendo nuevas condiciones en la agricultura que propiciaron el surgimiento de Covid-19... (bit.ly/2BofoCO).
Pensar en términos de las desigualdades –un discurso adoptado ya por la OCDE o The Economist, el portavoz de la ideología capitalista (sic)− es ocultar los mecanismos sistémicos y tapar el conflicto central entre los trabajadores asalariados y los capitalistas (¡Marx!), la verdadera fuente de la dominación/subordinación en el capitalismo, no la desigualdad monetaria ( bit.ly/30tOqUI). Igual lo es pensar así en las pandemias.

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