Retiran símbolos del racismo en EU
Más urbes se suman a prohibiciones de tácticas policiacas letales
Trump acusa de
provocador antifascistaa pacifista golpeado por uniformados
▲ Un coche fúnebre con los restos de George Floyd recorrió ayer las
calles rumbo al cementerio de Houston Memorial Gardens, en la ciudad
texana.
Nueva York. George Floyd fue enterrado ayer en Houston
rodeado de su familia y las de otros afroestadunidenses víctimas de la
violencia racista oficial, pero el movimiento que su muerte detonó
siguió vivo en las calles del país obligando a la cúpula política a
promover reformas y retirar símbolos del racismo institucional histórico
en Estados Unidos.
Al mismo tiempo, el presidente Donald Trump –no invitado, ni esperado
ni mencionado explícitamente en esta última ceremonia fúnebre– acusó
falsamente a Martin Gugino, pacifista de 75 años hospitalizado después
de ser tumbado al suelo por policías en una de las protestas por el
asesinato de Floyd, de ser un
provocador antifa, en referencia a una agrupación informal de activistas que se identifican como
antifascistasque han sido responsabilizados por la Casa Blanca y sus aliados de la ola de protestas, y que podría haber sido un acto engañoso.
En la última ceremonia fúnebre para Floyd en su ciudad, Houston, la
familia de la víctima, algunos líderes de derechos civiles, familiares
de otras víctimas afroestadunidenses asesinados por policías en los
últimos años y dos filas de oficiales de policía saludaron al paso del
ataúd. La ceremonia fue transmitida por televisión; se recordó a la
persona y su fin violento, y también como un caso que ha detonado una
ola de protestas contra el racismo institucional y su violencia oficial
sin precedente desde los años 60.
Tan potente se ha vuelto el caso que la cúpula política nacional, el
gran empresariado –la Bolsa de Valores de Nueva York mantuvo silencio
por 8 minutos y 46 segundos (el tiempo que el policía blanco tuvo su
rodilla sobre el cuello de Floyd) al iniciar la ceremonia– y figuras
públicas de todo tipo se han visto obligadas a reconocer el grave y
profundo problema que viene desde el origen del país y persiste en las
palabras
no puedo respirarhoy día.
Joe Biden, ex vicepresidente y virtual candidato presidencial demócrata, declaró por videomensaje:
este es el momento por la justicia racial.
El alcalde de Houston, Sylvester Turner, declaró que
lo honramos hoy porque cuando tomó su último aire, ahora el resto de nosotros podemos respirar, y anunció desde el altar que estaría emitiendo una orden ejecutiva para prohibir tácticas de contención física con llaves al cuello, entre otras.
De hecho, continuaron los anuncios en diversas ciudades sobre nuevas
prohibiciones de tácticas policiacas de forcejeo físico y compromisos
para otras reformas. En Washington, el concejo municipal ya las
prohibió; también la policía en Phoenix.
Al mismo tiempo, van cayendo símbolos históricos racistas. El alcalde
de Birmingham, Alabama, ordenó la remoción de una estatua en honor a la
Confederación –los estados sureños que intentaron romper con la unión
en parte por la pugna sobre la esclavitud que llevó a la guerra civil en
el siglo XIX– mientras en Virginia el gobernador ordenó quitar una
estatua de Robert E. Lee, general de las fuerzas de la Confederación, en
Richmond (la cual ha estado ahí por más de un siglo, pero que ahora
está marcada con lemas de Black Lives Matter), y el alcalde de
Jacksonville, en Florida, ordenó remover estatuas de soldados de la
Confederación; otras figuras y símbolos vinculados con el racismo han
sido removidos en lugares como Filadelfia, mientras otros han sido
vandalizados y marcados con consignas contra el racismo. La Marina ha
ordenado la prohibición de la bandera de la Confederación en todo lugar
público. Los Marine ya habían ordenado lo mismo.
En tanto, la nueva valla alrededor de la Casa Blanca ha sido
convertida por manifestantes en un muro de conmemoración de víctimas de
violencia policiaca con obras de arte, fotos, dibujos, flores y listones
sobre los nombres.
Foto Afp
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 10 de junio de 2020, p. 24
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