En memoria de Jesús Escamilla, muy querido compañero, insustituible en el Movimiento de Solidaridad con Cuba Ernesto Che
Guevara, cumpliría este 14 de junio 92 años si no lo hubiesen asesinado
en Bolivia, o en alguna otra esquina rebelde del mundo. Hablar del Che
es un reto muy complicado, son tantas las facetas que desarrolló, que
siempre queda algo fuera. El rasgo central fue, sin duda, su enorme
congruencia entre el pensamiento y la práctica en todos los aspectos de
la vida. Esa congruencia lo convirtió en el símbolo que sigue presente
en los movimientos sociales del mundo.
Para corresponder, necesariamente, tenemos que volver a su
pensamiento, rencontrarnos con esa fértil, abierta, creativa, en
constante movimiento y sobre todo, no esquemática y dogmática fuente de
ideas. El Che, como Fidel, no puso por delante la barrera
ideológica de un sólo camino cierto; observadores muy rigurosos de la
realidad política y social, contradictoria y compleja, construyeron
desde allí su reflexión. El Che polémico y agudo, logró reunir
en Cuba a los grandes marxistas de la década delos 60 para debatir en
torno a la leydel valor, su vigencia tanto como sus implicaciones en el
capitalismo y en el socialismo. ¿Acaso en la realidad neoliberal que
erige al mercado como valor absoluto no es necesario volver a ello?
En un intento por agrupar en cuatro grandes campos su pensamiento,
creo que el Ché desarrolló: 1. Las principales nociones sobre el
subdesarrollo y la dependencia en la que se encontraba Latinoamérica y
el mal llamado tercer mundo. La imagen del enano cabezón y de escasas
extremidades sigue vigente.2. Un debate y propuestas retadoras sobre los
sujetos históricos y las estrategias de una posible lucha de liberación
nacional. 3. Una recuperación sistemática de la economía política
marxista, como el sentido necesario de análisis. 4. Estructuró todo un
sistema teórico sobre las especificidades de la construcción y la
transición al socialismo en las sociedades subdesarrolladas y deformadas
por el capital financiero. Estos elementos llevaron a Sánchez Vázquez a
apuntar al Che como uno de los grandes pensadores
latinoamericanos. Es obvio que esa capacidad de percibir al mismo tiempo
el funcionamiento del comercio mundial, del intercambio desigual, hasta
un pequeño detalle de la organización del trabajo en un centro
productivo, le permitieron crear esta propuesta sistémica única en la
propia tradición marxista y sin embargo soslayada, evitada por algunas
izquierdas, no sólo por la derecha.
Si recordamos algunos elementos más en torno a las condiciones de
América Latina, percibimos su actualidad: en el histórico discurso de
Punta del Este, donde EU compró, con los créditos de la Alpro, la
expulsión de Cuba de la OEA, el Che inició con la sentencia de
que la economía no es técnica, sino esencialmente política, y
demoledoramente desnudó la propuesta intervencionista disfrazada de
desarrollismo. Allí quedaron claramente delineadas las cuatro
diferencias importantes entre los desarrollismos existentes: el
realizado por gobiernos nacionalistas, el teórico cepalino, el
estadunidense y el camino de desarrollo soberano propuesto por Cuba. A
la luz del desmantelamiento de los gobiernos progresistas
antineoliberales, acaso no es necesario retomar este debate? ¿Acaso el
despojo y voracidad del capital financiero no es mayor? ¿Acaso la
dependencia no se ha profundizado?
Un producto de este proceso de acumulación conceptual fue la II Declaración de la Habana, escrita por Fidel y presentada en una magna
Asamblea del Pueblo, un análisis histórico del capitalismo, de sus rasgos y consecuencias principales para los pueblos del mundo, para los indígenas, afroestadunisenses, mestizos, y la convicción de la lucha por la liberación. Esto gestó el nacimiento de la teoría de la dependencia, momento cumbre de la autonomía del pensamiento latinoamericano.
Un concepto clave en el Che es el de imperialismo. Muchos
intelectuales de seudoizquierda han tratado de eliminarlo, la
congruencia siempre es compromiso fuerte. Sin embargo, para el Che,
Fidel y, sobre todo, para el pueblo de Cuba, el imperialismo en todas
sus expresiones es una presencia cotidiana, eslabonada por invasión,
atentados, terrorismo, asesinatos, quema hasta de escuelas, ganado
infectado, etcétera, pero sobre todo con la imposición del bloqueo.
Un bloqueo que cuesta 4 mil millones de dólares al año. Un bloqueo
ilegal que se mantiene en contra de las votaciones en la Asamblea
General de la ONU, donde EU se queda sólo con Israel. Un bloqueo
extraterritorial, un empecinamiento aberrante reflejado en las leyes
Torricelli y Helms-Burton que Trump ha revivido. Un bloqueo asesino que
en medio de la pandemia mundial impide que Cuba adquiera fármacos y
equipos médicos.
Mientras que Cuba asediada y bloqueada le ofrece al mundo su apoyo
solidario con sus médicos y especialistas, como lo viene haciendo desde
aquella primera brigada de 1963 y como fue la única en hacerlo en la
epidemia del ébola. no sólo médicos, sino constructores, ingenieros,
maestros que desinteresadamente han ido a apoyar. Esto es lo que da Cuba
al mundo: ciencia, cultura, solidaridad, educación; mientras que EU da
invasiones, guerras, armamentos, despojo. El Che sigue vivo sin duda para los pueblos en lucha.
*Investigadora de la UPN. Autora de El Inee
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