Alainet
Ponencia presentada en el Encuentro Antimperialista de Solidaridad por la Democracia y contra el Neoliberalismo, La Habana, Cuba, 1-3 de noviembre de 2019. |
La acción de la derecha
que enfrentamos es expresión de las particularidades que adquiere la
disputa multidimensional por el poder en el imperialismo siglo XXI, en
medio de lo que se ha denominado “corrimiento de la concentración de la
riqueza y el capital a la concentración del poder político”.
En
este contexto los objetivos de la Derecha no se reducen a obtener votos a
través de la participación política. Sus propósitos se enfocan en
dominar a la sociedad y al Estado, incluso más allá de la fuerza
política que esté en el gobierno. Ganar las bases sociales,
subjetividades, imaginarios, espacios de organización y participación
social-políticos, los territorios, espacios institucionales, así como
los de gobierno local y nacional, se constituyen en metas que
trascienden la otrora intención o apuesta de ganar votos para ocupar
posiciones de poder.
En función de tales objetivos, los niveles de organización que ha desplegado la Derecha revelan los resultados graduales de un proceso continuo, acumulativo, de articulación de las élites de poder y sus respectivos instrumentos de dominación en dos niveles:
- El Primero, referido a la alianza entre organizaciones y partidos de Derecha a nivel regional, hemisférico y transnacional
- El Segundo, que revela las relaciones que se establecen entre La Derecha, el capital transnacional y los gobiernos imperiales
Del primer nivel, la Unión Democrática Internacional (80s), la Unión de
Partidos de Latinoamérica (90s) y la Organización Demócrata Cristiana
para América Latina (ODCA) constituyen ejemplos de los enlaces entre
partidos de derecha de Estados Unidos, Europa y América Latina. Enlaces
que han sido funcionales para construir estrategias de dominación y
subversión político-ideológicas, que solo se ajustan según los contextos
histórico-concretos, pero presentan muchos elementos de base en común.
Por ejemplo, operan a través de espacios donde se integran:
- Primero: el ejercicio analítico para la deconstrucción de las bases teóricas de la ideología de las fuerzas de izquierda (especialmente del marxismo).
- Segundo: la caracterización y clasificación de cada uno de los partidos de izquierda en función de descaracterizarlos, junto a la campaña mediática contra sus gobiernos y líderes.
- Tercero: y como alternativa, el llamado a la formación de movimientos ciudadanos o partidos desideologizados, nutridos desde universidades, tanques de pensamiento, iglesias, como actores efectivos del cambio hacia el “progreso” y la “democracia”.
- Y Cuarto: La promoción de acciones de protesta social, que a través de manuales o videos incluyen orientaciones precisas para cada caso: protestas contra gobiernos, votación en procesos electorales, entre otros.
En el segundo nivel de articulación, las Redes de Intervención
desplegadas en América Latina desde los años 80 del siglo XX, muestran
las interrelaciones que se establecen entre actores gubernamentales y no
gubernamentales estadounidenses, actores vinculados a los objetivos de
ese país en la región y actores latinoamericanos, de los entornos
nacionales donde se intervienen, influyen, cooptan procesos de gestión
de desarrollo, seguridad, democracia, gobernabilidad, entre otros,
trabajando el contenido de los cambios que promueve la derecha desde una diversidad de espacios y sujetos que multiplican los alcances de su acción.
A estas Redes se integran actores gubernamentales y no gubernamentales
de los Estados Unidos para capacitar, asistir, financiar en países de la
región a comunidades, gobiernos locales y nacionales. La acción de la
Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID), la Fundación Nacional
para la Democracia (NED), el Centro Internacional de la Empresa Privada
(CIPE), direccionadas hacia el empoderamiento comunitario y la promoción
de académicos para incidir en la proyección de estrategias de
desarrollo de gobiernos nacionales y locales es una muestra de ello.
En igual sentido, se destaca la inserción de académicos y tanques de
pensamiento que estudian nuestras sociedades y construyen fórmulas de
cambio a la medida en cada caso, así como de instituciones financieras
regionales o internacionales para financiar y consolidar la orientación
técnica de los mismos (BID, FMI, BM).
Las corporaciones
transnacionales también han estado presentes en estas redes. Su
incidencia se ha revelado en la diversidad de espacios en los que se
despliega su acción como parte de la legitimación ideológica y política
de los cambios propuestos, desde la construcción de opinión pública por
las corporaciones mediáticas, hasta el fortalecimiento de la cultura del
emprendimiento, del empoderamiento productivo, con la participación de
corporaciones como Walmart en “Modelos de Desarrollo rural”.
Durante el gobierno de Donald Trump, y desde los avances que logró la
derecha hemisférica en las administraciones de Barack Obama, se
promovió, como parte del esquema de intervención, el despliegue de una
red de Gobiernos engrosada por aquellos países en los que la derecha fue
retomando el poder ejecutivo. Desde la misma se articuló el Grupo de
Lima en función de aislar diplomáticamente a Venezuela, un instrumento
también aplicado contra Cuba en la década del 60 del siglo XX y al que
se recurre, junto al uso de instrumentos financieros perfeccionados en
las guerras económicas y el bloqueo en el siglo XXI, como método de
asfixia ante la resistencia mostrada a la implementación combinada de
todos los demás mecanismos de intervención ya mencionados.
Por
último, pero no menos importante, está la inserción de las fuerzas
militares en este esquema. El Comando Sur, por ejemplo, promueve desde
el año 2017 el despliegue de una “Red de Redes”, articulando las ya
existentes, como modo más efectivo para hacer frente a los desafíos de
los Estados Unidos en la región y en este año, 2019, destacan los
pronunciamientos de altos jefes de sus fuerzas militares sobre el
objetivo que perseguirán: Valores, Ideas e Ideales. ¿Cuáles
pueden ser las implicaciones de tales objetivos? ¿Serán, entre otras,
que se potencie a las fuerzas militares latinoamericanas como objetivo
de cooptación para que encarnen un rol protagónico en aras del cambio de
ser necesario?
Para estos propósitos, los enfocados en
cooptar valores, ideas e ideales, ya han sido ensayadas al menos tres
importantes Líneas de Acción con resultados de efectividad probada por esta derecha hemisférica con raíz global. Las dos primeras que referiremos:
- La disputa de sentidos, enfocada hacia las bases racionales y éticas de la orientación de la conducta humana, de la construcción de las apuestas individuales, familiares y sociales en términos de proyectos de vida y sociedad.
- La evangelización para promover el conservadurismo como vía de influencia político-ideológica.
Desde ellas la instalación de un modelo racional pro-neoliberal,
utilizando lo mejor del discurso y las prácticas de la izquierda,
re-funcionalizadas para servir a los intereses del capital, consolida el
sistema a través de la dominación cultural.
Y para
cerrar el esquema de dominación y subversión político-ideológica, la
tercera línea de acción, tal vez la más sutil: el secuestro, la toma de
instituciones, leyes, políticas públicas, formas de gobierno, para institucionalizar la dominación político-ideológica y la subversión con base cultural.
Una línea de acción a partir de la cual se promueven ajustes en leyes e
instituciones a fin de inhabilitar o reprimir por “vías legales” a
líderes y movimientos sociales que no resulten convencidos, cooptados a
través de los modos antes esbozados.
De esta forma la
derecha trabaja combinando seducción con coacción, según se requiera,
para eliminar de forma radical cualquier oposición, presente o en futuro
potencial.
A los alcances que ha tenido su acción refieren
de una parte, la capacidad para apropiarse de imaginarios,
reconstruirlos y articular a diferentes grupos y organizaciones de la
sociedad civil a sus modelos de gestión y procesos de disputa por el
poder, especialmente a través de la acción territorial, real y virtual. Y
de otra, la capacidad mostrada para cooptar los espacios de
organización y participación política de la sociedad a través del ajuste
de leyes que han debilitado la acción de sindicatos y partidos
políticos como la reforma laboral y electoral. En esta misma dirección,
el fortalecimiento institucional de tribunales constitucionales ha sido
funcional para frenar programas de corte social desde gobiernos de
izquierda o para inhabilitar políticamente a sus líderes.
Por
último, es importante destacar los medios implementados para dominar al
Estado a través del supuesto perfeccionamiento de las formas de gobierno,
que con el objetivo declarado de potenciar redes de colaboración entre
gobierno y sociedad civil, privilegian la inserción de gremios
empresariales, y tanques de pensamiento que responden a los intereses de
estas últimas, en la construcción de modelos de gestión de importantes
programas sociales, potenciando así el uso de matrices racionales e
instrumentos técnicos, supuestamente efectivos para obtener seguridad,
progreso y democracia a nivel social. De esta forma, no importa si la
fuerza de izquierda está en el poder ejecutivo, lo conveniente y
efectivo desde las matrices teóricas del capitalismo global puede
secuestrar el rumbo del proyecto político, económico-social si no hay un
pensamiento crítico articulado a los programas de transformación que
contribuya a decantar y ajustar las mismas.
Para
concluir, ante la capacidad de acción mostrada por esta derecha
hemisférica con nexos transnacionales, y en función de atender a los
desafíos de la izquierda para enfrentarla, algunas preguntas pudieran
ayudar a la reflexión.
¿Cómo hacer al llegar al poder
ejecutivo en Estados con una institucionalidad tomada por la derecha y
el capital, ajustada para cumplir sus intereses, si queremos transformar
en beneficio social?
¿Cómo hacer para reconstruir el tejido
social de base, en aras de tener las fuerzas necesarias para cambiar
todo lo que deba ser cambiado y poder gobernar, especialmente, junto al
pueblo?
¿Cómo recuperar y promover la subjetividad de la
izquierda? Los valores y una racionalidad adecuada para garantizar en
todos los niveles y espacios el éxito de la acción.
Y por
último: ¿Cómo hacer todo lo anterior ante las fuerzas de la Derecha
Hemisférica, el Capital transnacional-Global y los Gobiernos Imperiales
articulados para impedirlo?
Ante esas interrogantes las fuerzas
de izquierda también tienen un proceso acumulativo de pensamiento y
acción que a través de la historia ha ido mostrando las vías posibles. Y
sobre todo, una gran reserva de conocimiento acumulado en la praxis de
los pueblos, partidos y gobiernos que luchan cada día frente a la
avanzada del capital. La izquierda tiene todo lo necesario para
constituir un gran tanque de pensamiento y acción social.
Yazmín Bárbara Vázquez Ortiz es Profesora e Investigadora del Centro
de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de la
Habana. Miembro del Grupo de Trabajo sobre Estados Unidos de CLACSO.
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