Al igual que la polémica Agencia de Seguridad Nacional (NSA),
envuelta en un escándalo de espionaje a nivel global, el proyecto
considera al mundo como un “territorio enemigo” que resulta necesario
neutralizar, destacó el sitio digital blackagendareport.com.
Mediante Minerva,
desde 2008 las autoridades militares norteamericanas pretenden estudiar
cómo las personas se involucran en movimientos contrahegemónicos para
derrocar el orden establecido mediante actos de desobediencia civil.
En este sentido, enmarcan la pesquisa dentro de los “estudios sobre terrorismo”, en los cuales los seres humanos que participan en movimientos sociales son considerados “contagiados” por vectores que propagan una enfermedad, señaló la fuente.
Para el Pentágono
resultan enemigos susceptibles de ser reducidos quienes se oponen a la
política militar estadounidense en el mundo, al sistema de justicia
represivo y racista o a la concentración de la riqueza en un uno por
ciento de la población, como denuncia el movimiento de activistas Occupy Wall Street, subrayó.
Mediante el Proyecto Minerva, el
Departamento de Defensa pagó a investigadores de la Universidad
Cornell, en Nueva York, para saber cuándo los movimientos sociales
alcanzan una masa crítica de personas, un punto de inflexión donde se convierten en una amenaza para los poderes fácticos.
La
Universidad de Washington, por su parte, analiza movimientos a gran
escala que involucren a más de mil participantes en unos 58 países, con el fin de entender cómo estas personas mantienen sus movimientos en marcha, detalló la publicación digital.
Argumentó que el gobierno estadounidense husmea las comunicaciones telefónicas y por Internet a escala global,
mientras estudia los patrones de conglomerados humanos para atacar los
posibles vectores de resistencia, que han de ser identificados y
erradicados para prevenir “contagios” similares en otras sociedades y a
nivel interno.
(Con información de Prensa Latina)
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