Así como Paulo Ito, autor del grafiti que muestra a un niño hambriento con un balón de futbol en el plato, muchos otros artistas callejeros aprovecharon el momento para mostrar su arte y enviar un mensaje a la sociedad: que recuerde qué es lo importante.
Lilian Migliorini Villamar
Brasil. En un momento
de tanta visibilidad internacional a causa de la Copa del Mundo, la
conmoción nacional se apropia de las calles como el escenario más
importante para expresarse. Las voces oprimidas ahora se juntan para
alcanzar la mejoría de vida y dignidad que tanto merecen, protestando
también a través del arte urbano.
En junio del año 2013, las calles de
Brasil fueron tomadas por los clamores de la población, que cansada de
lidiar con un gobierno corrupto y servil a los deseos de los
organizadores del Mundial, despertó y dijo “Basta”. En mayo de 2014,
una calle de Brasil ganó un nuevo clamor a través del arte. Fue en un
muro de una escuela en el barrio Pompeia, en Sao Paulo, en el que el
artista Paulo Ito expresó su mensaje. El grafiti no tiene nombre, pero
lleva en su esencia el nombre de todos los brasileños que viven en la
pobreza y no se verán agraciados con el evento futbolístico más grande
del mundo.
El autor del grafiti no se imaginó que
su mensaje tuviera tan gran repercusión, con más de 5 millones de
vistas en la red social y luego estampado en muchas portadas de medios
de comunicación -convencionales e independientes.
Paulo Ito revela que tenía otros
planes. “Quería hacer algo más grande, cerca del estadio, en Itaquera,
pero tenía prisa, no quería que alguien se anticipara a mi idea,
entonces lo hice en este muro. Sabía que era el momento oportuno”,
relató.
Sin embargo, el artista urbano no cree
que su obra pueda transformar la realidad: “Es muy difícil sentir las
cosas en el momento, si hubo un cambio; yo creo que mi grafiti tal vez
sensibilizó a algunas personas, pero un cambio efectivo, yo creo que
no. Lo veo difícil. Hasta por medio del arte es muy difícil que veas un
cambio palpable”.
Aunque el autor crea no poder
transformar la realidad con su obra, el niño hambriento que llora por
comida y sólo recibe a cambio una pelota de fútbol, conmocionó a los
medios y tocó a la gente, en vísperas del Mundial y en medio del debate
sobre el país anfitrión, lleno de problemas internos.
El pueblo duda
Los movimientos sociales, los
trabajadores del transporte público, los movimientos indígenas y los
comités anti-Copa anunciaron desde hace tiempo su descontento con la
falta de políticas públicas y atención del gobierno a las necesidades
reales de la población.
Así como muchos brasileños, Paulo Ito
cree que una verdadera transformación sólo puede realizarse cuando se
cambien las estructuras del gobierno. “Yo creo que el principal cambio
que debe haber es la forma en que funciona el sistema político. Los
partidos operan de una manera muy similar, al final. Uno tiene una
ideología y termina por ser un poco de fachada, porque cuando tienes un
gobierno de coalición, él se queda tieso, y al final trabaja para los
grupos, para los poderosos, para el sistema financiero, para las
corporaciones, y pierde el enfoque de la población, que es lo que
debería ser lo correcto”, describió.
El Mundial resaltó la pérdida de
enfoque del gobierno. Mientras los índices inflacionarios siguieron a
la alza y el costo de vida se elevó, los salarios de diputados,
gobernadores y ministros se reajustaron; mientras las grandes
constructoras levantaban los estadios millonarios, la gente se dio
cuenta de que sus verdaderas necesidades no era contempladas por el
gobierno.
Parafraseando el himno nacional de
Brasil, el pueblo despertó de su cuna espléndida para protestar por sus
derechos y aprovechó la visibilidad del Mundial para denunciar su
inconformidad. Para Paulo Ito, las protestas son legítimas, pero
también hay una división en los intereses de la gente que protesta. “Lo
que veo que pasa ahora es que hay grupos, no hay una manifestación como
la que hubo el año pasado. Al mismo tiempo la manifestación del año
pasado también fue de un grupo. Porque si analizas, por lo menos en Sao
Paulo, lo que sentí fue un movimiento de la clase media, vi pocas
personas de clase más baja. Y en este entonces, la reivindicación no
era de los 30 centavos, sino expresar una insatisfacción general. Esto
es una dificultad, cuando tienes este sentimiento generalizado contra
acciones puntuales”.
El artista consideró que “hay tanta
cosa equivocada que las personas están perdidas. Entonces, el
movimiento Pase Libre sirvió como cauce para esa insatisfacción. Tal
vez el Mundial sirva también para una manifestación más expresiva, como
un botón de inicio”.
Grafiti para recordar
El trabajo del artista francés Goin, en
Atenas, sirvió de inspiración para Paulo Ito. Pintor de calle desde
hace 14 años, siguió su motivación de siempre: ofrecer una visión
crítica de lo que no le parece bien en la sociedad. El famoso grafiti,
explicó, lo hizo para recordar lo que es importante. “Yo creo que el
mensaje es para que las personas se cuestionen lo que es prioridad,
sobre lo que es valorado en Brasil. No creo que el gobierno se haya
olvidado, pero tenemos que pensar como un todo y no olvidarnos, en
realidad. Tal vez (el grafiti) sea más para exponer al mundo que
existen problemas en Brasil, no sólo el Mundial”.
Así como Paulo Ito, muchos otros
artistas callejeros aprovecharon el momento para mostrar su arte y
enviar un mensaje. En la “Favela da Paz”, comunidad que está a 800
metros del estadio en Itaquera, otro artista grafitea el mensaje en
nombre de las más 300 familias que viven ahí desde el año 1991 y corren
el riesgo de ser desalojadas cuando se termine el Mundial.
Todyone, el artista, trabaja desde hace
dos años en una Organización no gubernamental (ONG) en los alrededores
de la comunidad y sabe que las personas que ahí viven no han sido
beneficiadas en nada con la llegada del megaevento. “Este grafiti, en
verdad, es un grito de libertad para el pueblo que vive aquí, esa es mi
intención, mostrar que ellos tienen voz y que las paredes pueden
hablar”, expuso.
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