La Revolución
truncada.
La traición continuada del glorioso ejército de Guatemala desde hace 60
años.
Hace seis décadas se llevó a cabo
la contrarrevolución contra el gobierno legítimo del Coronel Jacobo Árbenz
Guzmán por parte de la oligarquía en connivencia con el ejército de Guatemala. Desde
esa época hasta nuestros días, la población mayoritaria sufre las consecuencias
de tan oprobioso hecho pues, a partir de ello, la oligarquía terrateniente tomó
de nuevo las riendas que la revolución le había arrebatado desatando la más
grande carnicería de los tiempos modernos en Guatemala.
De ese golpe oligárquico y la
traición castrense hay innumerables documentos entre los que figuran los
desclasificados por el mismo gobierno de los Estados Unidos lo cual prueba que
la institución militar de gloriosa no tiene nada. Al contrario, desde esa
afrenta no ha sido más que el verdugo del pueblo al ponerse al servicio de la
clase hegemónica y el Imperio yanqui a quienes ha servido desde entonces de
manera irrefutable, resguardando los intereses de aquella y éste en detrimento
de la vida y el desarrollo de la mayoría de guatemaltecos.
Hoy escribimos estas líneas en
conmemoración de los que brindaron su vida por la gesta revolucionaria, especialmente
al coronel Árbenz quien murió asesinado en México como maniobra abortiva de
cualquier intento de los revolucionarios por volver a su tierra y recobrar las
conquistas populares que llevaron a plantear que a esta época se le denominara
“la primavera guatemalteca”.
Por ello, refutamos
categóricamente la propaganda que se le hace a la institución castrense
anteponiéndole el mote de “gloriosa”. Esto que se lleva a través de los medios
de comunicación por medio de una ridícula balada que trata de cubrir tras una
pantalla de pulcritud y heroísmo al ejército ante una sociedad carcomida por la
violencia, el crimen, la corrupción y la pobreza, de lo cual es partícipe un
gran conglomerado de la alta y media oficialidad, no dejando de participar en
ello la tropa llana. Tanto es así que muchos militares se han visto envueltos
en crímenes de lesa humanidad tanto en el pasado, especialmente durante la
guerra interna que sufrió la población con mayor profusión en el campo, como
ahora, por lo que varios de ellos están siendo procesados, pero la mayoría
sigue libre y campante. Otros han sido denunciados por defensores de derechos
humanos de pertenecer a bandas del crimen organizado donde su actitud
sanguinaria ha dejado huella en la psique del guatemalteco por lo horrendo y
depravado de sus asesinatos.
Por si esto fuera poco, muchos de
sus oficiales en activo y en retiro son los que forman bandas criminales que
controlan el negocio del narcotráfico y otros que dañan directamente a la
población como la trata de ilegales, de menores, de armas, de mujeres,
etcétera. Su asesoría hacia las maras es evidente ya que los crímenes que
cometen éstas tienen un patrón similar a los que han cometido y cometen
aquellos contra sus víctimas: decapitaciones, descuartizamientos, torturas.
Asimismo, con la autorización del
Congreso de la República, han colaborado con otras fuerzas militares,
especialmente de EEUU e Israel, cuyos asesores bajo la pantalla de acciones
humanitarias han venido a mapear las zonas donde se encuentran recursos
naturales y energéticos de interés para sus transnacionales, así como la
cuantificación de la resistencia hacia los megaproyectos que allí se piensan
instalar. Además sus efectivos junto con otras fuerzas mal llamadas públicas
como la policía y guardias privados de dichas compañías, han servido, a través
de la represión y el homicidio, para resguardan los bienes privados de las
transnacionales y sus adláteres criollos en vez de preservar la soberanía
nacional. Casos emblemáticos: el desalojo hacia comunidades del Polochic para
sembrar caña de azúcar y palma africana, la masacre de la cumbre de Alaska, el
desalojo de comunidades a favor de la cementera de San Juan Sacatepéquez, el
desalojo de La Puya en San José El Golfo, San Rafael Las Flores y un largo etcétera.
Valdría la pena, entonces, preguntarle
a sus rapsodas, entre los que se cuentan algunos columnistas de los medios más
importantes del país, ¿Qué de glorioso tiene el ejército nacional? ¿Ha
defendido alguna vez la soberanía del país? Más bien, se han comportado como un
verdadero ejército de ocupación para sus propios conciudadanos, participando
con otras fuerzas externas como los grupos de paramilitares y narcotraficantes
que se regodean dentro y fuera de las fronteras patrias para realizar
fechorías. A tal punto que convoyes provenientes de México han traspasado éstas
para ejecutar sus planes macabros sin que ese glorioso ejército mueva un dedo.
Bueno, pero que se puede esperar
de un cuerpo armado que ha aprendido sus prácticas psicópatas en la Escuela de
las Américas donde además de esas prácticas deleznables y aberrantes contra sus
enemigos de clase que no son más que ciudadanos indefensos que se oponen a los
designios del gran capital, también aprenden a besar la mano gringa en vez de
defender a sus compatriotas.
Pero allí han aparecido los
testigos mudos pero contundentes de los cientos de esqueletos de mujeres,
niños, ancianos y hombres indefensos que se han encontrado en las diferentes
tumbas masivas y clandestinas que se han encontrado, incluso en los
destacamentos, quienes señalan directamente a ese glorioso ejército de
Guatemala como su carnicero.
¡Que viva la
resistencia popular!
¡Que viva el 30 de junio, Día de la
Dignidad de los pueblos masacrados!
¡Que viva Árbenz, el soldado del pueblo!
Colectivo La Gotera
Guatemala, 28 de
junio de 2014
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