Abandonar como sociedad la cultura del consumismo significará un cambio de paradigmas. Valores como la solidaridad, el respeto por la diversidad y el amor por la vida reemplazarán al egoísmo, al individualismo y a la avaricia.
Eliseo Vargas
Panamá. Los
capitalistas siguen adelante con el desarrollo que destruye a la Madre
Tierra desde hace cientos de años, mientras evitan señalar que ellos
mismos son los causantes del colapso que vivimos.
El cinco de junio, de forma un tanto
ambigua, un sector de seres humanos (especialmente los que lideran las
instituciones o ministerios de ambiente), festejan el “día mundial del
medioambiente”. Es mucho el tecnicismo con el que se habla cada año
sobre las medidas que se deben tomar a escala global para que nuestro
ecosistema planetario pueda prácticamente resucitar y
lograr “controlar” la degradación que nos lleva directo al colapso.
Gracias a nuestra propia especie no hemos podido invertir esa
tendencia, que lleva cientos de años acentuándose.
En los más recientes episodios de
nuestra era, el boom ambiental que acapara un poco la atención es el
cambio climático creado por sistema este genocida. Triste o
afortunadamente, esta realidad es cada vez más velozmente palpable y
sus consecuencias son más evidentes. Como el fumador que cada vez que
enciende un cigarrillo se quita días, meses y hasta años de su propia
vida, este sistema, con cada bocanada de veneno contaminante que suelta
a la atmósfera de nuestra Pachamama, contamina a nuestro entorno
natural, asesinando toda clase de seres vivos y paradójicamente
acortándonos a cada instante la vida.
Terremotos, tsunamis, inundaciones,
sequías, extinción de especies, desaparición de glaciares,
derretimiento de los polos, entre muchos otros eventos climáticos no
registrados en los últimos mil años, son el pan nuestro de cada día en
la superficie de nuestro planeta. Desafortunadamente estos eventos
pasan a ser un tema más en los medios de comunicación corporativos
dominados por este genocida sistema, ya que no les convienen y nunca
los relacionan con sus verdaderas causas ni, especialmente, con los
causantes.
Los responsables de este colapso en
nuestro planeta nunca han explicado ni lo harán, por ejemplo, la
relación que existe entre las inundaciones y las sequías, con las
políticas agrarias o forestales de la región, o la falta de ellas.
Durante los últimos 300 o 400 años, el inicio del capitalismo genocida
concentró sus mayores esfuerzos en aumentar la producción de bienes con
el fin de satisfacer las supuestas necesidades de los consumidores
(mejor dicho, del consumismo desmedido), inducidas desde la publicidad
mediática y por las mismas empresas promotoras de los transgénicos que
hoy controlan el genocida agronegocio que arrastra consigo la muerte a
nivel global.
Como era de esperarse, este genocida
sistema capitalista incrementó a velocidades astronómicas los volúmenes
de producción y consumo de “bienes”. Como tenía que suceder, llegó el
momento que las venenosas iniciativas de las multinacionales superaron
la capacidad de nuestro planeta para absorber los desperdicios de esos
criminales; comerse su basura; respirar su venenoso dióxido de carbono,
metano y clorofluorocarburos; y beber su contaminación, sus derrames y
los vómitos de sus grandes industrias.
La vasija se llenó y el ponzoñoso
contenido que por años cultivaron los capitalistas con su jurásico
concepto de desarrollo comenzó a salir por la borda. Parece ser que el
grifo estuvo abierto tanto tiempo que está bastante complicado
cerrarlo. La única opción que tenemos es tomar acción nosotros mismos
aquí y ahora. Debemos detener este innecesario derroche, tenemos que
obligar a los primates capitalistas (quienes se creen los dueños de
nuestra Madre Tierra y de nuestras vidas) a que planteemos una
estrategia de desarrollo integral gestado desde adentro hacia afuera y
no de afuera hacia adentro. Es nuestra obligación disminuir los altos
niveles de consumismo innecesario, consumir de forma responsable lo
necesario y así interrumpir el alud, que de otra forma nos va a tapar a
todos estemos donde estemos.
Si bien consumir individualmente de
forma responsable es lo que debemos hacer, eso sólo no es suficiente.
También debemos actuar de forma colectiva y ambientalmente responsable
como sociedad. Ese cambio será bastante difícil de llevar adelante.
Abandonar como sociedad la cultura del consumismo significará un cambio
de paradigmas, donde valores como la solidaridad, el respeto por la
diversidad y el amor por la vida reemplazarán al egoísmo, al
individualismo y a la avaricia.
Tenemos que transformarnos en una
sociedad que piense y decida como una sola especie y ya no de forma
individual; en una sociedad que abandone el modelo económico vigente,
dirigido por los dueños del capital y del poder -a quienes lo único que
les importa es maximizar sus ganancias. Debemos construir un modelo
ambientalmente sostenible y socialmente justo, en una sociedad que no
solamente tenga motivos para celebrar el día mundial del medio
ambiente, sino que actúe ahora mismo en defensa de nuestra Pachamama.
Este genocida sistema la denomina “medio ambiente” debido a que sólo
queda la mitad o menos de ella porque ellos mismos se encargaron de
devorar la otra mitad en un acto satánicamente caníbal.
Eliseo Vargas pertenece al pueblo originario naso en Panamá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario