Fuentes: Rebelión
El sábado 14 de marzo el FSLN (Nicaragua) llamó a la población a
realizar una marcha bajo el lema “Amor en tiempos de COVID-19”. Al
finalizar, la vicepresidenta Rosario Murillo leyó un discurso que entre
otras cosas afirma mantener en el país, toda la Programación de
Encuentros Comunitarios, Presenciales, de Comunicación Directa y de
Ferias, Certámenes, Pasarelas, Emprendimientos y Eventos Creativos y
Productivos, de todo tipo, Festividades y Eventos propios de la
Temporada, en la Lógica de nuestra Economía Creativa, Familiar, Popular,
y de nuestra Cultura Local, se mantienen y amplían.
Mantener
asimismo todos
los Encuentros Sociales, Gremiales, de Comerciantes, de Comercio, de
Emprendedurismo, de Iniciativas Digitales y Tecnológicas, de
Transportistas, se mantienen, amplían y desarrollan.
Y además, todos
los Eventos Culturales y Deportivos, Sociales, Económicos,
Ambientales, Creativos e Innovadores; todas las Obras de
Infraestructura y Lotes y Viviendas, se mantienen, amplían y
desarrollan.
Así como la
Programación de Reuniones y Encuentros de Organización y
Preparación para los Retos Electorales, se mantienen, amplían y
desarrollan.
En
esta línea la vicepresidenta termina diciendo: De
la Mano de Dios, Vamos Adelante, y de la Mano de Dios, en el Nombre
Poderoso de Jesús, Seguimos Venciendo!
En
resumen, Rosario Murillo llamó a mantener las concentraciones
humanas, las relaciones físicas multitudinarias, cuando lo cierto es
que el peligro es un virus sumamente contagioso que está causando
estragos en vidas humanas.
La
pregunta es: ¿es este un discurso normal, no ya desde la izquierda,
sino desde el sentido común? ¿es esta la alternativa de la
izquierda para combatir la pandemia? ¿por qué el negacionismo se
extiende a López Obrador que resta importancia al virus y va por la
calle regalando abrazos y besos? También en la derecha hay
desatinos. ¿Por qué el día 15 de marzo el dictador brasileño Jair
Bolsonaro convocó una manifestación en su apoyo, donde afirmó que
se trata de una simple gripe que no requiere especiales medidas, y
abrazó y besó a simpatizantes en Brasilia? Ahora, 25 de sus
allegados, entre ellos muchos ministros están contagiados.
Escribo
este texto desde mi lealtad al proyecto de vida de la izquierda. Sé
que puedo poner en peligro amistades hechas en la región
centroamericana desde hace 35 años. Pero siempre he actuado desde la
transparencia y me ha ido bien. Espero que también en esta ocasión.
El
caso es que Venezuela no se lo ha tomado a broma. Nicolás Maduro ha
decretado medidas lógicas, en la misma línea que países que
combaten el virus con todas sus fuerzas. Ha decretado el
confinamiento y cierre de actividades a fin de observar estrictas
cuarentenas, la prohibición de despidos hasta el 31 de diciembre, la
suspensión de alquileres de negocios y vivienda principal por seis
meses, el pago de nóminas a PYMES y medianas empresas, etc. Sin
entrar en detalles Venezuela si está en el combate. Como Cuba que
nunca se toma a la ligera las epidemias y pandemias. En África las y
los médicos cubanos fueron decisivos en la victoria frente al ébola,
y ahora están en Italia, donde han sido recibidos como héroes.
Harían bien otros países latinoamericanos en pedir apoyo a Cuba,
asesoramiento, conocimientos y sanitarios. También Argentina ha
tomado medidas de confinamiento. Y Ecuador, Bolivia, Paragua, Costa
Rica, Panamá han decretado cuarentenas.
Guatemala, Honduras y El Salvador, los tres países del
denominado Triángulo Norte de Centroamérica, han cerrado sus
fronteras e impuesto medidas de cuarentena.
Me
alegraré mucho que el gobierno de Nicaragua cambie de posición y
ponga por delante de cualquier otro interés la protección sanitaria
del pueblo. Ortega debe ponerse en el liderazgo de un pacto con los
sectores económicos, sociales y políticos para combatir juntos.
Esto no va de política. Habrá tiempo para ello. Ya es bueno que
asociaciones de médicos y enfermeras nicaragüenses hayan dado un
paso al frente para luchar contra el virus. Hace falta que el
gobierno ponga los medios.
Lo
cierto es que lo que haga Bolsonaro, mejor dicho lo que ya está
haciendo, me importa y mucho, pero lo coloco del lado del enemigo.
Además, ya Lula está reaccionando y tomando posiciones correctas.
Me importa mucho más que un gobierno como el de Nicaragua, en el que
sigue confiando una parte importante de la izquierda de América
Latina, siga instalado en soluciones esotéricas y a la vez
irresponsables. Y que nadie desde la izquierda diga nada. ¿El que
calla otorga?
Es
esto último lo que me lleva a posicionarme públicamente. Alguien
debe decir que lo del gobierno de Nicaragua es de locos, que su
comportamiento en la crisis sanitaria no representa ni a la nueva ni
a la vieja izquierda. Nunca me gustó la definición de socialismo
científico, pero menos me gusta la idea de al
socialismo por la oración, que
confunde dos planos, el del cielo y el de la tierra. Son confusiones
que producen sectas. La verdad es que ignoro a qué se debe el
comportamiento negacionista del gobierno de Nicaragua. Pero la idea
del “aquí no pasa nada” “de que no hay motivos para
alarmarse”, es peligrosa, pues supone hacer dejación de medidas
que debían haber sido tomadas desde hace semanas. Las marchas y
concentraciones que organiza Rosario Murillo son un foco de
contagios, algo que desgraciadamente se verá.
En
algunos sectores de la izquierda primero se afrontó el problema como
un asunto de conspiración, según el cual es Estados Unidos quien
está detrás con el propósito de cambiar el orden mundial. Incluso
en redes sociales se hizo creer que Noam Chomsky defendía la tesis
de la conspiración. Pero él lo ha desmentido radicalmente. Además,
cuando el contagio entró furioso en la Casa Blanca y en el FBI, el
argumento se hizo insostenible. Ahora se trata de suavizar la
gravedad del coronavirus, poniendo de relieve un desconocimiento
alarmante del tema. No vamos bien. Otra cosa es que el Imperio trate
de sacar ventajas de esta crisis.
Una
parte importante de la izquierda latinoamericana parece estar
colonizada por esquemas mentales que lo le llevan a estar atrapada en
una lógica que no entiende la realidad, los hechos y los datos, de
forma que los hace encajar en un modo de pensar ya establecido.
Siguiendo este camino volveremos a derrotas electorales severas. Por
el contrario, hay que despertar cuando antes. Y al hacerlo lo primero
que hay que comprender es que la lucha contra el coronavirus, no
tiene colores ni es un tema electoral. Se trata de la supervivencia
de nuestros países y por consiguiente, se hace imprescindible
medidas de Estado y de gobierno a las que las izquierdas no pueden
ser ajenas.
Yo
les planteo un reto: sabemos que el confinamiento es la única manera
de parar los contagios, pero el enorme sector informal de nuestros
países centroamericanos vende en la calle y vive en la calle muchas
horas al día. Es una contradicción dificilísima de resolver y que
exige la voluntad de todas las fuerzas políticas, sociales y
económicas. Si se hace de este estratégico asunto una batalla
política y electoral, será que no hemos entendido nada. Los ricos
deben poner mucho dinero a disposición del país, del pueblo, de la
patria, como lo quieran decir.
Precisamente
si en algo debemos distinguirnos las izquierdas de las derechas es en
la defensa de la vida. De la vida de todas y todos. Si no hay vida no
habrá revolución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario