Fuentes: Rebelión
No
hay vacío en la política. Siempre que hay vacío, hay instituciones
que tratan de llenarlo. Cómo las FFAA brasileñas
lo hicieron en
1964 y se proponen hacerlo de nuevo.
En
1964 las FFAA crearon ese
vacío para poder intervenir,
actuando fuertemente para erosionar al ya débil gobierno de João
Goulart. Apoyados en la Doctrina Seguridad Nacional, han erosionado
la legitimidad del gobierno y dieron el golpe, en sustitución de los
ineptos políticos tradicionales y sus partidos.
Ahora,
de nuevo, los partidos tradicionales
entraron en
crisis, derrotados sistemáticamente por el
PT. Bolsonaro se há aprovechado
de la nueva crisis de los partidos tradicionales para proponerse como
alternativa Fue un buen candidato para la derecha, el único que
tenía un fuerte apoyo en las
encuestas, gracias al apoyo de las
bases tradicionales del PSDB, que se habían radicalizado hacia
posiciones de extrema derecha. Con eso, Bolsonaro era la única
apuesta posible de la derecha para establecer una
maniobra monstruosa, que terminó llevándolo a ganar las elecciones,
aunque de forma fraudulenta.
Su
estilo salvaje y agresivo, grosero, proyectó una imagen de líder
popular. Designó a
un ultraneoliberal en
economía para garantizar el apoyo de los grandes empresarios Se
presentó como la única posibilidad de evitar que el
PT volviera al gobierno. Articuló
manipulaciones gigantescas, ante la complicidad del poder judicial y
los medios de comunicación,
logrando de ese modo dar el salto al
gobierno.
Fue
un buen candidato para la
derecha, pero no es un buen
presidente. No suma,
al contrario,
se está mostrando como un elemento
clave en la descomposición del
gobierno.
Se
acercó al ejército para contar con
su apoyo
y con personal para ocupar puestos estatales. También
para contar
con una institución comprometida con la represión y la defensa del
orden. Conforme Bolsonaro fue perdiendo
apoyo, incluso entre
los suyos, el gobierno fue llenándose
cada vez más de militares, tanto en
activo
como en la
reserva. Hoy componen el gobierno, mientras que Bolsonaro se vacía,
pierde apoyo y pierde capacidad de acción, situación aún más
grave por la pandemia que se extiende por todo el país. El vacío de
la capacidad de gobernar de Bolsonaro ya ha
sido cubierto por los militares,
cada vez más comprometidos, incluso como institución, con ese
gobierno.
Para
evitar la delicada operación de sustitución de Bolsonaro por su
vice, Mourão, el
gobierno se militariza cada vez más. Los militares ejercen su poder
de veto de acciones gubernamentales y son
el único
núcleo capaz de dar un cierto grado de cohesión
y acción
al gobierno, un gobierno
completamente perdido por la misma acción
disgregadora de
Bolsonaro.
No
es la mejor alternativa para las
FFAA, pero fue lo que
les tocó
y no van a desaprovecharla,
teniendo como objetivo mantener al gobierno, modificado o no, y la
construcción de una
institucionalidad que trata de prevenir el regreso del
PT al gobierno. Con el colapso del
gobierno de Bolsonaro, que pierde no solo apoyo popular, sino
que también perdió el apoyo de los
medios de comunicación y de
grandes sectores de la clase media, los militares se vuelven
estratégicos, una condición de gobierno, al
convertirse en su columna vertebral.
Un
proceso que choca frontalmente
con
la restauración de la democracia. La militarización del gobierno es
el principal obstáculo para el regreso de la democracia al
Brasil. Un gobierno sin legitimidad, sin capacidad de gobernar, que
se desintegra cuando debería dirigir
el
país en una
crisis tan grave
como esta, abre el camino a la
instauración del poder militar
dentro del Estado.
Si
hay ya un comando establecido
para sustituir
en
la práctica
a Bolsonaro, son especulaciones; pero
como se dice en italiano: ‘Si
non è vero, è bene trovatto’.
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