¿Cuándo nació?
No puedo decirlo con precisión, puedo dar algunas fechas de momentos en
que se empezó a visibilizar algunas de sus expresiones. Claro, hoy
podría decir con exactitud que tal hecho en tal año está asociado a él
pero, por supuesto, era imposible imaginar eso entonces.
Por el
año 2008 apareció en la televisión. Era una imagen subliminal que
discurría como un fondo de la imagen del primer plano. Recuerdo el
amistoso “prende y apaga” de Sergio Lapegüe o las coberturas de Julio
Bazán de la heroica resistencia de los chacareros como espacios en que
si mirabas con atención el fondo de la pantalla podías verlo.
No puedo decir que el monstruo nació en 2008, sólo digo que ese año pude
verlo yo. Hoy es fácil decir que había nacido antes, en ese entonces yo
no lo sabía.
El episodio del “no positivo” lo mostró en
esplendor. Bueno, en esplendor para lo que yo veía por ese tiempo.
Claro, un monstruo mucho más chico de lo que se vio después.
El
monstruo se corporizó a finales de 2015. Aunque también esta fecha es
confusa y difusa. Estuvo materializado antes de ella. Un momento en que
el monstruo se descontroló fue cuando mató a Nisman. Primero lo hizo
bailar un minué extrañísimo, lo hizo denunciar a la presidenta, lo hizo
enunciar una jeringonza en sus canales de televisión y luego lo forzó a
suicidarse. En esa operación el monstruo exhibió su asombroso poder.
Reunió la mayor parte de los medios de comunicación, buena parte de los
jueces y fiscales, políticos, potencias extranjeras como Israel y
Estados Unidos. Todos ellos y muchos más actuaban la sinfonía
monstruosa. De nada servía decir que los acordes eran falsos. No les
preocupaba. Mentían a coro.
Lo que ocurrió es que a finales de 2015 el monstruo tomó el mando. Ya no era un proyecto sombra, era el monstruo gobernando.
A partir de entonces el monstruo nos llevó como por un tobogán a toda
velocidad. Lo que mejor hizo fue falsear el paisaje. Falsear. Eso es lo
propio de este monstruo, a diferencia de otros monstruos anteriores, a
éste hay que explicarlo. Su misma existencia se hace “polémica”. Y es,
precisamente, ese el poder propio, nuevo, específico, del monstruo. Se
niega a sí mismo. El monstruo alega, con éxito, su inexistencia.
Imposible aquí hacer una cronología de qué hizo el monstruo al mando.
Desordenadamente, opositores presos políticos, lawfare, espionaje,
difusión en sus medios de productos selectos del espionaje a sus
enemigos (que, además, bien escuchados, demostrarían lo contrario de lo
que pretende), campaña sistemática de calumnia a sus enemigos, campañas
sistemáticas de insultos en los principales medios de comunicación,
asesinatos políticos, torturas, secuestros.
El listado del
párrafo superior solo refiere a delitos políticos que no existían desde
1983. No es que todo haya sido un paraíso democrático desde esa fecha,
pero delitos políticos en el marco de un plan sistemático, no, eso no
había desde 1983.
Un caso, porque los hay típicos, muestra al
monstruo de cuerpo entero. En el secuestro de Milagro Sala, en una de
sus detenciones, la incomunicaron. En la comisaría pusieron, como al
pasar, TN. TN puso, como al pasar, un reporte de supuestos informes de
blogs. En ese reporte informaron que una hija de Milagro había muerto en
un “ajuste de cuentas”. Eso daban como noticia. Esto escuchaba Milagro
sin poder hablar con nadie. Claro que la noticia era falsa de toda
falsedad. Lo propio de este monstruo es que hay que explicar que
torturaron a Milagro. Lo propio de este monstruo es el poderoso alegato
negador de su conducta.
Por supuesto que el monstruo destrozó
todo. Destruyó la industria, permanente enemiga de los monstruos,
duplicó el desempleo y la pobreza, en fin, las consecuencias económicas
son más conocidas. El monstruo alega que “pasaron cosas” o que fueron
cimientos de algo que vendría después. Esperemos no conocer ese algo.
Pero, nada de eso, también en este terreno nos encontramos frente a un
plan sistemático. El monstruo tiene un proyecto colonial, tiene una
ideología y tiene métodos (monstruosos) de implementarlo.
El pueblo, astuto, reconoció la genealogía monstruosa cuando en la calle le espetó: “Macri basura, vos sos la dictadura”.
Nuestra historia y nuestro aparato legal también tienen previstas
caracterizaciones y tipos específicos para el monstruo. Luego de ardua
lucha se caracterizó al último de su tipo como terrorismo de estado.
La encrucijada de la Argentina de hoy es determinar si el nuevo poder
monstruoso, el de la autonegación, tiene éxito. La última vez que
tuvimos un monstruo frente a nosotros enarbolamos Memoria Verdad y
Justicia y construimos una referencia para el mundo.
En este momento la moneda está en el aire. Yo vi el monstruo. ¿Vos lo viste?
Carlos
Almenara, docente, periodista, militante mendocino. Autor de “El
Faneróscopo de Eliseo. La máquina semiótica del grupo Clarín” (Mendoza,
el autor, 2014).
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