El diario
James E. Mitchell y John 'Bruce' Jessen declaran como testigos en el juicio contra los cinco principales acusados de llevar a cabo los atentados del 11 de septiembre. Los psicólogos fueron fichados por la CIA por su experiencia en la escuela de Supervivencia, Evasión, Resistencia y Escape de la Fuerza Aérea de EE.UU., encargada de entrenar a soldados para resistir torturas en caso de caer presos. Primero recibían hasta 1.800 dólares al día por aplicar su programa de torturas y después formaron una empresa que recibió 81 millones de dólares de la CIA. |
La teoría de la "indefensión aprendida"
sostiene que se puede romper la voluntad de una persona sometiéndola a
acontecimientos incontrolables y adversos. En esta teoría se basaron los
psicólogos James E. Mitchell y John 'Bruce' Jessen para diseñar el
programa de torturas de EEUU. La CIA los fichó por su experiencia en el
ejército de EEUU entrenando a militares a soportar todo tipo de abusos
en caso de caer en manos enemigas.
18
años después de su trabajo para la CIA, Mitchell y Jessen declaran
estos días en Guantánamo como testigos por primera vez en un juicio
abierto. Se trata de las audiencias previas en el juicio de los
atentados del 11-S contra los cinco principales detenidos en este caso,
todos ellos torturados. El principal acusado, Khalid Shaikh Mohammed
(KSM), fue sometido a ahogamientos simulados 183 veces, algunas de esas
directamente a manos de Mitchell.
Los
dos psicólogos que diseñaron el programa de torturas de EEUU en el
marco de la guerra contra el terrorismo han sido convocados por los
abogados de la defensa, que quieren que se invaliden las declaraciones de sus clientes por considerar que se obtuvieron de forma ilegal. Este martes comenzó la comparecencia de Mitchell y Jessen lo hará la semana que viene.
"Es
muy importante porque estos dos psicólogos nunca han testificado en un
tribunal abierto antes y lo van a hacer en condiciones adversas e
interrogados por los abogados de la defensa", señala Julia Hall, experta
de Amnistía Internacional en terrorismo.
Hall
está siguiendo las sesiones desde 'la galería' del tribunal de
Guantánamo, donde un triple cristal le separa de la sala principal y
donde el sonido llega a través de un altavoz con 45 segundos de retraso
para que en caso de que alguien revele información clasificada, las
autoridades puedan activar una alarma y no escuchen secretos que no
deben.
Psicólogos militares
Antes
de trabajar para la CIA, Jessen y Mitchell trabajaban como psicólogos e
instructores en la escuela de Supervivencia, Evasión, Resistencia y
Escape de la Fuerza Aérea de EEUU (SERE, por sus siglas en inglés). SERE
se creó al final de la guerra de Corea con el fin de entrenar a sus
soldados para soportar técnicas de abuso si caían prisioneros. Tras la
guerra de Vietnam, el programa de entrenamiento extremo se expandió al
resto del ejército.
En
diciembre de 2001 escribieron un análisis sobre el conocido como
'Manual de Manchester' de Al Qaeda y lo enviaron a la cúpula de SERE. El
manual enseña a los terroristas a mentir en los interrogatorios. El
texto de los psicólogos circuló por las más altas esferas hasta que
finalmente recibieron el encargo de la CIA de desarrollar un programa de
'técnicas de interrogatorio reforzado' para sacar información a los
detenidos acusados de terrorismo.
Los
psicólogos entonces invirtieron su dinámica de trabajo habitual: de
entrenar a soldados para soportar torturas, a diseñar torturas que
puedan hacer cantar a los soldados enemigos. "Mitchell se sentó al
teclado y juntos escribimos nuestra lista", afirmó Jessen en un testimonio a puerta cerrada por una demanda civil interpuesta por tres personas que fueron torturadas.
Su
trabajo se basó en la teoría de la "indefensión aprendida", la cual
sostiene que se puede romper la voluntad de los detenidos hasta
convertirlos en pasivos y depresivos con acontecimientos incontrolables y
adversos. En esa infame lista se incluía el ahogamiento simulado,
encerrar al detenido en pequeños cubículos, privación de sueño, golpear
al detenido contra la pared, etc.
Aún así, tal y como señala el informe del Senado de 2014 sobre el programa de torturas,
"ningún psicólogo tenía experiencia como interrogador ni conocimientos
especializados en Al Qaeda, en antiterrorismo ni ninguna experiencia
cultural o lingüística relevante". Aun así, los psicólogos adquirieron
un enorme poder en el programa de interrogatorios que va mucho más allá
de su simple planificación.
Mitchell
y Jessen llegaron incluso a llevar a cabo personalmente algunos de esos
interrogatorios sobre detenidos del más alto nivel. También analizaron
si el estado psicológico de los detenidos permitía continuar aplicando
su programa y evaluaron su efectividad.
Jessen
y Mitchell recibían hasta 1.800 dólares al día por aplicar su programa,
cuatro veces más que los interrogadores que no podían usar las
'técnicas de interrogatorio reforzado', según señala el informe del
Senado. En 2005, Jessen y Mitchell crearon la empresa 'Jessen, Mitchell y
Asociados', constituida específicamente para continuar con el programa
que ellos mismos habían diseñado y que la CIA había decidido
subcontratar. El valor del contrato entre la empresa de los psicólogos y
la CIA superaba los 180 millones de dólares. Cuando se anuló el
contrato en 2009, los contratistas habían recibido 81 millones. El
contrato incluía una cobertura de hasta cinco millones de dólares para hacer frente a costes legales que pudieran surgir de posibles demandas contra los psicólogos por su trabajo.
Desde
entonces, Jessen ha mantenido un perfil bajo y no ha hecho
declaraciones a medios de comunicación. Mitchell, sin embargo, se ha
convertido en un asiduo comentarista de Fox News, ha dado entrevistas
defendiendo su trabajo e incluso ha publicado un libro con sus memorias sobre todo el asunto (Interrogatorio
reforzado: dentro de las mentes y las motivaciones de los terroristas
islamistas que están intentando destruir América).
"Es
mucho más complicado que la narrativa que circula por ahí de que me
presenté en la CIA, llamé a la puerta y dije: dejadme entrar, quiero
torturar a gente y puedo enseñaros cómo", afirmó Mitchell en una entrevista con The Guardian para intentar desmentir las conclusiones de la investigación del Senado.
En
la entrevista cuenta que aunque el informe destaca su falta de
experiencia, ha pasado parte de su carrera estudiando la mentalidad de
los terroristas cuando trabajaba como especialista en desactivación de
bombas, después como negociador en secuestros y también en la escuela de
supervivencia del ejército del aire. Mitchell señala que fue destinado
al Mando de Operaciones Especiales del Ejército del Aire en Fort Bragg
para "desarrollar un protocolo para evaluar perfiles de criminales de
guerra y de gente que probablemente hiciera cosas con multitud de
bajas".
Mitchell insiste
en que el programa de 'interrogatorio reforzado' funcionó, aunque el
Senado en sus conclusiones no opinaba lo mismo. "Estoy seguro que hay
gente que piensa que si EEUU reconoce que la coerción funcionó, hay una
probabilidad mayor de que la gente use la coerción contra nuestra gente.
En el cuento de hadas en el que viven, todo lo que tienes que hacer es
darle a alguien un té y una galleta y todo irá bien".
El caso Zubaydah
Abu
Zubaydah fue el primer conejillo de indias sobre el que los psicólogos
aplicaron su programa de torturas. El Gobierno afirmaba que era uno de
los más importantes dirigentes de Al Qaeda, pero después reconoció que se había equivocado
(era peligroso, pero no formaba parte de la cúpula de Al Qaeda).
Zubaydah fue sometido 83 veces a ahogamientos simulados, sufrió
privación de sueño, le pusieron música a todo volumen, le quitaron la
ropa…
Aunque
Zubaydah nunca dio la información para la cual se habían justificado
las torturas, tal y como señala el informe del Senado, los dos
psicólogos dijeron que había tenido éxito y que se debería utilizar como
"modelo" sobre otros detenidos no porque las 'técnicas de
interrogatorio reforzado' produjesen información útil, sino porque su
uso confirmaba que Abu Zubaydah no tenía la información que la CIA
pensaba que tenía.
"Nuestro
objetivo era llegar a la fase en la que hubiésemos roto su voluntad o
habilidad a resistirse o negarse a darnos información. Buscamos llevar
al sujeto al punto en el que evaluamos con seguridad que no tiene
información o inteligencia que pueda prevenir un ataque terrorista",
afirmaron los psicólogos en un documento.
Prohibido citar libros
La
declaración de los psicólogos en la audiencia de Guantánamo se rige por
unas normas muy estrictas en las que ni siquiera la defensa tiene
permitido citar libros en los que se hable del programa de torturas
–aunque hayan pasado por el filtro de la CIA para su publicación–.
Uno
de esos libros podría ser el del exagente del FBI Ali Soufan, que en el
libro'The black banners' (Las banderas negras) relata un fuerte
enfrentamiento con Mitchell (a quien se refiere con el pseudónimo Boris)
en el interrogatorio a Zubaydah en una cárcel secreta de la CIA. Soufan
dedica todo un capítulo a criticar su intromisión en los
interrogatorios y sus tácticas. El exagente del FBI cuenta que Mitchell y
sus hombres no consiguieron ninguna información adicional a la que
había conseguido él previamente y Soufan acabó abandonando el
interrogatorio y volviendo a EEUU tras su enfrentamiento con 'Boris'.
Lo siguiente es un diálogo entre Mitchell y Soufan tal y como lo describe el exagente en su libro:
— La gente como Abu Zubaydah está preparada para morir por su casa. Está preparada para volarse por los aires.
— Esto es ciencia.
— ¿Has interrogado antes a algún terrorista islamista?
— No.
— ¿Has hecho alguna vez un interrogatorio?
— No.
Mitchell le respondió en la entrevista con The Guardian: "Se
te pide que creas que él estaba consiguiendo toda esta buena
información y que la CIA dijo: 'Bueno, no importa. No nos interesa esa
información. No nos interesa la verdad. Vamos a hacer esto otro'".
En
un momento determinado, ambos psicólogos abogaron por dejar de
practicar el ahogamiento simulado, pero la CIA no quiso. "Me decían
constantemente que iba a explotar una bomba atómica en EEUU y como les
dije que parasen, iba a ser mi culpa", afirmó Jessen. Mitchell confirmó
lo sucedido y aseguró que les llamaron "maricones". "Va a haber otro
ataque y tendréis las manos manchadas de sangre de civiles muertos",
cuentan que les dijeron.
Los "equipos limpios"
Cuando
Khalid Shaikh Mohammed (KSM) fue trasladado a Guantánamo en 2006 ya
había hablado en interrogatorios de la CIA realizados durante sus tres
años y medio de reclusión en una cárcel secreta y bajo torturas.
Esas
declaraciones, por tanto, no se podían utilizar en el juicio. Entonces
el Gobierno mando "equipos limpios" del FBI para interrogar de nuevo a
KSM y el resto de acusados. El objetivo de la defensa al llamar a
declarar a los dos psicólogos es desestimar también las declaraciones
obtenidas por esos "equipos limpios". Los abogados de los acusados
quieren demostrar que el FBI también estuvo implicado en las torturas y
sostienen que las declaraciones obtenidas bajo tortura no se pueden
separar de las que se obtuvieron sin ella.
En
2018, el juez prohibió el uso de los interrogatorios del FBI realizados
en Guantánamo, los cuales la Fiscalía considera "la prueba más crítica
en este caso". El nuevo juez del caso está estudiando ahora la
reincorporación de esas pruebas. La actual sesión previa en la que
participan Mitchell y Jessen se extenderá hasta el 1 de febrero, según
afirma Amnistía Internacional.
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