El magnate arremete en Twitter contra Bolton
El mandatario tiene derecho a creer que es
grandiosoy hacer de todo por ganar una elección en aras del interés nacional, afirma la defensa
▲ Manifestantes exigieron ayer la destitución del presidente Donald Trump, afuera del Capitolio.
Nueva York. La principal amenaza para Donald Trump en su
juicio político ya no son sus acusadores demócratas, sino sus ex
colaboradores, con una batalla que ha estallado entre la Casa Blanca y
su ex asesor de Seguridad Nacional, mientras sus abogados emplearon ayer
un argumento generalmente usado para defender a líderes autoritarios.
En el primer día de dos programados para preguntas de los senadores a
los equipos de defensa y los diputados-fiscales en el Senado, que
funciona como tribunal para el tercer juicio político a un presidente en
la historia del país, la principal batalla se da en el Capitolio entre
la Casa Blanca y John Bolton, quien fue asesor de Seguridad Nacional de
Trump hasta septiembre de 2019.
Las filtraciones de segmentos de un libro de Bolton que se publicará
en marzo y que ponen en duda la narrativa central del presidente y sus
aliados en este juicio –ya que el ex asesor afirma que Trump sí
condicionó el apoyo oficial de Wa-shington al nuevo régimen ucranio a
cambio de que le hicieran un favor para dañar a sus contrincantes
demócratas en la elección de este año– siguen amenazando el control de
este proceso por la Casa Blanca y el liderazgo republicano y su objetivo
de llevarlo a una pronta conclusión, si es posible esta semana, y
evitar la comparecencia de más testigos y nuevos documentos que tanto
desean los demócratas.
El Senado debe empezar a debatir y votar sobre el asunto de más
testigos y documentos el viernes, y mientras la batalla entre la Casa
Blanca y su ex empleado Bolton se intensificó con ataques directos de
Trump contra su ex asesor, junto con una carta enviada por la Casa
Blanca a la editorial de Bolton buscando frenar la publicación del
libro.
La carta, enviada la semana pasada pero hecha pública ayer, advierte que el libro contiene
información clasificada que no puede ser publicada o de otra manera divulgada públicamente sin borrar esta información clasificada.
Esta mañana, Trump atacó a su ex asesor en un par de tuits, cuestionando el porqué escribir
un libro tan repugnante y falso, y señalando que él lo despidió (Bolton dice que renunció) porque
ya estaríamos en la Sexta Guerra Mundialsi hubiera aceptado sus consejos. En otro tuit recordó que Bolton no podía ser ratificado por el Senado para ningún puesto y que le
rogópor ese nombramiento de asesor de Seguridad Nacional, el cual le dio a pesar de que muchos estaban en contra.
Al mismo tiempo, tuiteó un mensaje a los senadores republicanos para que no
caigan en el juego demócratay eviten convocar a más testigos.
Dentro del Senado convertido en tribunal para el juicio político, el
abogado estrella de Trump, profesor emérito de leyes de Harvard Alan
Dershowtiz, quien ha insistido en que el abuso de poder sí amerita el impeachment, ofreció ayer un argumento que provocó alarma entre algunos observadores al afirmar que un presidente que está actuando en
el interés públicono puede ser sometido a un proceso de destitución.
Pero no fue todo, sostuvo que “si un presidente hace algo que él cree
que lo ayudará a ser electo en el interés público, eso no puede ser el
tipo de quid pro quo que resulta en impeachment”. Indicó que no debe ser algo sujeto a juicio el que un mandatario piense:
soy un gran presidente; creo que soy el presidente más grandioso; si no soy electo, el interés nacional sufrirá muchoy que actué por lograrlo.
Algunos senadores demócratas comentaron que era un argumento
absurdo, sus colegas republicanos no encontraban la manera de defenderlo, mientras algunos comentaristas señalaron que ese razonamiento es muy común para justificar la conducta de líderes autócratas en todo el mundo.
Otros abogados del presidente argumentaron ante el Senado que Bolton
no puede testificar porque fue asesor de Seguridad Nacional, y por lo
tanto está bajo el privilegio ejecutivo de Trump.
Durante toda la tarde y noche de ayer continuó la sesión de preguntas
y respuestas, con senadores enviando por escrito sus inquietudes al
jefe de la Suprema Corte, John Roberts, quien preside este juicio
político, y las presentaba oralmente. Los integrantes del equipo de
diputados enviados por la Cámara de Representantes como fiscales al
juicio, y los abogados defensores de Trump, respondieron, en un proceso
que más que nada fue una oportunidad para repetir los argumentos ya
presentados por ambos lados en los primeros días de este juicio.
Algunos aprovecharon su turno para hacer preguntas sin respuesta.
Anoche, el senador Bernie Sanders, candidato presidencial demócrata que
busca ser quien rete al acusado en las elecciones, preguntó: “dado que
los medios han documentado las miles de mentiras del presidente Trump
–más de 16 mil 200 hasta el 20 de enero–, ¿por qué se espera que
tengamos que creer que cualquier cosa que él diga tiene credibilidad?”
Nadie pudo dar una buena respuesta.
Trump, junto con Mitch McConnell, líder de la mayoría republicana, se
han coordinado desde el inicio en su esfuerzo por tratar de llevar este
juicio a una rápida conclusión con el resultado final esperado por
todos, la exoneración del presidente de ambos cargos: abuso de poder y
obstrucción al Congreso.
Trump desea que el juicio concluya antes del 4 de febrero, cuando
está programada su presentación del informe anual –el llamado el Estado
de la Nación– ante el Congreso.
Con la casi asegurada absolución presidencial con que se pronostica
la culminación de este proceso histórico, el único suspenso por ahora es
si habrá los 51 votos necesarios (se necesitan por lo menos cuatro
republicanos para sumarse a la minoría demócrata) para convocar a Bolton
y otros como testigos.
A la vez, algunos, recordando Watergate, y el fin de Nixon,
aún esperan la posibilidad de algunas sorpresas más, como la del ex
asesor de Trump, que podrían descarrilar el plan del liderazgo
republicano e incluso poner en duda el veredicto final.
Por ahora, esas sorpresas, si aparecen, no se esperan del lado de los
contrincantes demócratas del presidente, sino dentro de su propio
círculo o partido.
Foto Ap
David Brooks
Corresponsal, Periódico La Jornada
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