Días
pasados el escritor Mario Vargas Llosa publicó una nota en el diario El
País (Madrid) titulada “Retorno a la barbarie” en donde se refería a
Colombia y decía que allí “la democracia funciona y parece hacer
avances, pese a todas las deficiencias del llamado “proceso de paz”.
Días después publiqué una nota refutando las principales tesis expuestas
por el novelista peruano (ver en mi blog http://atilioboron.com.ar/la-furia-del-hechicero-y-la-venganza-de-roger-casement/ o en numerosos periódicos digitales). Pero hoy lunes 9 de septiembre leo en el diario El Espectador
de Colombia que en poco más de un mes han sido asesinados seis
aspirantes a distintos cargos en disputa para las elecciones regionales
que tendrán lugar el próximo 27 de octubre.
Ultimados a
escopetazos, o con fusiles y granadas, secuestrados y abandonados luego
en automóviles incendiados. Tan grave es la situación que el senador
Gustavo Petro exigió la suspensión de las elecciones en los distritos en
donde se asesinen a los candidatos.
Esta noticia la
comparto porque es un lúgubre y a la vez rotundo recordatorio de la
visión sesgada que Vargas Llosa exhibe en sus crónicas políticas, donde
se muestra minuciosamente implacable para descalificar y satanizar
situaciones o personajes que considera “bárbaros” de distinto pelaje
como Maduro, Evo, Ortega (y que por casualidad coinciden con los que el
gobierno de Estados Unidos define como sus enemigos y les declara la
guerra) a la vez que hace gala de una infinita tolerancia para
convalidar, con su atronador silencio, los crímenes que se cometen en un
país donde “la democracia funciona y parece hacer avances”, como en
Colombia.
Sólo por las opacas anteojeras ideológicas que
ofuscan la visión del novelista es que puede ensalzarse a Colombia como
un ejemplo de una democracia que funciona bien. Si estos asesinatos
hubieran ocurriesen en la campaña electoral ahora en curso en Bolivia
Vargas Llosa seguramente habría puesto el grito en el cielo. Pero no,
tuvieron lugar en un lugar donde gobiernan los amigos y la respuesta es
un silencio cómplice. Doble rasero, que le dicen. Una vara para medir a
los enemigos, otra completamente distinta para medir a los amigos. No
sólo no es serio. También es inmoral.
A CONTINUACIÓN, los pasajes más relevantes de la nota de El Espectador informando sobre este asunto:
“Con
la muerte de García Vásquez ya son seis aspirantes a las elecciones los
que han sido asesinados desde el 27 de julio, fecha en la que se
cerraron las inscripciones de candidaturas. El pasado 1° de septiembre,
en un atentado con fusiles y granadas, mataron a Karina García,
candidata a la Alcaldía de Suárez (Cauca), y Yeison Obando, candidato al
concejo de ese mismo municipio. El 19 de agosto fue hallado sin vida el
cuerpo de Luis Eduardo Caldera Villamizar, quien era aspirante al
Concejo de San Jacinto del Cauca (sur de Bolívar), desaparecido días
antes.”
“El 12 de agosto fue Nelson Enrique Gaviria García,
candidato al Concejo de Betania (Antioquia), quien fue interceptado
cuando se desplazaba en un taxi por desconocidos que le propinaron
varios disparos y lo mataron. Y el 3 de agosto, Silvio Alonso Álvarez,
candidato por el Centro Democrático al Concejo de Versalles (Valle del
Cauca), fue hallado muerto en la vereda Arabia con un impacto de bala.
Estos hechos, incluso, ya han motivado propuestas, como la del senador
Gustavo Petro, para que no se realicen las elecciones en los sitios en
donde la violencia está a la luz del día en la contienda. “Ni las
elecciones de Suárez ni las de Toledo se deben realizar, ninguna
elección es válida si han asesinado a uno de los candidatos
participantes”, comentó el congresista en Twitter”.
- Dr. Atilio A. Boron, director del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini (PLED), Buenos Aires, Argentina. Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2013.
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