Guatemala
1
El estado de
sitio es una demostración de fuerza. Sanciona un poder cuasi absoluto,
para el que todo vale: por ejemplo, multiplicar exponencialmente y a la
carta la extensión territorial de aplicación (seis departamentos y 22
municipios, aunque la conflictividad inicial se focalizó en una
comunidad).
Queda normalizada la arbitrariedad y
discrecionalidad. Se justifica lo ilegal y la ilegitimidad de este
Estado y sus múltiples poderes.
2
El estado de sitio
no es una medida aislada, al menos en su declaración de intenciones. El
Estor es el segundo aviso-amenaza de estado de excepción-sitio. El
primero fue Champerico, a petición de una transnacional camaronera
supuestamente extorsionada. La solicitud se dio en el marco de una serie
de ”capturas” de avionetas transportadoras de droga, invariablemente
desocupadas y vacías, en un contexto difuso/fabricado de accionar de
grupos de narcotráfico.
3
El estado de sitio inaugura
una fase de restricción máxima de libertades. Al mismo tiempo, es
consecuencia de un proceso prolongado de legitimación del uso de la
fuerza y ataques a organizaciones sociales. La construcción de
imaginarios autoritarios, de control social y enemigos internos, es
previa al estado de sitio, y se profundizará tras su vigencia.
Se fortalece el proyecto neoliberal y el modelo de Estado en fase
militar creciente, que acentúa sus rasgos autoritarios, discrecionales y
represivos, con ascenso del papel político del ejército.
4
El estado de sitio y la militarización son la respuesta visible de los
actores de poder para el control de territorios y el cuidado de grandes
negocios. Los municipios afectados directamente, así como otros
amenazados (Champerico) son territorios estratégicos, por la abundancia
de bienes naturales, los intereses de prominentes finqueros y la
organización comunitaria frente al despojo.
A partir de una
medida de autoridad extrema, intentan satisfacerse intereses
particulares de empresarios, grupos criminales en disputa y
reordenamiento, Ejército, gobierno actual que quema la última nave de
los negocios ilícitos, gobierno entrante, al que favorece la paz social,
aunque sea la paz de los cementerios.
5
El estado
de sitio no es solamente la despedida con cohetes de un gobierno tan
mediocre como excluyente y autoritario. El nuevo gobierno ya está
operando, con la complicidad militarista del que va de salida.
6
El estado de sitio es una disputa de relato. El problema hoy, o
acentuado hoy, es que la disputa del relato excluye argumentaciones o
elude las contradicciones del discurso.
Se construyen
argumentos, los argumentos se vuelven excusas, se argumenta de manera
confusa y disparatada: conflicto de narcotraficantes, guerrilleros,
invasores, seudodefensores de derechos humanos, comunistas, en el mismo
día y a partir de la misma fuente.
En la retórica
gubernamental la resistencia de comunidades a proyectos extractivos se
entrevera con el narcotráfico, el conflicto armado interno con la
conflictividad actual, la guerra fría con la ingobernabilidad.
7
No hay, por ahora, contrapesos a esta violencia institucionalizada, en
una situación de fragmentación extrema de las luchas sociales.
Sin embargo, el estado de sitio, como demostración de fuerza,
instrumento de reorganización autoritaria del Estado, operador de
actores económicos, reproductor de imaginarios de violencia, es también
una señal de debilidad: la razón de un Estado y un sistema que carecen
de recursos y voluntad para construir consensos.
Por aquí puede
continuar la tarea, oponer -a una racionalidad política que defiende la
violencia como método privilegiado- otra estrategia que busca
soluciones en la raíz de los problemas, a partir de la construcción
colectiva, el diálogo y el consenso.
Blog del autor: www.memorialguatemala. blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario