La caravana partió el
sábado de San Pedro Sula. Iban por lo menos 300. Hombres, mujeres,
niños. Centenares, a pie. Pretenden llegar a los Estados Unidos. “No nos
vamos porque queremos, nos expulsan la violencia y la pobreza", es el
lema que los anima.
Creen que se les irán sumando muchos otros, en el
camino. Pero es difícil imaginar que esa abigarrada multitud pueda
cruzar México y llegar a pie a los Estados Unidos. La marcha se inició a
menos de una semana de que, en la segunda “Conferencia para la
Prosperidad y la Seguridad en América Central”, celebrada el 11 y 12 de
octubre en Washington, el vicepresidente de ese país, Michael Pence, le
advirtiera a los gobernantes de Guatemala, El Salvador y Honduras, para
que tomasen medidas y evitaran que continuase la inmigración ilegal
hacia el norte.
Millones de inmigrantes
Fuentes
hondureñas estiman que más de un millón de sus conciudadanos viven en
Estados Unidos. Según la Organización Mundial para las Migraciones (OIM)
esa cifra es de casi 600 mil, de los cuales 350 mil son inmigrantes no
autorizados y 61 mil disfrutan del Estatus de Protección Temporal.
Los
salvadoreños en Estados Unidos serían poco más de 1,3 millones, de los
cuales cerca de 700 mil son inmigrantes no autorizados y otros 204 mil
están acogidos al estatus de protección temporal. Finalmente, la OIM
estima en cerca de 927 mil los guatemaltecos viviendo en Estados Unidos,
de los cuales 525 mil serían inmigrantes no autorizados.
Los
datos de la OIM son bastante más reducidas si comparadas con otras
fuentes. No es difícil encontrar, por ejemplo, las que estiman en más de
2,5 millones solo los salvadoreños que viven en Estados Unidos. A los
que no tiene su situación migratoria legalizada les preocupa
especialmente la decisión del presidente Donald Trump de poner fin a ese
Estatuto de Protección Temporal, bloqueada temporalmente por un juez
federal.
La administración norteamericana, en todo caso, ha
venido aplicando la medida de mantener en centros de detención
especiales a los niños menores, separados de sus padres inmigrantes, y
que podrían ser dados en adopción caso esos padres fueran deportados.
Para
tenerse una idea de lo que representan desde un punto de vista
económico esa migración, tenemos que las remesas enviadas a sus países
de origen equivalen a casi el total de sus exportaciones. En el caso de
Honduras son la primera fuente de divisas y, el año pasado, llegaron a
4.355 millones de dólares. En El Salvador alcanzaron, en el mismo
período, 5.021 millones de dólares, según el Banco Central salvadoreño,
casi 10% más que el año anterior. Cifra que, en Guatemala, fue de casi
8,2 mil millones de dólares en 2017.
Regañados
La
reunión de Washington, atendida por Pence, por el Secretario de Estado,
Mike Pompeo, y por la encargada de la oficina de Seguridad Interior,
Kirstjen M. Nielsen, fue la segunda promovida por el gobierno de Estados
Unidos (con la copresidencia de México) y los países del Triángulo del
Norte de Centroamérica. La primera fue celebrada el año pasado en Miami.
En
el primer día, dedicado a la “Prosperidad”, los participantes
analizaron medidas para promover proyecto de desarrollo económico,
infraestructura y energía. El segundo día estuvo dedicado a temas de
“Seguridad”, principalmente la inmigración centroamericana, que preocupa
tanto a Washington, y a las amenazas del crimen organizado.
“El
vicepresidente busca fortalecer nuestra seguridad nacional al abordar
temas claves como la inmigración ilegal, el tráfico de drogas y promover
la prosperidad de América Central”, señaló un comunicado oficial de la
Casa Blanca.
Enfrentados a la amenaza de que el presidente Donald
Trump pueda cortar la ayuda a sus países, los gobernantes de las tres
naciones centroamericanas participantes han sido cuidadosos al criticar
la ”controversial política migratoria” del mandatario, estimaron
periodistas al comentar el encuentro.
En realidad, esa ayuda es
poco significativa, alcanzando 140 millones de dólares para Guatemala,
95 millones para Honduras y 72 millones para El Salvador.
Pence
afirmó que más de la mitad de los inmigrantes indocumentados que
ingresaron por la frontera con México, detenidos en Estados Unidos,
previenen de los tres países.
En junio pasado, en una visita a
Guatemala, Pence ya había advertido a los países centroamericanos,
insistiendo en que debían tomar medidas para fortalecer el control de
sus fronteras y evitar esa inmigración. Calificada de criminal por la
administración norteamericana, Trump hizo de la construcción de un muro
fronterizo con México un tema central de su campaña.
El
vicepresidente insistió en que los gobernantes centroamericanos le digan
a sus ciudadanos que no deberían tratar de entrar ilegalmente a los
Estados Unidos; que si no lo podían entrar legalmente, que mejor no
vinieran, poque se iban a enfrentar a situaciones difíciles.
Rachel Rosenberg, investigadora asociada del Consejo de Asuntos
Hemisféricos (COHA), destacó la exigencia de Pence para que los
gobiernos centroamericanos hicieran más para contener esa inmigración.
“Los temas estructurales que promueven la masiva inmigración
centroamericana parece ser un tema polémico para la administración
Trump”, agregó.
Presionado por Pence, el presidente hondureño,
Juan Orlando Hernández, reelegido en dudosas elecciones, con el apoyo de
los Estados Unidos, reclamó que necesitaba una respuesta a la situación
de los niños hondureños detenidos y separados de sus padres. “Yo no
puedo volver a Honduras sin una respuesta” a este problema, se lamentó
Hernández. “Imagínese si un niño de su país se encontrara en esa
situación. Ud. podría entender el rechazo que esto provoca en mi país,
la enorme presión que enfrento, es un asunto de humanidad”, dijo el
presidente hondureño, dirigiéndose a Kirstjen Nielsen.
En todo
caso, para Washington, como reiteró Pence, el tema es considerado como
una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos.
Consecuencias fatales
La
política de cerrar las puertas a la inmigración centroamericana
adoptada por la administración Trump tendrá “consecuencias fatales para
toda la región”, estimó Joaquín Villalobos, un exguerrillero salvadoreño
que ahora sirve de asesor a gobiernos e instituciones conservadoras.
“El presidente Trump ha planteado construir un muro que cerraría la
válvula de escape a la presión demográfica de la región, al mismo tiempo
ha anunciado deportaciones masivas, impuestos a las remesas y
erradicación de las ‘maras’ en Estados Unidos expulsando a sus miembros a
Centroamérica”, afirmó Villalobos.
El exguerrillero recordó que
en los últimos doce años ha habido casi 190 mil homicidios en
Guatemala, Honduras y El Salvador, cifra que compara con los 220 mil
muertos en los 50 años de guerra civil en Colombia.
Esto coloca
la región como “la más violenta del planeta”, y recuerda que “la
deportación sistemática de delincuentes fue lo que llevó a las pandillas
de Los Ángeles a Centroamérica. Una vez allí éstas se multiplicaron por
la pobreza y se volvieron más violentas por la incapacidad de los
gobiernos para detener su avance. Ahora son un poder fáctico que
controla territorios y somete población”.
Villalobos estima que
la decisión de la administración Trump de poner impuestos las remesas,
de cerrar la puerta a los inmigrantes, de deportar a centenares de miles
de trabajadores y enviar a miles de pandilleros de vuelta a países
terminaría por conformar “una tormenta perfecta” en Centroamérica.
China
Pese
a la especial atención dedicada al tema, Pence no estaba interesado
solo en el problema migratorio. La reunión sirvió también para reiterar
las políticas de aislamiento para tratar de derrocar el gobierno de
Venezuela y advertir contra la tentación de establecer relaciones
comerciales más cercanas a China.
"Le dije a cada nación
representada aquí que, cuando vayan a establecer relaciones comerciales
con otras naciones, incluida China, piensen en sus intereses a largo
plazo y en los nuestros", afirmó Pence. "Cuando China trata de ampliar
su influencia en la región, la mejor manera de enfrentar esos problemas
es fortaleciendo los lazos entre Estados Unidos y los países del
Triángulo del Norte y de todo el hemisferio", agregó.
El Salvador
rompió sus relaciones con Taiwán en agosto pasado para establecerlas
con China, pero Centroamérica sigue siendo el principal bloque de
naciones –integrado por Guatemala, Honduras, Nicaragua y Belice– que aún
mantiene relaciones con Taiwán.
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