Víctor Flores Olea
En estos tiempos, pocas cosas
pueden ser más amenazantes que una caravana inesperada que se cierne
sobre un país. Tal es la situación que vive hoy México por la gran
migración que ha partido de Centroamérica, sobre todo de Honduras, cuya
intención como casi siempre en estos casos es marchar hacia el norte,
desde luego a Estados Unidos, si se estira un poco la liga llegando
también a Canadá y pasando por México, que a sus ojos no parece tener
los atractivos suficientes.
El presidente Enrique Peña Nieto les ha ofrecido trabajo en general
que sólo obtendrían aquellos que tengan la documentación completa que
exige México. La oferta aparentemente ha sido ya olímpicamente
rechazada, me supongo que por falta de interés en el país y por la falta
de aquellos documentos fundamentales. La oferta de Andrés Manuel López
Obrador (AMLO), de incorporarse a los próximos trabajos ferroviarios que
se propone emprender el presidente electo en el sur del país, ha sido
vista con interéspor los dirigentes de la caravana, pero como no muestra, por lo pronto, como es normal, ningún carácter de realización concreta e inmediata, tendrían que esperar un tiempo para su realización. En caso de que se materialice la idea, habrá que esperar hasta que los proyectos de obra cobren carácter operativo. En todo caso, queda esta propuesta de AMLO como una variante de futuro que pueda tener una incidencia positiva en la caravana que hoy nos amenaza.
De todo esto, resulta claro que el objetivo real de la caravana, de
alrededor de 7 mil personas, tiene el propósito fundamental de llegar a
Estados Unidos y de abrir allá nuevos puestos de trabajo. Y aquí es
donde comienza el verdadero problema, ya que el presidente Donald Trump
ha negado tajantemente su disposición a abrir las puertas a estos
migrantes centroamericanos, incluso amenazando con desplegar en la
frontera sur de su país no sólo a la Guardia Nacional, sino inclusive al
ejército, lo que hace muy difícil de resolver el problema.
Todo indicaría que la cuestión de las migraciones, que se han
multiplicado en casi todas las regiones del mundo, no puede resolverse
casuísticamente, sino sólo a partir de una cooperación internacional
abierta y con la participación de múltiples países y organismos que
lleguen a enfoques semejantes. Pero aquí está sin duda uno de los
problemas más difíciles: amplias regiones y buen número de naciones han
dado un giro político hacia la derecha, incluso como resultado de esta
cuestión migratoria en aumento. La xenofobia y el racismo que han
crecido en muchas partes como consecuencia, alimentan el repudio de las
sociedades incluso más desarrolladas
hacia el exterior que nos invade, reforzándose el punto de vista emocional y, por tanto, irracional, de que es repudiable
todo lo que venga de afuera y altere nuestra vida pacífica y sin sobresaltos.
Estos fenómenos explican hondamente el giro hacia la derecha que
actualmente define la posición política de buen número de países en
Europa, América Latina y más allá. Como ejemplo de lo anterior
pudiéramos mencionar el Brexit de la Gran Bretaña, el giro
hacia la derecha de países como Italia, Hungría, Polonia y otros, el
triunfo electoral de Donald Trump, que roza con el fascismo, el muy
probable triunfo de Bolsonaro en Brasil y otra serie de fracasos de la
democracia que sería largo enumerar. En síntesis, estamos ante una
derechización del mundo, cuyos resultados a mediano y largo plazos están
aún por verse, pero que no estimulan ninguna suerte de optimismo.
Para la izquierda, en cambio, claramente parecen tiempos difíciles,
con el resultado positivo al menos de alejarla del más cerrado
dogmatismo y de hacerla más flexible ante las distintas posiciones
sociales, haciéndola en suma más inteligente y perspicaz ante las
cambiantes posiciones políticas y económicas. Sí, la izquierda parece
haber ganado en agudeza y capacidad para el análisis; sin embargo, la
derecha ha triunfado en la esfera del poder real. Pero, ¿seguirá esto
por mucho tiempo? Imposible decirlo, ya que depende de una serie grande
de factores, reconociendo que la avidez por el bienestar material puede
cancelar en alto grado la vocación de la inteligencia, pero también
reconociendo que esta última puede imponerse a las inclinaciones
negadoras de la civilización que todavía forman parte de la especie
humana. Al final de cuentas esperamos, como ya ha ocurrido en diferentes
momentos de la historia, que el lado moral y civilizatorio, que también
constituye aspecto decisivo de la humanidad, se imponga a sus
contrapartes negativas y destructivas, manteniendo a flote los aspectos
constructivos de la misma, lo cual, desde hace milenios, nos permite un
optimismo que es la razón misma de la existencia de la especie.
En cuanto a la caravana que nos amenaza, por diversas informaciones
periodísticas ahora resulta probable que ha sido estimulada por los
republicanos seguidores de Trump, a manera de descalificar a los
demócratas en las próximas elecciones de ese país. No hay certezas al
respecto, pero valdría que el gobierno de México, el saliente y el
entrante, realizaran una pesquisa conjunta sobre el particular, para
actuar en consecuencia.
En todo caso es uno de los problemas más agudos y difíciles de la transición.
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