Entrevista a Rafael Correa, ex mandatario de Ecuador
Página/12
Correa, quien vive en Bélgica desde hace un año, afirma que en su país lo quieren ver preso o muerto y que Lenin Moreno –hoy su archirrival– pautó con EE.UU. “La CIA actúa con las embajadas. La decisión es exterminar a la izquierda.” |
Mientras siga vigente la prisión preventiva, Correa no volverá a Ecuador; en la imagen con su gato Dobi.
Desde Bruselas
El
otoño belga es excepcionalmente cálido. Rafael Correa aprovecha un
sábado de octubre a la mañana para ir al mercado de la Place de la
Université, en Lovaina La Nueva, el pueblo belga de 29 mil habitantes a
40 minutos en tren del centro de Bruselas, donde desde hace un año vive
el ex presidente de Ecuador. Viste elegante sport y calza unos zapatos
leñadores gastados. Lleva en el bolsillo un papel arrancado de un
cuaderno donde su esposa Anne Malherbe –a quien conoció en una
residencia universitaria de esta misma ciudad hace 28 años– le anotó en
francés que debe comprar berenjenas, tomates, pepinos, papas y frutas.
Gasta 45 euros. Le pide al verdulero que para la próxima reemplace las
bananas de República Dominicana por las de Ecuador. Paga con una tarjeta
del banco holandés ING. Saluda en quechua a Armando, un ecuatoriano de
una comunidad andina que tiene un puesto de ropa en el mercado. Recorre a
pie 10 minutos rodeado de verde y regresa a su departamento: un cuatro
ambientes con balcón terraza en un segundo piso. Lo alquila a 1250 euros
mensuales.
Los Correa se mudaron a Lovaina La Nueva a mediados
de 2017 porque les gustó la escuela pública de allí para Miguel, su hijo
adolescente. También para estar cerca de sus dos hijas, Anne Dominique y
Sofía, que consiguieron becas para estudiar en París. Además, buscaban
acercarse a los padres de Anne, oriunda de Namur, a media hora de la
nueva casa. Querían, dicen, poder comer juntos los domingos o salir
tranquilos a la calle. Este verano fue complicado para la familia: a fin
de mayo, a Anne Dominique la atropelló un auto en Ginebra, donde estaba
haciendo una pasantía como periodista. Tuvo una doble fractura abierta
en el tobillo además de muchísimos golpes. Se está terminando de
recuperar.
–¿Fue fuerte el cambio de ser el presidente diez años de un país a ser uno más en un pueblo belga?
–Antes
de ser presidente detestaba la rutina o ir al supermercado, ahora lo
disfruto. Dijeron ‘Correa es un don nadie ahí’. ¡Eso vine a buscar! Me
encanta cocinar. Arroces, ceviche. Me gusta experimentar. Por ejemplo,
el otro día inventé la “salsa amatriciana al estilo Rafael”: le pongo
chorizos españoles. También soy experto en parrilladas aunque una de mis
hijas, vegetariana, me ha convencido de comer menos carne.
Visitas ecuatorianas
En
su mano derecha Correa porta una muñequera: se resintió del esguince
que se hizo el 8 de julio último tras zamarrear al periodista
ecuatoriano Ramiro Cueva, después de que éste lo increpó en la calle
mientras el ex presidente caminaba con una de sus hijas. “¿Si te dicen
ladrón tienes que decir viva la libertad de prensa? Por ser presidente
no dejas de ser humano.” Hace unos días la Justicia belga condenó al
periodista por amenazas: debe pagar 1600 dólares de multa si vuelve a
Europa.
Hubo otro episodio violento: en agosto dos periodistas
del medio ecuatoriano La Posta llegaron para mostrar la vida europea del
ex presidente. Se enfrentaron con correístas que viven en Bruselas.
Correa denunció acoso a la policía: “Vinieron a buscar una vida de
millonario y no pudieron demostrar nada”.
El salario medio en
Bélgica es poco menos de 4000 euros por mes. Correa calcula que podría
vivir bien con los 4600 dólares de la pensión presidencial más el sueldo
como maestra de su esposa: “Pero tengo 13 procesos penales, hace meses
que tengo que trabajar para pagar mi defensa”.
Recibe ingresos
por dar cursos on line y conferencias. Tiene un salario fijo como
presidente del Instituto de Pensamiento Político y Económico Eloy Alfaro
y además hace consultorías por su cuenta. Asegura que se ha “comido los
ahorros familiares”, que se endeudó, pero que ya equilibró los números
porque “por una conferencia pueden pagar 60 mil dólares, no como Obama
que cobra 200 mil, pero las pagan bien”.
Lenin Moreno le retiró
la seguridad presidencial, ahora tiene un servicio particular. “Es una
protección básica, gente desarmada, necesito tener al menos un chofer
que sepa conducir en caso de emergencia. Lo paga una institución. No
puedo decir cuál. La discusión en Ecuador es tan tonta que dicen ´¿si es
tan popular para qué necesita protección?´ Pero además de eso,
suponiendo que no tenga ningún enemigo personal, que es imposible, tengo
secretos de Estado”.
–¿Es privada o pública esa institución que paga la seguridad?
–Es, digamos, sin fines de lucro.
Judicialización de la política
En
Ecuador, Correa tiene una orden de prisión preventiva vigente desde
julio de este año. La Fiscalía General del Estado lo acusa de ser el
autor mediato del secuestro del ex seguidor suyo Fernando Balda, a quien
agentes de inteligencia ecuatorianos intentaron secuestrar en Colombia
en 2012. La fiscalía apunta a Correa porque era “el presidente de la
república y por lo tanto jefe directo de los servicios de inteligencia”.
“A mí me quieren muerto fuera del país o preso en el país y que me
maten ahí. Saben que les ganamos cualquier elección si yo estoy”,
responde. Una jueza se pronunciará sobre su situación en una audiencia
el próximo 23 de octubre. Interpol aún no ha atendido el pedido de
captura. Su última opción es pedir asilo en Bélgica. “Es muy difícil que
cumplan su sueño de verme esposado volviendo al país. Si voy tendría
que ir a probar mi inocencia cuando debería ser al revés. Ya basta, es
una locura allá, se vive una dictadura, una falta total de Estado de
Derecho.”
–Pero quien lidera ese Estado fue promovido por ustedes mismos para llegar al poder.
–Totalmente,
yo soy el principal responsable de lo que está ocurriendo. ¿Cómo pude
dejarme engañar por un tipo así diez años? Es un impostor profesional.
Me decía que yo era el mejor ecuatoriano de todos los tiempos. Ahora
dice todo lo contrario. O fue un impostor profesional o algo se le
saltó. Es difícil que exista alguien con tanto cinismo, sólo puede
mantenerse con la complicidad de la prensa.
–¿Dolió personalmente el cambio de Lenin Moreno?
–
No éramos amigos, yo lo apreciaba mucho por su historia, por cómo se
recuperó de una tragedia. Pero no era tan cercano como otros que también
traicionaron y esos sí desgarra el alma. Debo estar preparado, sé que
así es la vida. Pero tú puedes saber que una inyección duele y no por
eso cuando te la ponen te va a dejar de doler. Sí me sorprendió la
cantidad y magnitud de las traiciones. ¿Quién puede adivinar esas cosas?
Caras vemos, corazones no. Hay analistas allá que dicen que la traición
es el instrumento tradicional de la política ecuatoriana. ¡Lo
banalizan! Como si fuera una opción que tienes la de traicionar ¡por
favor!.
–Según la Celag, Lenin Moreno creó una “Oficina para
el intercambio de información con EE.UU.” y el Centro de Inteligencia
Estratégica, que estarán abiertos a la cooperación con la Casa Blanca,
¿esta nueva política puede explicar su giro?
–Por supuesto, son causa y son consecuencia. Yo creo que el tipo (Lenin Moreno) ha pautado con Estados Unidos.
–¿Antes o después de la elección presidencial?
–Creo
que después de la primera vuelta. Pensó que iba sacar más pero era muy
mal candidato, si hubiera sido bueno tendría que haber ganado en primer
turno. El tipo se acobardó y, por ejemplo, pautó con el Partido Social
Cristiano, que son lo peor de la política ecuatoriana y probablemente
haya tenido contacto con la Embajada de Estados Unidos pensando en la
traición.
–¿Estados Unidos es la mano detrás del lawfare? El
lawfare, como escribió José Natanson en línea con Carreiro de Barros
Filho, en tanto “utilización de los jueces como herramienta de
persecución política a través de la creación de maxiprocesos que
involucran un alto nivel de espectacularización” (ver recuadro).
–Las oligarquías nacionales y las internacionales también. No solamente
el gobierno de Estados Unidos, hay un sistema que marcha por sí solo,
estoy seguro que ni los presidentes de Estados Unidos saben lo que hace
la CIA. Pero puedes estar seguro de que la CIA actúa con las embajadas.
La decisión es exterminar a la izquierda. No van a permitir que se
repita otra época de oro en América Latina: 90 millones han salido de la
pobreza. Ahora regresaron 20 millones. Están dispuestos a todo. La
orden es exterminar a la izquierda con vocación de poder. No a la
izquierda tonta, la del “todo o nada”. Sino a la izquierda de los Lula,
Cristina, Chávez, Correa que pateamos el sistema. Van a tratar de
exterminarla físicamente también. No se engañen, no exagero.
Política y moral
Para
Rafael Correa, no se patea el sistema con demandas como la
despenalización del aborto. Discute con el feminismo: “busquemos la
igualdad de derechos, salariales, políticos pero no podemos ser iguales
en todo, biológicamente no somos iguales”. Cree que antes del aborto
“hay mil cosas que pasan antes, como la injusticia o la pobreza. Para
llenar un tarro si metes primero arena, lo fino, y luego metes rocas,
entra menos que si primero metes lo grande y luego lo fino”.
–Hubo
bastantes críticas por esa posición moral, de gente que comparte tus
ideas en lo político o en lo económico. ¿Se pueden reconciliar ambas?
–Para
mí la cuestión social en el continente más desigual del planeta, es la
primera cuestión moral. Pero en Brasil, por ejemplo, hubo una gran
marcha antes de las elecciones, contra el moralismo de Bolsonaro y las
chicas fueron con el torso desnudo, a pedir el aborto, el matrimonio
igualitario. Le subieron 6 puntos a Bolsonaro. Antes de ponernos a
discutir estas cosas que están en la frontera del debate, discutamos
cosas evidentes como la desigualdad de derechos. El además ha cogido la
insatisfacción de la gente en temas que la izquierda nunca habla por
purismo, como la seguridad.¿Por qué la izquierda no enfrentó más
claramente ese problema para evitarlo? Es una torpeza política. En
Ecuador sí lo hicimos, tenemos el sistema de seguridad integrado más
avanzado de América latina.
–¿Para poder captar esos
significantes vacíos la Iglesia Evangélica le dio a Bolsonaro una
llegada a las bases que la izquierda perdió?
–Te diría que la
iglesia evangélica encontró esas bases que la izquierda no atendió.
Cuando la gente se asusta por ciertas posturas busca otra cosa y cuando
ve que no tiene perspectivas de cambio, se deja convencer de que así
tiene que ser y encuentra refugio en estas iglesias. Es difícil, a los
dirigentes políticos nos acusan de no haber sido dirigentes
espirituales. Que no cambiamos los hábitos de consumo, que nos enfocamos
en el materialismo y no en lo espiritual del asunto. Pero bueno, sí
quizás dejamos espacios para que los ocupen estas posturas radicales,
como la de Bolsonaro.
–Cuando ganó Donald Trump se decía que se
iba a topar con los frenos y contrapesos del sistema. En Brasil da la
sensación de que no hay contención y que Bolsonaro puede parecerse más a
Rodrigo Duterte (el líder conservador y autoritario de Filipinas que
lleva adelante una sangrienta “guerra contra las drogas”) que a Trump.
–Creo
que se parece más a Duterte, sí. Porque ni Trump va a hablar a favor de
la dictadura, de la tortura, de la desaparición de 30 mil personas. Sin
embargo, mira, soy optimista por naturaleza. Si no hacemos esto con
optimismo mejor dedicarse a otra cosa. Y hay que ver las cosas en el
largo plazo. Yo no quiero que gane, es difícil pero no imposible. Hay 20
millones que no votaron, esos 20 millones, los necesita la inmensa
mayoría Haddad. La prensa juega un rol terrible. Pero si gana Bolsonaro,
como cuando ganó Bush en Estados Unidos, puede despertar a los
gobiernos progresistas de América latina. Va a ser tan elemental su
gobierno que puede provocar una reacción favorable para retomar la vía
del humanismo.
–¿A qué plazo hay a la vista algún tipo de cambio de correlación de fuerzas?
–Cualquier
cosa puede pasar. Antes de mi gobierno, cada gestión duraba un año y
medio. Yo soy optimista de que pronto cambiará la situación política y
empezaremos a recuperar lo mucho que hemos retrocedido.
Retiro parcialmente voluntario
Mientras
siga vigente la prisión preventiva, Correa no volverá a Ecuador. Igual
dice que su objetivo, cuando se fue, no era exiliarse sino retirarse
para escribir. En su escritorio, que está en el living de su casa, se
sienta cuando todos se van a dormir y solo queda despierto su gato Dobi.
Está preparando tres libros sobre el desarrollo latinoamericano. Para
eso está revisando bibliografía como “¿Por qué fracasan los países?” de
Acemoglu y Robinson o “¿Por qué las naciones latinoamericanas fallan” de
Pérez Caldenentey y Vernego. Para Correa “no vamos a alcanzar el
desarrollo si no aumentamos la productividad” y para eso hay que superar
la “incapacidad para organizarse”. Por eso, también está releyendo la
‘tesis climática’ de David Landes sobre por qué los países con clima
cálido nunca lograron desarrollarse.
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