Este articulo fue escrito en 2008 en en el marco de un encuentro entre
militantes sociales en Brasilia, que luego jugaron un papel importante
en las manifestaciones de junio de 2013. Uno de los debates fue en torno
al papel de los pentecostales. Algunos militantes estaban empeñados en
comprender antes que condenar, y se dedicaron a investigar las razones
por las cuales las familias pobres asisten a estas iglesias. Encontraron
lógicas propias muy coherentes y entendieron que el hueco que dejaron
los militantes de izquierda en las favelas está siendo ocupado por los
pentecostales. Creo que ayuda a comprender una de las facetas del
ascenso del Bolsonaro y la extrema derecha brasileña.
Entre diversos movimientos sociales latinomericanos se abre paso una
nueva lectura sobre el papel que están jugandolas iglesias pentecostales
en las barriadas pobres de las periferias urbanas, y las consecuencias
políticas que pueden tener.
“El pentecostalismo es el mayor movimiento autoorganizado de los
pobres urbanos de todos el mundo”, asegura el urbanista estadoundiense
Mike Davis. Sus opiniones sobre este movimiento religoso suelen ser
rechazadas de plano por muchos intelectuales de izquierda. Sin embargo,
Davis está convencido que “mucha gente de izquierda ha cometido el error
de dar por supuesto que el pentecostalismo es una fuerza reccionaria, y
no es así” (Davis, 2006).
Mike Davis no sólo provoca. Abre las mentes para investigar sin
prejuicios ideológicos y para mirar la realidad desde las necesidades de
la gente. Se explica: entre los pobres urbanos de América Latina, el
pentecostalismo es una religión de mujeres que proeduce beneficios
materiales reales. “Las mujeres que se integran en la iglesia y que
pueden arrastrar a sus maridos a que también se impliquen en las mismas,
a menudo disfrutan de notables mejoras en sus niveles de vida: los
hombres reducen sus propensión a emborracharse, o a ir con prostitutas, o
a gastarse todo el dinero en el juego”.
Habría que sumar que disminuye también la violencia doméstica. Davis
considera que uno de los grandes atractivos del pentecostalismo, es que
“se trata de una especie de sistema sanitario paralelo”. Para los
pobres, la salud implica una situación de crisis permanente, capaz de
desestabilizar sus vidas, toda vez que el neoliberalismo desestructuró
los servicios estatales de salud y las medicinas tienen precios
inalcanzables. Constata que en las barriadas periféricas los
pentecostales han conseguido buenos resultados en la reducción del
alcoholismo, las neurosis y las obsesiones. Con algo de ironíal, lo
define como un “sistema de reparto a domicilio de salud espiritual”.
Brasil, paraíso de los pentecostales
A mediados de agosto de 2008, un grupo de activistas de movimientos
sociales urbanos convocó un encuentro en Brasilia denominado “Curso de
Pensamientos Heterodoxos”. Durante tres días un centenar de jóvenes
debatieron sobre el trabajo social en las periferias urbanas. Marco
Fernandes, historiador y sicólogo social que participa en Comuna Urbana
Dom Hélder Câmara 1/,
mostró su interés en profundizar la cuestión de las iglesias
pentecostales y llegó a conslusiones muy similars a las de Mike Davis.
En Brasil la religión católica está en crisis. En 1980, el 89 por
ciento de la población brasileña se declaraba católica; en el censo de
2000 la cifra bajó a 74 por ciento para caer al 64 por ciento en 2007,
cuando el Papa visitó el país. En 1980, Juan Pablo II congregó dos
millones de personas, pero en 2007 Benedicto XVI apenas llegó a los 800
mil.
Estuvo lejos de batir los récords de otras concentraciones de masas.
Tres millones congregó en Sao Paulo el último día del orgullo gay; 1,5
millones asistieron al show de Rolling Stones en Rio de Janeiro y, para
escarnio del Vaticano, las iglesias evangélicas congregan todos los años
un millón de fieles en la Marcha por Jesús.
Brasil es a la vez el país con mayor número de católicos pero también
con el mayor número de pentecostales del mundo. Son 24 millones de
fieles, frente a sólo 5,8 millones en Estados Unidos, donde surgió esa
vertiente del protestantismo.
Pero los pentecostales no son sólo una fuerza religiosa sino también
social y política. Ironía de la historia, el mayor partido de izquierda
del continente, el PT (Partido de los Trabajaodres,) que fue creado
junto a la iglesia católica, llegó al gobierno con un vicepresidente
pentecostal, José Alencar. La Iglesia Universal del Reino de Dios, a la
que pertenece, controla 70 emisoras de televisión, más de 50 radios, un
banco, varios diarios y tiene 3.500 templos (Esnal, 2006). La Red Record
disputa el primer lugar de la audiencia con la mítica Globo, y factura
mil millones de dólares al año.
Los pentecostales cuentan con 61 diputados frente a 91 que se
declaran católicos militantes, en un total de 550 diputados. El Partido
Republicano Brasileño (PRB), vinculado a la Iglesia Universal, creado en
2005, al que pertenece el vicepresidente, es la fuerza política con
mayor crecimiento en el país.
“Cualquiera que viva en las periferias urbanas del Brasil de hoy, y
yo hace años que vivo allí, puede constatar que este es un fenómeno
importante. Muchos compañeros del movimiento sin techo también
participan en la iglesia pentecostal del barrio. No podemos olvidar que
la religión jugó un papel importante en la formación de nuertra
izquierda”, dice Marco (Zibechi, 2008).
Para acercarse al desafío que representan los pentecostales para los
movimientos sociales, sostiene que hay que abandonar prejuicios
ideológicos. Por algo, dice, el PRB pasó en apenas un año “de mil
afiliados a cien mil”, algo que ningún otro partido ha podido hacer. Su
intención, en primer lugar, es comprender porqué consiguen movilizar
tanta gente, superar incluso la convocatoria de los recitales de los
Rolling Stones en Brasil. “La Iglesia Universal hace un par de meses
convocó un acto en la playa de Botafogo, en Rio, para recolectar fondos
para ampliar su red de radio y fueron 650 mil personas, en una ciudad
que tiene 10 millones. En Sao Paulo la Marcha por Jesús que organizan
todas las iglesias pentecostales, convocó el año pasado 2,5 millones de
personas”.
Una alternativa en la favela
Marco asegura que en las favelas los pentecostales no sólo consiguen
que mucha gente abandone el alcohol, sino que en ocasiones logran que se
aparten del narcotráfico y de la delincuencia. Y lo consiguen sin
presiones. “Todo consiste en darle alterantivas a la gente y esperanzas
de un futuro mejor. Anoche escuché la radio pentecostsal, una de tantas.
Llamó por teléfono un tipo que estaba descupado y bebe mucho. El pastor
le dijo: Yo quiero que sepas que yo también tuve este problema”. Los
pastores se colocan en el lugar de la gente, antes de darles consejos.
Marco relata una historia personal. Hace un año sufrió una fuerte
depresión ante la muerte de uno de sus mejores amigos, asesiando en la
favela, que coincidió con un accidente que sufrieron varios compañeros
del movimiento. “Estaba solo en casa, me sentía muy mal y salí a la
calle y unos amigos me dicen de ir a la iglesia pentecostal del barrio.
Como no sentía bien, fui con ellos. Lo normal en estos casos es que te
sientes a un costado para pasar disimulado. Pero se me acercó una mujer
de la iglesia y nos dijo que eramos invitados especiales y nos puso en
el frente, delante de todos. Nos presentaron, nos llamaron por nuestros
nombres y nos dieron la bienvenida con cantos, eran unas 50 personas”.
Sintió un trato directo y personal, y una acogida muy cálida, algo
que se le resultó inesperado. “Comenzó el culto con tres pastores.
Primero llega un grupo de chicas jóvenes cantando y dando gracias a
dios. Cantan muy bonito porque ensayan mucho, con palmas, con
movimientos rítmicos. Después un grupo de señoras de unos 40 años, con
la banda de la iglesia y bailan un ritmo de samba pero con letras
pentecostales. Al final un duo de chicas muy jóvenes, adolescentes,
cantando y bailando. Todo eso duró como dos horas y luego los tres
pastores hablaron, pero apenas veinte minutos, leyendo la Biblia. O sea,
fue una fiesta popular, una peña, donde el mensaje pentecostal no era
lo central”.
Marco, que es ateo, confesó que salió muy bien de la iglesia, que
había desparecido la angustia y se sentía más “liviano”. “Me sorprendió
la disposición de las sillas, no es como la iglesia tradicional, sino un
círculo grande como hacemos en los movimientos, la gente se mira
mientras canta, mientras hace toda esa catarsis colectiva. Y mientras
estaba allí pensaba que nosostros podíamos hacer esas cosas en nuestros
movimientos”.
Cuando nos dispusimos a analizar las relaciones a escala micro entre
las iglesias pentecostales y los vecinos de los barrios, aparecieron
algunos detalles que explica el éxito de estas religiones. “La gente
tiene en sus barrios uan vida monótona, donde los domingos no hay nada
para hacer, porque el barrio es feo, no tiene servicios, ni cine, ni
teatro ni cancha de fútbol. En esos barrios la única posibilidasd de
tener una experiencai agradable es ir a la iglesia pentecostal, donde va
a tener una experiencia estética impresionante, con música, con baile,
porque no van en busca de la verdad sino para vivir un momento
agradable, encontrar o ahcer amigos, sentirse parte de una comunidad”.
Por otro lado, las iglesias pentecostales tienen guarderías donde las
madres pueden dejar a sus niños mientras participan en el culto. No
debe olvidarse, que tanto en los movimientos de las periferias como en
las iglesias de esos barrios las personas más activas son, siempre y en
todos los casos, las mujeres madres. En general, son mujeres jóvenes,
menores de 30 años, con varios hijos, sin pareja o con parejas
ocasionales, sobre ellas recae la sobrevivencia de la familia. Y
también necesitan divertirse.
“Por otro lado”, dice Marco, “en el culto hay colores, los olores del
incienso, además del canto y la música, que facilitan la catarsis. La
gente se viste muy tradicional, por supuesto las jóvenes no usan
minifalda sino faldas largas y los varones muchas veces de traje al
culto. Un alabañil de traje se siente de otra manera”. Por catarsis
entiende una conmoción interna que produce una sensación de bienstar,
similar a la que puede vivirse en un recital de rock o en un partido de
fútbol.
Más allá de la religión
En otros países de América Latina se pueden constatar preocupaciones
similares a las de Marco entre los activistas sociales. Entre
piquetereos argentinos y entre campesinos organizados de Guatemala, se
registran intentos por comprender als razones por las cuales tantos
activistas de los movimientos asisten a las iglesias pentecostales.
Lo cierto es que los discursos anticlericales de la izquierda parecen
funcionar sólo para los intelectuales, que tradicionalmente se
resistieron a comrepnder la función simbólica de las religiones, pero
ahora también als cosnecuenicas materiales positivas para sus miembros.
La Iglesia Universal, por ejemplo, tiene especialistas en micro
emprendimientos, que orientan a los fieles para instalar sus pequeñas
empresas y de alguna forma las ayudan a resolver el problema del
desempleo.
Marco explica las enormes diferencias existentes entre las realidad
actual y la que existía en la dédada 1960 entre los sectores populares
en el período en el que las comunidades eclesiales de base (CEBS),
contriubyeron al nacimiento de varios movimietnos, entre ellos los sin
tierra, la central de trabajadores (CUT) y el propio PT. “Las CEBS
tenían una práctica muy racional, adecuada para personas escolarizadas.
Por eso separaron de sus rituales la religiosidad popular más catártica,
como la que se da enlos cultos afro, por prejuicios que dicen que se
trata de formas de alienación, que en su opinión sacdesviabanaban el
foco de la concientización política”.
La matriz racional de las comunidades de base implcia métodos de
lectura colectiva de la Biblia como forma de comprensión de la realidad.
“Era adecuado para un período en el que predominaban la familia nuclear
más o menos estructurada, el trabajador de la industria o los servicios
con un empleo fijo, los niños en la escuela y un futuro por delante.
Con el neoliberalismo todo eso se terminó para los sectores populares y
aquellos métodos no funcionan. Acá el protagonista ya no es el obrero
calificado, sino la mujer y sus hijos, que no tienen futuro en esta
sociedad”, asegura Marco.
Por otro lado, la religión pentecostsal permite que cualquier persona
tenga un contacto directo con el espíritu santo sin la mediación del
pastor. “Ese contacto directo es la catarsis, la fiesta, que es lo que
desea la gente cuando no tiene futuro en una sociedad que no le deja
ningún lugar”.
La mayor parte de los fieles de los barrios no pertenece las grandes
igleaisa, como la Universal o la Asamblea de Dios, sino a las pequeñas
iglesias ocn fuerte arraigo territorial. “Uno puede pensar que cuanto
más pequeñas son las iglesias las relaciones son más directas, cara a
cara. La gente que vive en la misma cuadra no se conoce, pero se
descubre en el culto del domingo”. En muchos barrios de la periferia, la
única construcción pintada, bonita pero no ostentosa, es la iglesia
pentecostal, que a menudo las pinta la propia gente del barrio. La
iglesia pentecostal crae sentido de pertenencia, de comunidad.
Muchos activistas sienten cierto pesimismo a la hora de poder hacer
compatible el trabajo de organización de los movimientos sociales con
las iglesias pentecostales. Recuerdan que las comunidades eclesiales de
base de la iglesia católcia nacieron en un contexcto político muy
difernte, y en el marco del Conclio Vaticano II que promovía la justicia
social y defendía la “oipción por los pobres”.
“Mientras los católicos nunca aprobaron la riqueza, y esto puede
verse incluso en un papa conservador como Benedicto XVI, aunque puede
decirse que este es un doble discurso, los pentecostales hacen un culto
del enriquecmiento individual. Por eso creo que es difícil que se
vinculen a los movimientos sociales, aunque hay pequeños sectores que sí
o hacen”, dice Marco.
Lo interesante es que la reflexión ideologizada va quedando atrás. El
deseo de belleza, de comunión a través de la música y la danza, es
parte de la práctica del Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil, lo que
ellos denominan “mística” y que juega un papel relevante en la
consolidación de los colectivos que ocupan tierras. Pero no ha sido
incoporada por la mayor parte de los movimientos sociales, sobre todo en
las periferias urbanas. “Cada vez estoy más convencido –añade Marco-
que si los movimientos sociales no somos capaces de comprender que la
gente tiene hambre de belleza, de alegría, no vamos a crecer ni vamos a
llegar a la población que más necesita los cambios”.
Un discurso crudamente materialista, ha hecho de los problemas
económicos una preocupación casi excluyente para la mayor parte de las
izquierdas, que que provienen de las clases medias universitarias que
tienen la convicción de que los los pastores pastores pentecostales
explotan la ignorancia del pueblo, en refernecia al dinereo que aportan
los fieles. Desde su experiencia como sicólogo, Marco lo ve de otro
modo: “Se olvidan que la gente cuando empieza a ir a las iglesias
empieza a sentirse mejor, reconstruyen sus vidas, y claro, quién no
pagaría algún dinero por eso. A la clase media no le parece absurdo
pagar mucho dinero por una sesión de siconálisis, por sólo 50 minutos
con un señor que apenas te habla y ni te mira. Pero eso parece correcto,
es una práctica reconocida, ‘científica’. Pero eso no funciona para las
clases populares”.
Referencias
Raúl Zibechi (2008) entrevista a Marco Fernandes, Brasilia, 9 de agosto.
Davis, Mike (2006) “De la ciudad de Blade Runner a la de Black Hawk derribado”, entrevista, 30 de julio en http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=689 (Consulta, 30 de mayo de 2014).
Esnal, Luis (2006)“Brasil: la hora de los pentecostales”, Buenos Aires, La Nación, 20 de agosto.
*Publicado en Programa de las Américas en setiembre de 2008.
1/ Es un empredimiento urbano del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin
Tierra (MST) en el municipio Jandira, de São Paulo, donde viven 128
familias que construyeron sus viviendas mediante trabajos colectivos.
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