Maras, contrabandistas y cárteles de la droga desestabilizan a este pequeño país centroamericano
El mar Caribe es una
zona geográfica situada en pleno corazón del continente americano
compuesta por los archipiélagos Antillas mayores y menores y delimitados
por las costas de Centroamérica, la península de Yucatán y el norte de
Suramérica. En 1492 el navegante Cristóbal Colón, aventurero al servicio de los Reyes Católicos, por primera vez contempló ese territorio que confundió con el reino del gran Khan
rico en oro y piedras preciosas. Esas islas de exuberantes selvas
habitadas por nativos medio desnudos adornados con plumas de pájaros
exóticos las relacionó con el paraíso terrenal “al que solo se puede
llegar salvo por voluntad divina”. Un mundo sin dueño, tierras vírgenes
en las que se situaban las fuentes de la eterna juventud o el Dorado.
Fabulas y mitos de seres mágicos con un ojo y otros con hocico de perros
que se comían unos a otros en rituales macabros. La desembocadura del
Orinoco la comparó con uno de los ríos del paraíso terrenal. Con la
palabra “cariba” los invasores europeos comenzaron a identificar ese territorio que luego se deformaría en “quarives” y más adelante en Caribe, el mar de las 7.000 islas, islotes y arrecifes.
En los siglos XVI, XVII y XVIII el Caribe se convirtió en el campo de
batalla de las potencias europeas (enfrentamiento entre católicos y
protestantes) Los piratas ingleses, franceses y holandeses, patrocinados
por las casas reales que les otorgaban la patente de corso, atacaban
los galeones o naos del imperio español en su tránsito hacia Europa
decididos a arrebatarles las riquezas que expoliaban de sus colonias. Todos los grandes conflictos europeos se dieron por dominar el Caribe.
Y no solo se trataba de atacar los navíos sino también apoderarse de
sus posesiones coloniales como bien aconteció con Jamaica, Trinidad y
Tobago, Guadalupe, Islas Caimán, Aruba, Bonaire, Curazao, Belice o
Guyana. En esos territorios liberados se instalaron sus bases o nidos de
piratas que poco a poco fueron debilitando el monopolio comercial que
los españoles ejercía en las Indias.
Los investigadores
españoles del Ministerio de Cultura intentan minimizar el impacto de la
piratería que consideran más una “leyenda” echándole la culpa de sus
derrotas a las inclemencias meteorológicas más que a los ataques de sus
enemigos. De alguna manera hay que enaltecer el orgullo mancillado de la
corona española. Se estima que 681 navíos fueron saqueados y hundidos
entre 1527 y 1898.
Pero no se puede contradecir estos hechos
históricos tan bien documentados de abordajes y hundimientos de los
navíos, aparte de los saqueos y toma de puertos y ciudades a lo largo y
ancho del continente americano (que diezmaron su poderío imperial) Entre
los corsarios, piratas y filibusteros más legendarios debemos nombrar a
Morgan, Drake, de Graff, Vane, D’Angennes, Barbanegra, Rackham,
L’Olonnais, Monbars, Alexander, Laffite, Raleigh, cuyas bases de
operaciones se situaban principalmente en Port Royal, Nassau y la Isla
Tortuga. La piratería es la directa responsable de la primera etapa de acumulación capitalista al surtir las arcas de los banqueros y mercaderes de oro, plata, perlas y piedras preciosas.
La costa de Belice fue invadida en 1638 por piratas ingleses encabezados por el bucanero escoces de Peter Wallace.
Esta selva subtropical era el sitio perfecto para refugiarse y preparar
los ataques contra los barcos españoles. Más tarde llegaron los baymen o
aventureros de origen anglosajón deseosos por apoderarse de las
riquezas naturales especialmente la madera de cedro, palo de Campeche,
caoba o mahogany y el chicle. Los baymen introdujeron el
esclavismo pues necesitaban imperiosamente mano de obra para explotar no
solo la madera sino también los cultivos de caña de azúcar. En 1670 la
corona española otorga licencia a colonos británicos para extraer el palo de Campeche
considerado en ese entonces más valioso que el oro -pues con el mismo
se obtenía un tinte vegetal con el que se teñía la lana en Europa- con
la condición que cesaran los actos de piratería.
En 1798 los ingleses ganan a los españoles la batalla de cayo Saint George
y proclaman la independencia de Belice. Actualmente esta efeméride es
considerada la fiesta nacional. Belice más bien pertenecía a Yucatán
(Virreinato de la Nueva España) y no a la capitanía de Guatemala. Tras
las ejecuciones de los próceres el cura Hidalgo y Morelos en 1821 se
forma el primer imperio mexicano bajo el mandato de Agustín de Iturbide.
El autoproclamado emperador permite la colonización anglosajona de
Texas y exime a los yaquis de pagar impuestos y da carta blanca al
comercio de esclavos (el único lugar del imperio mexicano donde se
tolera la esclavitud) Centroamérica se une al primer imperio mexicano y
sus fronteras entonces se extienden hasta Panamá. En 1836 España
reconoce la independencia de México. En 1847 el presidente de México
Santa Anna reconoce la independencia de Centroamérica y concede permiso a
los británicos para explotar las riquezas naturales de Belice sin pagar
impuestos. En 1862 Inglaterra anexa Belice a Jamaica bajo el nombre de Honduras Británica.
Con el advenimiento del México independiente los ingleses fueron
ampliando el área permitida para explorar maderas preciosas y chicle.
Santa Anna ordena en 1855 la expulsión de los ingleses de Belice por
alentar la independencia de Yucatán. Porfirio Díaz ofreció a los británicos Belice a cambio de que cesara su apoyo a los yucatecos. Dicho tratado se firmó el 8 de julio de 1893.
Belice con una extensión de 22.000 kilómetros cuadrados y una población
de 380.000 habitantes es uno de los países más pequeños y menos
poblados del continente americano. Aunque cuenta con una increíble
variedad étnica: colonos ingleses, descendientes de esclavos africanos,
mayas- quichés, yucatecos (que llegaron huyendo de la guerra de las
castas), chinos, hindúes, árabes o menonitas. Este es un pueblo con un
gran acervo multicultural y multilingüe (inglés, español, creole o kriol
lengua de esclavos africanos mezclada con el inglés y el español) maya y
garífuna.
Uno de los rubros más importantes del PIB lo
representa la industria turística porque “Dios los ha bendecido con unos
paradisíacos cayos y arrecifes de coral” Aquí los más importantes tour
operadores mundiales han instalado sus cadenas hoteleras, lodge, resort,
bungalows aprovechando las playas azul turquesa de arena blanquísima
plagadas de cocoteros. Anualmente casi dos millones de turistas (un
millón recalan en los cruceros de placer) llegan deseosos por disfrutar
de los encantos del Caribe.
Belice es un país en permanente
crisis a causa de la marginalidad y la pobreza endémica (una de las más
altas de América Latina) Y como si fuera poco el desempleo se sitúa por
encima del 20%. Ante tamaña sangría económica y social los ciudadanos no
tienen otra alternativa que dedicarse al trabajo informal que apenas
les garantiza una mínima supervivencia. Por eso los jóvenes prefieren
unirse a las pandillas o engrosar las filas de contrabandistas y
narcotraficantes que les proporcionan mejores ganancias. Tal y como
sucede en los países vecinos la inseguridad se ha apoderado de la vida
cotidiana de Belice como lo reflejan los altos índices de criminalidad.
Guatemala desde hace décadas es un país infiltrado por las mafias del
narcotráfico. Lo que significa que los carteles y grupos delincuenciales
se han hecho fuertes pues es muy fácil comprar a policías y
funcionarios corruptos. Un fenómeno que se ha recrudecido durante el
gobierno del derechista a Jimmy Morales. Como en la selva del
Petén -también dedicada al cultivo de la marihuana y la amapola- aún no
existe una frontera definida a causa los diferendos limítrofes es la
mejor vía de entrada del tráfico de drogas, madera, animales exóticos,
contrabando y paso de maras o de migrantes. El dominio de esta
estratégica zona se lo disputan los Zetas, el cartel de Sinaloa, el
Jalisco Nueva Generación, la mara barrio 18 y la mara Salvatrucha 13.
Las organizaciones de narcotraficantes a nivel internacional utilizan
flotillas de aeronaves para transportar los cargamentos de cocaína
procedentes de Suramérica con destino a EEUU. Belice es un puerto de
trasbordo tanto de alcaloides, sustancias psicotrópicas, precursores
químicos y armas. Las avionetas colombianas, mexicanas o panameñas
realizan vuelos rasantes para burlar los radares aprovechando la
oscuridad de la noche. Hay pistas clandestinas en tierra firme
previamente balizadas donde aterrizan las avionetas para descargar la
“mercancía” o sino “bombardear” con fardos de cocaína alguno de los 450
cayos de la barrera de coral (la segunda más grande del mundo) para
posteriormente introducirlas en México por medio de lanchas con motores
fuera de borda. Otras naves aterrizan para repostar turbosina para luego
continuar su viaje con destino a los EEUU (el mayor consumidor de
drogas del mundo). El inmenso poderío narco ha abierto un puente aéreo
entre Suramérica, Centroamérica, el Caribe y México. Belice es un punto
neurálgico de vital importancia para la geopolítica del narcotráfico (ya
hace parte del triángulo norte de Centroamérica) pues es la puerta de entrada a México.
Belice es un reconocido paraíso fiscal con
alto nivel de confidencialidad (ausencia de impuestos para sociedades
internacionales) que aprovechan tanto los defraudadores como las mafias
para lavar el dinero negro. El éxito de las operaciones ilegales está
garantizado pues jueces, políticos o policías son susceptibles de ser
sobornados. No existe un sistema policial ni militar eficaz para hacer
frente a las organizaciones criminales. Recientemente el ejército
colombiano entrenó las fuerzas armadas de Belice en el asunto del
combate al narcotráfico, lavado de activos y la interceptación marítima y
aérea. Pero los resultados no han sido nada halagüeños. Lo cierto es
que desde las más altas instancias les siguen brindando “asilo” a
matones y delincuentes de Inglaterra, Nigeria, Líbano, Taiwán, China,
Honduras y Guatemala. Según la DEA Belice representa una amenaza para la seguridad nacional de EEUU.
Belice City parece más bien una aldea africana sucia y decrépita; sus
antiguas edificaciones de estilo colonial construidas de madera sobre
pilotes se caen literalmente a pedazos como una muestra más de dejadez y
la decadencia. El caos reina por doquier pues aquí mandan las pandillas
dedicadas a tiempo completo al narcomenudeo y los robos. Ya nos lo
advirtieron algunos vecinos que a partir de las 6 de la tarde lo mejor
es atrincherarse en el hotel o en lugar de residencia para prevenir
cualquier asalto o atraco. Algunos personajes con pinta de rastafaris se
pasean a sus anchas a lo largo del caño de Haulover creek que parece
más bien una cloaca donde pululan los zopilotes. Potentes parlantes
amplifican canciones de Bob Marley, el héroe popular del caribe
anglosajón. Entre sonoras carcajadas los pandilleros fuman a su libre
albedrío largos cohetes de marihuana que los elevan al séptimo cielo. La
temperatura a pesar de que ha caído la tarde no amaina y el bochorno
nos empapa de sudor al tiempo que las nubes de mosquitos se aprestan a
lanzar sus vampirezcos ataques. No queda otra sino bañarse de repelente y
buscar refugio en el mosquitero. Ahora los perros ladran y a lo lejos
se escuchan un par de detonaciones ¿habrá alguna fiesta? Me temo que son
disparos que anuncian el comienzo de una larga noche de fechorías.
Miles de turistas europeos o norteamericanos visitan Belice ansiosos
por disfrutar del mítico mundo maya y sus joyas arqueológicas, los
paradisíacos cayos y arrecifes de coral. Muchos han sido seducidos por
la canción “Isla Bonita” de Madonna “la brisa tropical de
la isla, naturaleza salvaje y libre. Aquí es donde deseo estar” En esas
playas de arena blanca y mar azul turquesa plagadas de cocoteros dan
rienda suelta al libertinaje, la bohemia, el alcohol, drogas y las
fantasías sexuales. La fórmula perfecta para alcanzar la felicidad.
(Previo pago en efectivo o tarjeta de crédito) Otros prefieren bucear en
el Blue Hole cuyo exclusivo tour cuesta la suma de 250 dólares (que representa el sueldo de seis meses de un trabajador común y corriente)
Belice pertenece a la CARICOM (Comunidad del Caribe) y por los lazos de cooperación y solidaridad es un aliado incondicional de Venezuela. El primer ministro Dean Barrow
en los foros internacionales ha condenado la injerencia en los asuntos
internos de Cuba y Venezuela. Existe una gran simpatía con la revolución
bolivariana pues, hasta la quiebra de PDVSA en el 2017, recibía
petróleo en pago preferencial. El gobierno de Belice reconoce a Nicolás
Maduro como el presidente legítimo de Venezuela.
Desde el siglo
XIX el imperialismo norteamericano en su afán expansionista ejerce su
dominio militar, económico y político en el mar Caribe. En su prontuario
criminal debemos señalar: la agresión armada contra México -el cual
perdió más de la mitad de su territorio-, la guerra
hispano-norteamericana de 1898, donde el reino de España fue derrotado y
perdió Cuba, Puerto Rico, Islas Vírgenes, y las múltiples
intervenciones en Panamá, Haití, República Dominicana, Nicaragua.
Honduras, Guatemala o Granada.
El Caribe es una especie de “mar Mediterráneo de los trópicos” “Mare Nostrum” controlado en toda su extensión por la IV Flota Norteamérica bajo la jefatura del Comando Sur cuyo cuartel general se encuentra situado en Mayport, Jacksonville (Florida)
Entre sus unidades se destacan portaviones nucleares (que transportan
aviones Harrier, helicópteros súper cobra y cazabombarderos) submarinos,
destructores, cruceros misilisticos, patrulleras y buques de
desembarco. La misión de la IV flota según reza el “destino manifiesto”
es “extendernos por todo el continente que nos han sido asignado por
Dios” y promover la paz, estabilidad y prosperidad entre los países
aliados. Además de combatir el narcotráfico, el contrabando de armas y
la infiltración de terroristas. Pero tal vez su función más
trascendental sea la de intimidar los procesos revolucionarios de
izquierda y los movimientos guerrilleros que “desestabilizan la región”.
Observadores internacionales nos alertan de un posible desembarco de marines en Venezuela –si así lo decidiera Donald Trump- “pues es una amenaza para la seguridad nacional de EEUU”. Si América Latina es el patio trasero de los yanquis, el Caribe es su piscina.
El gobierno de Guatemala reclama 11.000 kilómetros cuadrados del territorio de Belice
pues argumenta que pertenecía a la Capitanía General de Guatemala que
los piratas ingleses ocuparon ilegalmente. Durante la guerra civil
guatemalteca que enfrentaba al ejército y las guerrillas comunistas el general Eugenio Kjell Laugerud del partido MLN
de ultraderecha y elegido presidente gracias a unas elecciones
fraudulentas, a principios del año 1975 movilizó sus tropas en el Petén -incluidos los temidos comandos especiales Kaibiles-
con la finalidad de invadir Belice. Al parecer quería pasar a la
historia como un héroe libertador. Da la casualidad que en esa época
Guatemala recibió gran cantidad de armas y equipos bélicos procedentes
de Israel. Pero la inteligencia inglesa del MI6 descubrió los planes
secretos y de inmediato envió a la colonia caribeña 6.000 comandos,
aviones Harrier, helicópteros de combate, tanques y cohetes antiaéreos.
Unos días antes de que se diera la orden de atacar el 4 de febrero de 1976
un terremoto de 7.5 grados asoló durante 33 segundos la mayor parte del
territorio guatemalteco causando 26.000 muertos, 76.000 heridos y
dejando a un millón y medio de personas sin hogar. Una tragedia que
sembró la destrucción y la muerte y puso en evidencia la pobreza social y
económica del país. Así que a los militares no les quedó más remedio
que suspender la invasión de Belice. En la actualidad tanto Guatemala
como Belice han decidido mediante referéndum que sea la Corte Internacional de Justicia de la Haya la que resuelva de una vez por todas este contencioso.
Belice es una monarquía constitucional parlamentaria integrada en la Commonwealth y cuyo jefe de estado es su majestad la reina Isabel II.
Y para que no quepa ninguna duda la esfinge de la soberana aparece
grabada en los dólares beliceños demostrando así quién es la dueña y
señora de estas tierras. El escudo del país revela la filosofía de los
padres de la patria: dos leñadores; un mestizo y un negro bajo la sombra
de un caobo sostienen un hacha y un remo. El hacha es el símbolo por antonomasia del progreso. El representante de la corona es el gobernador general sir Colville Young (activo desde 1993) mientras que el primer ministro es Dean Barrow del centroderechista Partido Demócrata Unido.
Su hijo Shyne fue condenado a prisión en EEUU por cometer actos
criminales. Tras salir en libertad se convirtió en un famoso rapero que
aspira en un futuro ocupar el puesto de su padre como primer ministro de
Belice.
Tuvimos un encuentro con el líder de la oposición el honorable John Briceño del partido PUP,
de tendencia socialdemócrata, que se proyecta como el favorito para
ganar las elecciones del próximo mes de octubre. Su lema es: “el cambio comienza ahora. Poder para el pueblo” Siguiendo la línea del padre de la patria George Price
que en el año 1981 declaró la independencia de Belice contando con el
apoyo de los gobiernos de Cuba y Nicaragua. Mr. Briceño criticó las
fracasadas políticas neoliberales aplicadas en estos últimos ocho años
por el actual primer ministro que ha conducido al país a la crisis más
espantosa. La escalada de privatizaciones solo ha favorecido a los
empresarios y multinacionales. Desde su postura nacionalista se muestra
contrario a cualquier cesión territorial a Guatemala sea cual sea la
decisión que tome la Corte Internacional de la Haya.
Si es
elegido promete sacar a Belice del estancamiento económico y crear
proyectos productivos como alternativa a la dependencia del modelo
turístico que no hace más que eternizar el subdesarrollo. Es necesario
revitalizar la industria nacional, la agricultura y la ganadería, además
de construir complejos hospitalarios y educacionales. En el tema
ambiental proyecta reforestar miles de hectáreas de bosques nativos
destruidos por culpa de la sobreexplotación de los aserraderos y los
cultivos de caña de azúcar. Es prioritario salvar la barrera de coral
que se encuentra en grave peligro ante el calentamiento global, la
contaminación y el excesivo crecimiento de los complejos hoteleros. Dice
que está decidido cueste lo que cueste enfrentar con contundencia las
pandillas y narcotraficantes gracias a una reestructuración de la
policía y las fuerzas armadas. Pero sería un error aplicar solo la
represión si no se eleva el estado de bienestar y la justicia social.
Por ahora es imposible impedir que miles de jóvenes sigan enrolándose en
las bandas delincuenciales. De nada valen las consideraciones de orden
religioso, ético y moral si el pueblo engatusado por la alienante
propaganda que se transmite a través de los medios de comunicación de
masas lo único que desea es poseer y consumir. Quizás su mayor anhelo
sea erradicar la corrupción que es un mal endémico que se ha enquistado
en las instituciones. Una vez más se demuestra que el capitalismo es un sistema gansteril que no produce más que atraso, pobreza y muerte.
Belice en los años ochentas se convirtió en refugio para los
desplazados de las guerras civiles en Centroamérica. Hoy vuelve a
recibir una nueva oleada de miles de migrantes de Salvador, Nicaragua y
Guatemala que huyen de la pobreza y la violencia. Pero el país no cuenta
con el presupuesto necesario para afrontar tamaños desafíos sociales,
políticos y económicos. No hay otra opción que resignarse a pedir ayuda a
los organismos internacionales de desarrollo y cooperación como el FMI,
BID, BM, OEA, la USAID, la CEPAL o las ONG. Belice es un firme
candidato a integrar el Plan de Desarrollo para de Centroamérica
(una especie de plan Marshall) promovido por la ONU, la UE, México, EEUU
y Canadá en el que se van a invertir miles de millones de dólares en un
intento por estimular el desarrollo del Triángulo Norte de
Centroamérica.
En estos momentos tan trascendentales de su
historia es imprescindible devolverle a los ciudadanos una esperanza que
lo conduzca por el camino de la paz y prosperidad. ¿Cómo superar ese
arcaísmo neocolonial que los condena a ser el centro vacacional para
turistas de alto poder adquisitivo?
No hay tiempo que perder
pues el narcohuracán en vez de amainar arrecia con inusitada furia y
amenaza con arrasar este país que muy pocas personas saben situar en el
mapa.
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