El día de los atentados de las Torres Gemelas murieron 343 bomberos. Desde entonces, otros 200 han fallecido debido a enfermedades relacionadas con la Zona Cero, un riesgo que comparten con policías y trabajadores de servicios de emergencias. |
Los atentados del 11 de septiembre de 2001 dejaron en la política y sociedad estadounidenses unas secuelas
cuyos ecos resuenan casi veinte años después. Estas consecuencias son
las más recordadas, pero no son las únicas: los trabajadores de
servicios de emergencias, policías y bomberos que ayudaron en las tareas
de rescate de las Torres Gemelas todavía sufren efectos secundarios, físicos y psicológicos.
El 11S murieron 343 bomberos neoyorquinos. Desde entonces, otros 200 han fallecido de enfermedades relacionadas con las labores de rescate en el área donde se produjeron los ataques en Nueva York.
La
lista de males que padecen estos veteranos es larga: tos crónica,
dificultades respiratorias, congestión, daños hepáticos, cáncer,
depresión, trastornos relacionados con el estrés y consumo excesivo del
alcohol, entre otros.
La lista de males de los bomberos y policías es larga, desde tos crónica hasta daños hepáticos o cáncer
El principal responsable del daño físico que soportan estos trabajadores es el famoso polvo que cubrió la llamada Zona Cero, tras el derrumbe de los edificios. Investigaciones posteriores demostraron su elevada toxicidad debido a la alta alcalinidad de la mezcla de cemento en polvo.
Este
se depositó en los conductos respiratorios, desde la cabeza hasta los
pulmones de los rescatadores en unas cantidades varios órdenes de
magnitud por encima de las recomendaciones de la Agencia de Protección
del Medio Ambiente de EEUU (EPA, por sus siglas en inglés).
Daños pulmonares y cáncer
“Las heridas pulmonares son
el impacto más común causado por la exposición al polvo y al humo en el
World Trade Center”, explica a Sinc el investigador de la Universidad
de Nueva York Michael Weiden, que ha estudiado los daños sufridos por este órgano como consecuencia del atentado.
Dichas lesiones, provocadas por la inhalación,
pueden causar inflamación incluso años después. Según Weiden, pueden
tratarse de forma similar al asma, con esteroides antiinflamatorios
inhalados y broncodilatadores agonistas beta.
Por otra parte, el científico comenta que “el aumento en la incidencia del cáncer es el [efecto] más serio en términos de vidas perdidas” entre trabajadores de servicios de emergencia, bomberos y policías.
Un estudio publicado en 2011 en la revista The Lancet determinó que los bomberos que trabajaron en el 11S tenían un 19% más de probabilidades de desarrollar cáncer en comparación con el resto de sus compañeros, y hasta un 10% más que la población general.
En 2018, otro publicado en JAMA Oncology encontró que es más probable que los veteranos desarrollen mieloma múltiple, un tipo de cáncer sanguíneo. Ya este año, se revelaba la mayor incidencia de cáncer de cabeza y cuello entre los trabajadores de servicios de emergencia.
Bomberos y policías trabajan entre escombros el 11S. / Library of Congress
La incidencia de cáncer de tiroides entre
los trabajadores de servicios de emergencia que vivieron el atentado
también es mayor, el triple en comparación con el resto de ciudadanos.
Un estudio publicado este año en la revista Environmental Research and Public Health
mostró, además, que este aumento no puede explicarse por un
sobrediagnóstico fruto de la elevada monitorización a la que están
sometidos estos veteranos.
Las dolencias
pulmonares y el aumento en el riesgo de cáncer no son las únicas
consecuencias de la exposición al polvo tóxico. “[El contacto
prolongado] puede inflamar de forma extrema el revestimiento endotelial
de los vasos sanguíneos que van al hígado”, comenta a Sinc la
investigadora de la Escuela de Medicina de Icahn en el Monte Sinaí, Mary Ann McLaughlin.
Esto que puede causar el fallo de este órgano hasta el punto de
necesitar un trasplante, señala la científica, que lleva desde 2013
investigando los posibles daños hepáticos derivados.
A
pesar de todo, Weiden asegura que la mortalidad total de quienes
colaboraron en las tareas de rescate no es todavía mayor en comparación
con el resto debido al “efecto del trabajador sano”.
Este sesgo hace que los trabajadores tengan una mortalidad menor a la
del resto de la población, debido a que las personas con enfermedades
crónicas y discapacitadas tienden a ser excluidas del sector laboral, en
especial en el caso de bomberos y policías.
El peligro de las secuelas psicológicas
Si el polvo tóxico dejó secuelas físicas en quienes ayudaron en las labores de salvamento, los efectos psicológicos del fatídico día no se quedan atrás. Un artículo publicado en 2015 analizaba
esta “carga mental”, así como la física. Los resultados mostraron que
hasta 12 años tras el atentado, la incidencia de estrés postraumático en
estos trabajadores era un 7% superior a la del resto de sus compañeros; la de depresión un 16,7%; y la de consumo dañino de alcohol, un 3%.
La naturaleza del trabajo hace que los bomberos vivan los efectos traumáticos mayor frecuencia
Sandra Morissette
es una psicóloga de la Universidad de Texas en San Antonio que ha
estudiado la salud mental de los veteranos del 11S. “Los bomberos están
expuestos a los mismos eventos traumáticos que los civiles, pero la naturaleza de su trabajo hace que los vivan con mayor frecuencia”, explica a Sinc.
Sin
embargo, de forma similar a lo que sucede con el efecto del trabajador
sano, la resiliencia de los bomberos es alta. “A pesar de las altas
tasas de exposición a eventos traumáticos, la mayoría de bomberos no desarrolla estrés postraumático”, añade la psicóloga.
De
hecho, destaca que aunque algunos estudios dan cifras tan altas como un
60% de comportamientos adictivos, un 37% de estrés postraumático y un
20% de depresión, “la mayoría –un 80%– completa su carrera, con una media de 25 años de servicio”.
Mucho trabajo y pocos fondos
Aunque
la lista de los efectos secundarios tras el 11S es larga, ni siquiera
está completa, advierten los investigadores. “Todavía encontramos
enfermedades asociadas a la exposición a las Torres Gemelas y muchas de
las condiciones que los primeros trabajadores han desarrollado son para
toda la vida”, señala a Sinc Anna Nolan, investigadora de la Universidad
de Nueva York, que este mes ha publicado un estudio sobre nuevas dianas terapéuticas para luchar contra los daños pulmonares de estos bomberos.
Para
Nolan, “el apoyo continuo del Gobierno mediante programas
subvencionados es de gran importancia”. Michael Weiden, de la
Universidad de Nueva York, considera por su parte que los programas de monitorización y tratamiento son “robustos y bien financiados”.
El apoyo continuo del Gobierno mediante programas subvencionados es de gran importancia
Además, el experto asegura que “la reciente renovación de los fondos de compensación a las víctimas muestra que existe un apoyo público”,
y anima a quienes se expusieron a continuar vigilando su salud para que
los investigadores puedan entender las nuevas enfermedades que puedan
desarrollar.
El jefe de bomberos coordina las tareas de rescate en el World Trade Center. / Michael Rieger/ FEMA News Photo
Teniendo
en cuenta estos aspectos, un informe de la Academia Nacional de
Ciencias, Ingeniería y Medicina en EEUU recomendaba en 2018 la creación de un programa de investigación y monitorización de la salud de los veteranos del 11S y la Guerra del Golfo, casi dos décadas más tarde en un caso, y casi tres en el otro.
El
investigador de la Universidad de Arizona y presidente del comité,
Kenneth Ramos, resume el objetivo del programa. “En primer lugar
establecer una base de datos de los veteranos, sus compañeros y
descendientes; en segundo, evaluar con detalle la exposición durante su despliegue; por último, desarrollar biomarcadores que permitan medir su susceptibilidad [a enfermedades]”.
Aunque
los expertos entrevistados para este reportaje coinciden en que se está
ayudando lo suficiente a los veteranos del 11S, la gestión ha sido
criticada por el cómico y presentador de televisión Jon Stewart, que a comienzos de verano protestó en el Congreso.
El
problema es que, aunque los fondos de compensación fueron renovados en
2015, el pasado mes de febrero el Departamento de Justicia indicó que se
estaban agotando con rapidez y que las ayudas tendrían que reducirse hasta en un 70%.
Fuente: http://www.publico.es/ciencias/11s-siguen-muriendo-bomberos-policias-11s.html
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