La dinámica de la
crisis política es espectacular e histórica. En el marco de las
contradicciones en las alturas por el poder político para poder
controlar los affaires Lavajato/Lavajuez se viene desarrollando un
impasse que tiene su expresión en un nivel de desconfianza entre los
bandos populista liberal reformista del vizcarrismo y el
ultraconservador populista aprofujimorista (acicateado por las
aspiraciones presidenciales de la vicepresidenta Mercedes Araoz).
Es
cierto que son contradicciones secundarias porque ambos bandos están de
acuerdo en la defensa del régimen económico “neoliberal”. Pero las
reformas vizcarristas colisionan con los intereses parasitarios y
lumpenezcos de la oposición congresal. Y no hay que olvidar que, en el
pasado, las contradicciones secundarias en el campo popular se tornaron
“antagónicas2 con Sendero Luminoso.
Entonces, si las
contradicciones entre ambos bandos derechistas se agudizan, podríamos
terminar en una situación donde el presidente Vizcarra plantea la
cuestión de confianza y “disuelve” el Parlamento sin que éste termine de
disolverse apelando a alguna leguleyada y su nueva correlación de
fuerzas nacional (gracias a las ambivalencias de Vizcarra al no cerrar
el Congreso metieron presa a Keiko o la CGTP apoyaba el referéndum) e
internacional (la comisión de Venecia).
A la vez el Congreso
podría vacar a Vizcarra sin que éste deje Casa de Pizarro ya que tendría
todavía la opinión pública a su favor, así como el apoyo de los GOREs,
las FF.AA. y la embajada yanqui. A esta cuestión hay que agregar la
rearticulación que está liderando la vicepresidenta Mercedes Araoz con
Olaechea y la CONFIEP.
De desarrollarse esta perspectiva, el
“empate catastrófico” donde ambos bandos se “anulan”, podría ser
superado por el arbitraje del “bonapartismo judicial” (deteniendo
preventivamente a políticos corruptos y a la vez a dirigentes
comunitarios, con procesos judiciales a centenas de campesinxs y líderes
políticos como Cerrón o sentenciando a Aduviri) o la OEA a pedido de
Acción Popular (AP).
Pero hay un factor peculiar que hay que
tomar en cuenta en esta dinámica del movimiento, cambio y contradicción:
La huelga indefinida contra Tía María. Esta huelga va casi por los dos
meses y a pesar de realizarse en un pueblo con nomas de 20 mil
pobladores, operó agudizando más las contradicciones entre los bandos en
“guerra política” en las alturas. Es interesante porque en vez de
cohesionarlos, “Tía María”, los divide más. Y justamente, Araoz y la
oposición, ultraconservadora se valen de la “capitulación de Vizcarra a
los protestantes” para salir a la ofensiva y debilitar más al inquilino
ocasional de Palacio.
En caso de que al final Vizcarra “caiga”,
el ascenso al poder de Araoz u Olaechea no resolvería la crisis. Al
contrario, le echaría más leña al fuego (Baguazo, aprofujimorismo,
libertad para Keiko y corruptos), devaluando más la política pro
capitalista.
Por estas razones, es importante la intervención
independiente de la clase trabajadora (el sindicato de obrerxs de
limpieza pública deslindó de la marcha del 5 S convocada por el
vizcarrismo), como la huelga nacional minera indefinida por su Pliego de
Reclamos que empieza el 10 de setiembre y que tiene entre algunos
puntos la Negociación colectiva por rama (que solo tienen Construcción
civil y Portuarios), y el pase a planta de lxs trabajadorxs tercerizadxs
y que realizan actividades principales.
Un Plan de Lucha y
movilización decidida organizando Asambleas deliberativas en los centros
de laburo, estudios y barrios agitando contra la precarización del
empleo que “golpea” a todxs en perspectiva de la única salida a la
crisis nacional: Un gobierno de lxs trabajadorxs; sería un paso adelante
en la etapa de “lenta” recomposición de la clase obrera.
La
patronal, con el aval del Estado burgués, está “bloqueando la huelga en
algunas bases” al declararla ilegal. La Sociedad Minera es poderosa,
pero a la vez es vulnerable. La huelga minera se desarrolla en medio de
una crisis excepcional que puede agilizar la reacción rápida de la
administración Vizcarra para “levantar” la huelga y evitar perder
popularidad. Si Vizcarra hace lo contrario, se aísla más.
César Zelada. Director de la revista La Abeja (teoría, análisis y debate)
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