Días pasados Mario
Vargas Llosa descargó otra de sus habituales diatribas sobre los
gobiernos y líderes progresistas y de izquierda de Latinoamérica. [1]
Pero en esta oportunidad dio un paso más y no se privó de atacar
también a los electorados que, según su peculiar visión, al elegir a
gobiernos “populistas” optan por la barbarie y el atraso de la tribu en
lugar de disfrutar las mieles de la civilización capitalista. El
novelista está furioso porque algunos países de Latinoamérica no parecen
dispuestos a querer avanzar por el sendero neoliberal que él les viene
proponiendo desde hace tanto tiempo.
Como no podía ser de otro modo
objeto preferente de su ojeriza es el gobierno de Nicolás Maduro. Desde
el confort y el lujo de la deliciosa Marbella descerraja sus disparos
contra Diosdado Cabello, quien le pidió a su gente que “recurran al
trueque para desterrar del país de una vez por todas la moneda
imperialista.” El novelista abunda en el asunto y denuncia tarde lo que
el gobierno bolivariano viene denunciando hace años: que como parte de
la guerra económica que Washington le declaró a Venezuela las mafias
vinculadas a los capos del imperio se apoderan de cuanto bolívar circula
en el mercado, se los llevan a Colombia y dejan a la población sin
circulante para hacer sus compras.
Esto no es producto de la
lógica del mercado sino una perversa artimaña destinada a fomentar el
malhumor social y potenciar el descontento con el gobierno, apostando a
que estas penurias provocarán la tan esperada insurrección popular que
ponga fin al gobierno de Maduro. En otras palabras: planificar el caos
económico y social y sentarse a esperar que maduren las condiciones para
la revuelta popular.
Pero el señalamiento de Vargas Llosa se
detiene, no por obra del azar o el descuido, en el engañoso mundo de
las apariencias dado que omite identificar las causas que originan la
desaparición del circulante y los objetivos que la Casa Blanca persigue
con esta maniobra. Oculta a sabiendas que esta operación es una de las
vigas maestras de las “guerras de quinta generación” (también llamadas
“guerras híbridas”) que lleva a la práctica el imperio. [2]
Guerras que ya no se libran con armas convencionales sino por medio de
la conquista de las mentes y los corazones de los pueblos, sembrando el
caos, promoviendo el odio y la ira, incentivando el temor y canalizando
todas estas frustraciones hacia el gobierno que Estados Unidos desea
destruir. En suma: ganar una guerra sin disparar una sola bala y
confiando en la eficacia de la “artillería del pensamiento”, como
advirtiera Hugo Chávez.
El diagnóstico del novelista es
categórico: “lo que ha hecho con Venezuela el ‘socialismo del siglo XXI’
es uno de los peores cataclismos de la historia.” Puede ser, porque lo
ha reconocido el propio gobierno bolivariano. Pero no basta con
constatar un crimen de lesa humanidad: hay que investigar quién es el
culpable, el autor intelectual y el agente material responsable de esta
situación. Recordemos: no fueron también cataclismos los que ocasionó
Estados Unidos en Irak, en Libia, en Siria, antes en Chile, Nicaragua,
Haití, República Dominicana, Granada y por supuesto en Vietnam y en
Indonesia, Camboya, Laos como antes lo produjeron los ataques de la
Alemania nazi en Francia, Italia e Inglaterra durante la Segunda Guerra
Mundial.
Todos los países víctimas de una agresión sufren
terribles penurias, pero nadie en su sano juicio puede culpar a los
agredidos por sus padecimientos. Al escritor no se le puede escapar el
hecho de que Venezuela es víctima de una guerra de una crueldad
infinita, que se ha cobrado miles de muertos por el bloqueo en el
suministro de alimentos y medicamentos por lo que debe enfrentar una
situación humanitaria de extrema gravedad. [3] Pero ¿desde
cuándo la responsabilidad de esta tragedia recae sobre la víctima y no
sobre los hampones, amigos y protectores de Vargas Llosa, que son los
que perpetran el crimen de la guerra?
En la alucinada visión
del novelista Estados Unidos es exaltado como la indiscutible vanguardia
de la civilización, y por lo tanto incapaz de hacer el mal. Éste lo
hacen los malos gobiernos que eligen los incorregibles latinoamericanos y
nada debe culparse a Washington por nuestros infortunios. Al idealizar a
Estados Unidos el escritor barre bajo la alfombra a una sociedad
alienada y alienante que cada semana produce un asesinato colectivo
perpetrado por un humanoide que "oye voces" que le ordenan entrar a una
iglesia, una escuela, un hospital o una cafetería y disparar a mansalva:
o un veterano desquiciado en las guerras de Irak, Siria o Afganistán, o
un drogadicto enloquecido deseoso de vengarse de una sociedad que lo
redujo a tan desgraciada condición. Nada de esto dice el locuaz y
prolífico escritor.
También obvia la existencia de 50
millones de estadounidenses que viven bajo la línea de la pobreza y los
otros tantos que están apenas por encima y que comen cuando pueden
gracias a las “food stamps”; o la de los poco más de 550.000 "homeless"
diseminados a lo largo y a lo ancho de todo el país; o la del 25 por
ciento de la población de Estados Unidos que no tiene asistencia médica
alguna o que la tiene en grado insuficiente. [4] Esto
para ni hablar de una "civilización" que perpetró los dos mayores
atentados terroristas de la historia de la humanidad al reducir en
instantes a cenizas a más de doscientas mil personas inocentes cuyo
único delito había sido vivir en Hiroshima y Nagasaki.
Incapaz de controlar el sesgo ideológico que tanto lo ofusca el autor de Conversación en la Catedral
clama por los “cuatro millones de venezolanos” que han huido del país,
pero cierra beatíficamente sus ojos ante los ocho millones de
desplazados en Colombia, oficialmente reconocidos por las autoridades de
ese país. Cuatro millones (suponiendo que sean cuatro) que huyen de
Venezuela es una catástrofe; ocho millones que abandonan los campos
colombianos es un agradable paseo que no despierta el menor reproche en
el rencoroso escritor. Peor aún, en su desbocada iracundia se congratula
de que Chile “progrese a pasos de gigante” al igual que en “Colombia,
donde la democracia funciona y parece hacer avances pese a todas las
deficiencias del llamado ‘proceso de paz’.” Es obvio que el novelista
extravía por completo el rumbo cuando abandona el terreno de la ficción
-en el que se mueve con indiscutible maestría- y pretende instalarse
como un cronista objetivo y profundo de su época. Para su desazón hay
que decir que en este terreno es apenas un diletante.
Por
ejemplo, se escandaliza de las “gigantescas fortunas” fugadas por la
dirigencia chavista sin aportar, como ocurre invariablemente en sus
frecuentes libelos, un solo dato concreto o una sola fuente objetiva
sobre la cual apoyar sus denuncias. Pero seré solidario con él y le
ofreceré una información que seguramente le será de utilidad: bajo el
gobierno de su admirado amigo Mauricio Macri fugaron de la Argentina,
entre el 1º de Enero del 2016 y el 30 de Junio de 2019, la friolera de
70.200 millones de dólares, a razón de 54 millones de dólares día a día,
incluyendo sábados, domingos y “fiestas de guardar.” Son datos
oficiales del Banco Central. Pero como se trata de un amigo el novelista
seguramente se llamará a silencio ante este descomunal saqueo. Prefiere
fantasear con el dinero que los chavistas habrían fugado de Venezuela y
no meter sus narices en los delitos cometidos por sus amigos y
auspiciantes.
En su nota prosigue con sus difamaciones:
centenares de presos políticos en Venezuela, torturas sistemáticas,
cuerpos represivos que se multiplican, “impopularidad del régimen”,
“asesinatos a mansalva”, sometimiento vía terror y siguen las letanías.
Pero, ¿está hablando de Colombia, donde cada semana desaparecen,
torturan o matan a tres o cuatro militantes sociales? ¡No! Habla de
Venezuela, poniendo su exquisita pluma de escritor de ficciones al
servicio de los más sórdidos intereses de las clases dominantes de
Estados Unidos y América Latina. Y se permite agredir también a nuestra
Cuba, heroico país que ha soportado con un alarde de patriotismo y
estoicismo admirables sesenta años ininterrumpidos de agresiones
norteamericanas. Pero el autor de La Casa Verde pasa por
alto esa nimiedad y se permite describir a Cuba como un país “que se ha
quedado fuera de la historia.” Sangra por su aún entreabierta herida
porque quien se quedó fuera de la historia fue él, postergando para
siempre sus sueños de ser presidente del Perú. Sus compatriotas le
propinaron una derrota humillante a manos de Alberto Fujimori en la
elección presidencial de 1990. Después de ese masivo repudio tuvo que
optar por la ciudadanía española. ¡Y pese a ello tiene la desfachatez de
decir que Cuba se quedó fuera de la historia!
Es obvio que lo
propio de este novelista no es el ensayo sino la ficción. Si muchos de
sus personajes volvieran a vivir (pienso en el entrañable irlandés Roger
Casement, héroe de El Sueño del Celta) seguramente lo
increparían sin piedad por su cinismo y por su deshonestidad al poner en
sus bocas palabras y discursos anticapitalistas y antiimperialistas que
luego desprecia y denigra cuando abandona sus ficciones y se dedica a
comentar lo que ocurre en el mundo real. Por ejemplo, en este mismo
artículo le reprocha a argentinas y argentinos por su “locura furiosa”
expresada en las elecciones primarias del 11 de Agosto que se tradujeron
en una categórica derrota de su amigo Mauricio. “Yo pienso” –dice el
escritor- “que el llamado ‘gradualismo’, el empeño del equipo de Macri
en no exigir más sacrificios a un pueblo extenuado por los desmanes de
los Kirchner” fue el causante de la derrota. Es obvio que Vargas Llosa
no tiene la menor idea de lo que ha ocurrido en la Argentina.
Sólo
un ignorante, o una persona desalmada, puede “exigir más sacrificios” a
un pueblo que gracias a las políticas que él propone con tanto ahínco
ha sido empobrecido, hambreado, desinformado y confundido por la
propaganda oficial, abrumado por aumentos escalofriantes en las tarifas
de los servicios públicos, por la escalada inflacionaria, crecientemente
desempleado, con miles de pequeñas y medianas empresas cerradas, con el
consumo cayendo en picada, con brutales recortes en los programas de
salud y educación y con un país que se convirtió en un festival de
endeudamiento y fuga de divisas. Y no sólo eso: el escritor se permite
asegurar que el gobierno de su amigo, el que tomó por asalto y saqueó a
la Argentina es “probablemente el más competente y honrado que ha tenido
el país en mucho tiempo.” Ni honrado ni competente, sino todo lo
contrario, don Mario. Y si tiene tiempo venga a la Argentina y converse
con gente real, de carne y hueso, no las momias con las que alterna
cuando nos visita, y compruebe por usted mismo si todavía se les puede
exigir que hagan más sacrificios. Sobre todo para que los ricachones que
nos gobiernan sigan abultando sus fortunas de manera escandalosa. [5]
Termina usted su balance de esta penosa marcha desde la supuesta
civilización a la barbarie refiriéndose a los gobiernos de Nicaragua,
Bolivia y México. La verdad: nada nuevo. Reproduce sin el brillo que su
pluma exhibe en sus novelas las mentiras y “posverdades” que elaboran
sin cesar sus amigos en Washington y reproduce la peonada intelectual y
política que el imperio apaña y mantiene en estas latitudes. Fulmina a
Ortega, a Evo y a López Obrador sin aportar un solo dato, sin la menor
especificación del contexto, sin situar históricamente las luchas de
esos gobiernos sometidos por siglos a la opresión imperialista. Lo hace
confiado en el hechizo de su prosa. Pero no basta. Acusa con impudicia a
Evo de pretender eternizarse en el poder, habiendo sido de lejos el
mejor presidente de toda la historia de Bolivia y construido la economía
más sana y dinámica de Nuestra América. Nada de eso le importa. Esa
“eternización” es maligna, dice, pero no así la de su compadre Felipe
González o la de su mentora ideológica y política Margaret Thatcher. En
estos casos sus prolongadas permanencias en el gobierno fueron síntoma
de virtud republicana. [6] Lo que es bueno en un europeo es
malo cuando lo hace un indio, un mulato o un obrero. No hace falta ser
un psicólogo para percibir el racismo subyacente a aquella denuncia.
No le va mejor a AMLO, que también cae bajo el rayo de su inquina:
“prosiguen los asesinatos de periodistas y mujeres a un ritmo
aterrador”, afirma, y su “populismo comienza a carcomer una economía
que, pese a la corrupción del gobierno anterior, parecía bien
orientada.” Los asesinatos de periodistas y los feminicidios comenzaron
con los gobiernos que precedieron a López Obrador y que Vargas Llosa
apoyó con todas sus fuerzas, ¿o se le olvidó ese detalle? Y eso de que
la "economía parecía bien orientada” es un certificado oficial de
ignorancia en lo más elemental de la ciencia y la historia económicas.
Charlatanería pura, como la que exalta las “democraduras” de Piñera y
Duque en Chile y Colombia. En Chile, país con el mayor endeudamiento per
cápita América Latina producto de la privatización de casi todo,
incluida el agua, y en donde según un estudio de la prestigiosa
Fundación Sol de ese país “más de la mitad de los trabajadores
asalariados no puede sacar a una familia promedio de la pobreza” y cuya
población se ha resignado a ser gobernada por los ricachones y sus
representantes políticos y ya no se molesta en ir a votar. Ese es el
modelo a imitar, según el escritor, pese que es uno de los países más
desiguales del mundo, comparable a la de Rwanda. [7]
Y
el otro modelo es nada menos que Colombia, país sometido al flagelo de
una interminable matazón que no cesa y que no provoca el menor gesto de
compasión del imperturbable novelista hispano-peruano, que debería
avergonzarse de ello. Lo mismo cuando todavía se pregunta si “el gigante
brasileño comenzará el retorno a la barbarie”. ¡Teléfono, don Mario! No
se enteró que Jair Bolsonaro preside Brasil y que la barbarie ya está
instalada en el Palacio del Planalto. Bolsonaro le declaró la guerra a
la cultura, prohibió la “ideología de género”, condena a las escuelas
formadoras de ciudadanos, a la naturaleza misma, siendo el principal
autor intelectual y político del gigantesco incendio que se está
devorando partes de la Amazonía. ¿No son suficientemente bárbaras todas
estas iniciativas? No lee los diarios, no explora lo que dicen las redes
sociales (no la de sus amigos, que le pintan un mundo beatífico que,
aparentemente, usted toma por cierto). ¿No sabe que hubo un “golpe
blando” en Brasil y que terminó con el gobierno legal y legítimo de
Dilma Rousseff y que sus verdugos fueron dos bandidos, Michel Temer y
Eduardo Cunha que ahora están en la cárcel por ladrones. También lo está
Lula, pese a que en el juicio el juez Sergio Moro dijo que no tenía
pruebas de la corrupción de Lula pero que estaba convencido que había
robado un departamento. ¿No le suena a despotismo monárquico todo esto?
Tal vez no porque el polémico rey emérito de España, Juan Carlos, le
confirió un título de nobleza y lo hizo Marqués. Pero, ¿le parece un
gesto civilizatorio regresar a la época de la Inquisición en donde un
cura enviaba a la hoguera a una mujer porque también él, como el juez
Moro, estaba convencido que la víctima era una bruja que se había
entregado gozosa a la concuspicencia de Satanás? ¿No sabía que Moro,
dilecto alumno de los programas de “buenas prácticas” que organiza el
gobierno de Estados Unidos, fue premiado por Bolsonaro por encarcelar a
Lula designándolo nada menos que Ministro de Justicia del Brasil? En
fin, don Mario: ¿en qué mundo vive usted?
Pongo fin a esta nota
con una breve alusión a una novela que tengo ya en mente y que los
disparates propagandísticos de sus ensayos y la deslealtad en que
incurre con los personajes de sus ficciones me urgen escribir. En ella
hay una escena en la cual el irlandés Roger Casement se presenta
abruptamente en su mansión madrileña. Toca a la puerta, usted le abre y
él, sin decir agua va lo sujeta firmemente del cuello y lo abofetea
hasta derribarlo. Ya en el suelo Roger se agacha, lo sujeta por los
pelos y enfurecido le grita: “¿por qué me has traicionado, por qué
exaltabas mi lucha anticolonialista y antiimperialista en el libro que
me dedicaste y ahora te conviertes en vocero de toda esa basura que
combatí toda mi vida? ¿Eso era tan sólo un negocio para ti? ¿Crees que
lo que hice en el Congo Belga y en la Amazonía peruana era un juego?
¿Crees acaso que esas historias de barbarie se han terminado gracias al
‘progreso de la civilización capitalista’ como lo dices? ¿No ves en toda
Latinoamérica y el Caribe gentes sufriendo las inenarrables penurias
que tu narraste al novelar mis afanes en pos de la justicia y la
dignidad humana? ¿Cómo explicas tu incoherencia?¿Hasta dónde piensas
llegar con tu felonía? ¿Hasta cuándo seguirás mintiendo? ¿Eres
consciente que descenderás a la historia como un personaje funesto, como
Louis-Ferdinand Celine, el gran escritor francés del siglo veinte pero
con su fama corroída irreparablemente por su apología del racismo y el
nazismo? ¿Crees que otra será tu suerte? Te equivocas. Los heroicos
personajes de tus novelas nos encargaremos, uno tras otro, de denunciar
el hiato moral insalvable que separa al gran escritor que noveló
nuestras luchas antiimperialistas del amanuense de las burguesías y sus
amos imperialistas. Denunciaremos también la impostura y la doblez de
quien escribe novelas de izquierda y en la vida real se coloca a la
derecha de ellas. Razón por la cual los verdugos de la humanidad te
suben a un pedestal mientras eres repudiado por las mujeres y hombres de
buena voluntad que por doquier bregan por construir un mundo mejor.”
Notas:
[1] Cf. “Retorno a la barbarie”, en El País (España) 31 de Agosto 2019. Reproducido en La Nación (Buenos Aires) 2 Septiembre 2019)
[2] Cf. Andrew Korybko, Guerras Híbridas. De las revoluciones de colores al golpe (Sao Paulo: Expressao Popular, 2015).
[3]
Los bloqueos comerciales son mortíferos. El de EEUU a Irak ocasionó la
muerte de unas 650.000 personas; desde el año 2017 las sanciones
económicas de Trump a Venezuela llevaron a la muerte de por lo memos
40.000 personas según un reciente informe del Center for Economic Policy
and Research de Washington, D. C. Ver http://cepr.net/press-center/press-releases/report-finds-us-sanctions-on-venezuela-are-responsible-for-tens-of-thousands-of-deaths
[4] La cifra de los “sin casa” se encuentra en https://endhomelessness.org/homelessness-in-america/homelessness-statistics/state-of-homelessness-report/
con base en informes oficiles del Departamento de Vivienda y Desarrollo
Urbano del gobierno de Estados Unidos. Los datos sobre la insuficiencia
asistencia médica provienen de https://www.thebalance.com/health-care-inequality-facts-types-effect-solution-4174842
[5]
Ver “ El Presidente incrementó sus bienes en un 51% y es el tercer
funcionario más rico de su gabinete”, en Chequeado.com La mayoría de los
miembros del gabinete y el círculo de amigos del régimen se
enriquecieron escandalosamente durante la gestión de Mauricio Macri. Y
casi sin excepción tienen depositadas sus fortunas en paraísos fiscales.
Ver https://chequeado.com/el-explicador/declaraciones-juradas-arribas-dujovne-y-macri-los-mas-ricos-del-gabinete/
[6] Tal como lo reconoce con orgullo en su La Llamada de la Tribu
(Madrid: Alfabuara, 2018). Una crítica a ese libro, y en particular a
la “revelación” que le produjo su asombroso encuentro con Thatcher se
encuentra en mi El Hechicero de la tribu. Mario Vargas Llosa y el liberalismo en América Latina (Madrid, México, Buenos Aires: AKAL, 2019).
[7] Cf. nota de Nicolás Bravo Sepúlveda, en el periódico digital El Mostrador www.elmostrador.cl/destacado/2019/08/21 Los datos sobre la desigualdad se encuentran en un informe del Banco Mundial: “Taking on inequality” (Washington: 2016)
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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