Entrevista a Óscar Figuera, Secretario General de Partido Comunista de Venezuela
cronica.uno
El
secretario general del PCV considera que en el Gobierno hay temor a la
clase obrera: “No somos de los que nos metemos mentiras de que estamos
en socialismo”.
Nacido en el entonces Territorio Federal Delta
Amacuro, hijo de un campesino y de una enfermera, el acercamiento de
Óscar Figuera al movimiento sindical data del año 73, cuando se trasladó
hasta la zona industrial de La Victoria para trabajar como obrero en el
área de hornos de la empresa metalúrgica Grifos de Venezuela (Griven).
Ahí se unió al Sindicato Único de Trabajadores de la Industria de Llaves
de Metal, Plomería, Similares y Conexos del Distrito Ricaurte del
estado Aragua. “El sindicato tenía un nombre tan largo, que costaba
aprendérselo”, recuerda entre risas.
Hoy Figuera es diputado y secretario general del Partido Comunista de Venezuela
(PCV) y rememora con nostalgia aquellos tiempos. Con 43 años de
experiencia en las luchas del movimiento obrero, considera que se ha
perdido la “tradición de lucha” de los trabajadores. A pesar de que
sigue dando su respaldo a la revolución bolivariana le atribuye a esta
una cuota de responsabilidad en este fenómeno, pues la “pequeña
burguesía”, asegura, es la que ha sostenido las riendas del proceso y ha
fomentado una “política paternalista” para desactivar los reclamos
sindicales. "Nosotros no somos de los que nos metemos mentiras de que
estamos en socialismo”, agrega.
Por esta razón, desde 2011 el
PCV trabaja en la “perspectiva de un bloque popular revolucionario” con
la participación de obreros y campesinos que coinciden en que es la
clase obrera la que debe liderar el camino hacia el socialismo. Aunque
aclara que sigue apoyando al Gran Polo Patriótico
(GPP), admite que este tiene “muy poca existencia práctica”. Reitera la
posición del PCV, el partido más longevo de Venezuela —con 86 años de
actividad— de no asistir a la renovación exigida por el Poder Electoral
para proteger la identidad los militantes, postura que podría resultar
en la cuarta ilegalización de las siglas comunistas en la historia de
Venezuela.
¿Cuál es la realidad del movimiento obrero en este momento?
—Los
tiempos de los 70 y los 80 fueron tiempos duros pero los trabajadores
peleaban, no esperaban que el Estado les regalara las cosas. Una jornada
importante de aquellos tiempos fue la huelga nacional de los
trabajadores textiles del año 80. Esos eran tiempos en los que la
movilización la costeábamos los mismos trabajadores, donde construíamos
fondos de huelga, antes de ir al conflicto, para pelear contra el
patrón.
Hay una tradición de lucha bien importante que se ha venido perdiendo en los últimos años y las últimas décadas.
Se ha venido perdiendo como consecuencia de lo que significó el golpe a
la organización sindical a consecuencia de la desestructuración del
movimiento de los trabajadores a partir de la política neoliberal:
desmontaje de precios, empresas que cerraron, que se fueron para
Colombia y para otros países ¿Por qué? Porque al abrir las frontera el
producto que venía del exterior era más barato que producirlo en
Venezuela y como había bastantes petrodólares preferían importarlo y
enriquecerse con las importaciones, que es uno de los mecanismos de
acumulación capitalista en las economías rentistas, y que sigue
existiendo hoy en una proporción importante como mecanismo de
acumulación.
No tenemos porqué poner en riesgo nuestra militancia porque una institución del estado burgués haya decidido algo.
Con
la llegada de Chávez, que se desarrolló un movimiento y una política de
reversión de las orientaciones neoliberales, teníamos el criterio de
que podía revertirse de manera importante la situación del movimiento
obrero y sindical. Aunque se desestructuró el modelo puntofijista por la
debilidad de la CTV [Confederación de Trabajadores de Venezuela] —no
solo por las políticas neoliberales sino luego por la crisis del modelo
político encabezado por el bipartidismo del cual era parte la CTV—
surgen nuevas estructuras sindicales, pero estas grandes estructuras
sindicales surgen con una gran debilidad, con una concepción de muchos
de sus dirigentes de no construir sindicalismo clasista sino
sindicalismo con una profunda carga reformista y con una profunda carga
patronal y con una profunda carga de dependencia estatal.
Desde esa
perspectiva, podríamos afirmar que el sindicalismo venezolano hoy está
cruzado por un predominio de las corrientes reformistas. ¿Qué son las
corrientes reformistas? Son aquellas que solo se proponen conseguir
mejoras en el marco de la sociedad capitalista y no cuestionan la
esencia de sistema y la necesidad de los trabajadores de asumir su papel
de vanguardia revolucionaria para transformar el capitalismo, romper la
cadena de dominación y construir el socialismo. Esto es, los que se
quedan solo luchando por reformas, que al final de cuentas, solo
reproducen el metabolismo del capitalismo.
—Nuestra apreciación es
porque, en primer lugar, el proceso político social venezolano conocido
como «revolución bolivariana», en lo esencial ha estado dirigida por
cuadros de la pequeña burguesía y de las capas medias, civiles y
militares que, aun cuando hablen de socialismo, le tienen mucho temor a
la clase que ellos saben que sí puede hacer el socialismo y que los
desplazaría, que es la clase obrera.
¿Los cuadros de la revolución le tienen miedo a la clase obrera?
—Muchos
que se dicen revolucionarios y socialistas, aunque lo griten a los
cuatro vientos, en la práctica no les interesa que la clase obrera, que
la clase trabajadora de la ciudad y del campo, internalicen su condición
de clase para que entienda que debe asumir el liderazgo de las
transformaciones porque, obviamente, serían desplazados por esa clase
obrera, por ese pueblo trabajador, de la dirección del proceso.
Prefieren mantener a la clase obrera, a los trabajadores, con una
política paternalista donde usted no tiene por qué pelear porque el
Estado se lo da.
Una franja importante de los trabajadores se ha
mantenido en una situación de aceptación de esa política. En la misma
medida que la crisis general del sistema capitalista mundial
imperialista impacta también a la sociedad venezolana, que es una
sociedad capitalista dependiente con un modelo de acumulación rentista,
la incorpora a esa crisis general del sistema. En esa misma medida, los
gobiernos y estados no están en condiciones de mantener políticas
dadivosas y los trabajadores tendrán que pelear más frente al capital
privado y frente al Estado que, en general, es un instrumento que
legitima la dominación del capital privado.
¿Desde cuándo no se reúne el Gran Polo Patriótico?
—El
GPP tiene un tiempo importante que no se reúne y eso tiene que ver con
las propias características del GPP. El PCV ha planteado la necesidad de
construir, a través del GPP, un instrumento de dirección política y
colectiva unitaria y revolucionaria que participe en la construcción de
la política, su evaluación, su seguimiento, su control crítico y
autocrítico. Independientemente que ese ha sido el planteamiento del
partido, y que ha sido acogido de manera general, esa no es la práctica.
El
GPP se ha convertido, históricamente, en un aparato que funciona cuando
vienen los procesos electorales para llegar a unos acuerdos electorales
y luego para mantener una especie de status quo, de relaciones muy
superficiales, que no profundizan en la práctica política revolucionaria
y eso obviamente va matando la organización, porque si la organización
no tiene sentido práctico, pierde la razón de su existencia. Podríamos
afirmar que el GPP tiene muy poca existencia práctica. Eso es muy malo
para este proceso político y social venezolano. No nos alegramos por
eso. Lo señalamos, más bien, como un déficit que nos hace daño.
¿El PCV se plantea la posibilidad de conformar alguna alternativa a los dos grandes polos electorales?
—Desde
el XIV congreso, en agosto de 2011, el partido concluyó que en
Venezuela había condiciones para avanzar en la dirección de profundizar
una línea de liberación nacional e incluso construir condiciones para
avanzar en la perspectiva, ni si quiera en la construcción, sino en la
perspectiva, de construcción del socialismo. Abrirle causa a la
construcción del socialismo, porque no, nosotros no somos de los que nos
metemos mentiras de que estamos en socialismo o que el socialismo está a
la vuelta de la esquina. Toma en cuenta algunas otras experiencias.
¿Qué
dicen los chinos? El Partido Comunista está dirigiendo la sociedad
china desde el año 1949, no desde el 99. Hasta el 2016 son 67 años, por
conquistar una sociedad modestamente acomodada. Hace 20 años dijeron que
en 50 años, o sea dentro de 30 años, es que ellos estarán en
condiciones de plantearse la construcción del socialismo. Imagínate tú
que alguien que tiene 67 años trabajando para construir las bases
materiales para el socialismo todavía dice que le faltan unos cuantos
años para poder entrar en esa fase.
No tenemos porqué poner en riesgo nuestra militancia porque una institución del estado burgués haya decidido algo.
¿Te
puede decir una dirección política que en 10 o 15 años ya está
construyendo socialismo? Eso aún no acontece en Venezuela. Aquí sigue
privando el régimen de la propiedad privada y de las relaciones sociales
de producción determinada por la propiedad privada, que son las
relaciones sociales de explotación de la fuerza de trabajo asalariada.
A
partir de esta consideración, el partido comunista ha considerado que
es necesario construir un bloque de fuerzas obreras, campesinas, popular
revolucionaria que, sin romper con el GPP, permita que las corrientes
más identificadas con el socialismo científico y el marxismo —que
también asumen el ideario bolivariano como un elemento fundamental de su
cultura política y de sus objetivos políticos de unidad latinoamericana
y caribeña, pero que reconoce en la clase obrera y los trabajadores de
la ciudad y el campo el sujeto de la revolución— nos agrupemos en un
bloque popular revolucionario que tenga un claro perfil de clase.
Eso
es desde 2011 y hemos venido trabajando por eso, lentamente, poco a
poco. Es un proceso complejo, que tiende a acelerarse en la misma medida
que se agudiza la crisis del modo de producción capitalista mundial y
también su reflejo en el capitalismo dependiente rentista venezolano.
¿Por eso les dificultan, con el tema de la renovación de los partidos, el postular candidatos?
—No,
no creo. No sé si algún otro camarada lo cree, pero no lo creo y no es
el análisis de la dirección porque para esta orientación que estamos
desarrollando la existencia de la condición legal no es un requisito
fundamental. Lo fundamental es la legitimidad de la existencia política
revolucionaria. Con legalidad o sin legalidad podemos desarrollar este
plan que tiene que ver con la acumulación de fuerzas para que la clase
obrera del pueblo trabajador sea vanguardia del proceso revolucionario
venezolano. No es un problema de legalidad sino de legitimidad y la
legitimidad no nos la da la legalidad sino el trabajo con el pueblo, con
la clase obrera, los trabajadores, nuestra lucha por la revolución
socialista. A nosotros no nos legitima ningún Estado.
¿Entonces a qué responde este tema de la renovación?
—Hay
una deuda jurídica. La ley de la que emanan los reglamentos y normas
para la renovación de la matrícula de los partidos es una ley del año
65. El artículo 25 de esa ley no ha sido reformado desde su surgimiento,
una ley que surge en un momento histórico de confrontación político
militar en Venezuela, de desarrollo de una lucha insurgente del PCV
junto con el MIR que nos enfrentamos al proceso de entrega al capital
trasnacional, al imperialismo norteamericano, por parte de los gobierno
puntofijistas encarnados por [Rómulo] Betancourt y [Raúl] Leoni y con la
aceptación de URD y Copei, Jóvito Villalba y [Rafael] Caldera.
La
forma jurídica debe hacerse a partir de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela que tiene unos contenidos y principios más
avanzados que los del 65. El principio de la participación y el protagonismo popular no existían en la Constitución del año 61.
La norma preconstitucional y el artículo 25 crean las condiciones para
que, al reglamentar, se caiga en situaciones como las que se presentan
hoy, que nosotros no acompañamos. No las acompañamos por razones
políticas y jurídicas. Los partidos de la burguesía no tienen por qué
temer el entregar sus listas de nombres al estado burgués. ¿Quién va a
despedir a un militante de Voluntad Popular de una empresa privada? Si
las empresas privadas son las que sostienen a esos partidos.
En
el caso de la militancia comunista, históricamente en Venezuela la
derecha, el fascismo y las instituciones del Estado, han trabajado por
conocer las listas y nóminas del PCV, pero nosotros no se las vamos a
entregar. Objetamos que tengamos que entregar la lista de los militantes
comunistas a una institución del Estado, que esa nómina se publique y
que de inmediato estará en manos de la derecha, de la ultraderecha y de
los patronos públicos y privados que podrán ejercer acciones de despido,
como una primera medida, contra nuestra militancia y acciones
posteriores que ponen en riesgo la vida de nuestra militancia.
Pero eso fue algo definido por el Tribunal Supremo de Justicia y aceptado por el Consejo Nacional Electoral.
—Lo
puede definir quien quiera pero nosotros también podemos definir no
hacerlo. Ese es nuestro derecho. No tenemos porqué poner en riesgo
nuestra militancia porque una institución del estado burgués haya
decidido algo. Preferimos no existir en esas condiciones, en esa
legalidad y mantener nuestra acción legítima con las masas. Si no hay
cambio en eso buscaremos otro mecanismo de participación política,
también electoral, pero no por la vía de entregar listas de nuestra
militancia. No la entregaremos, eso está descartado, lo decida quien lo
decida en el Estado venezolano. Será la cuarta vez que el PCV esté
ilegalizado: en la dictadura de Juan Vicente Gómez, en el gobierno de
[Marcos] Pérez Jiménez, el Gobierno de Betancourt y posteriormente
Leoni, y esta sería la cuarta vez. Cada quien que asuma su
responsabilidad histórica, nosotros asumimos la nuestra y no
entregaremos nuestra nómina de militancia a ninguna institución del
estado.
¿Por qué no pusieron esa misma objeción cuando se puso
esa norma en el referendo revocatorio en el que también se hicieron
públicos los listados?
—Nadie pone objeción, en general, a
las cosas que no los afectan. Nosotros no hemos querido referendo
revocatorio contra nadie. El que tenía que poner esa objeción eran los
que solicitaban esos referendos (sic).
O sea, que si no los afecta a ustedes, no…
—En
general, tú no te das cuenta de los problemas y su esencia hasta que no
te afectan. Tú te aproximas a los problemas cuando tienen que ver con
tu propia condición de vida, existencia y funcionamiento. Si a ti te
ponen una condición y tú la aceptas, yo no tengo que salir a decir que
no la acepto, ese es tu problema. Nosotros no tenemos que salir a
defenderle a la oposición derechos si ellos no los exigen, esa es su
responsabilidad.
¿Cómo ven las conversaciones que se dieron entre Gobierno y oposición?
—Consideramos
que el denominado diálogo entre Gobierno y oposición es una extensión
de lo que se denominó los espacios de trabajo con los sectores del
capital y que se han expresado, de manera más concreta, en el Consejo
Nacional de Economía Productiva, donde los sectores del capital tiene
una presencia activa, donde han venido construyendo acuerdos con el
Gobierno. Entre sus acuerdos —forma parte importante de las
observaciones que hacemos— está la liberación de los precios que está
impactando negativamente al pueblo venezolano con la especulación. Los partidos son expresión de los intereses de las clases y capas sociales.
Los partidos de la oposición son expresión, independientemente de la
cantidad de pueblo que tengan, pero su dirección y su ideología, su
filosofía y su programa, son expresión de los intereses de las clases
dominantes económicamente, de los factores económicos más poderosos.
Nosotros,
el PCV, nos consideramos una expresión de los intereses de la clase
obrera y del pueblo trabajador, otros partidos se consideran expresión
de intereses de capas medias, de sectores campesinos, de pequeños y
medianos productores. En la misma medida que existe un Consejo Nacional
de Economía Productiva, donde los sectores del capital establecen algún
tipo de acuerdo con el Gobierno, en esa misma medida los sectores del
capital, aun cuando le quieren poner la mano completa al Gobierno, crean
niveles de elasticidad en las relaciones que también se expresan en el
terreno de lo político. Porque los sujetos políticos, que están en los
partidos de oposición, a final de cuentas van a aplicar una política que
le sirva a esos sectores del capital. Por eso nosotros decimos que las
mesas de diálogo con el capital y la oposición nunca deben servir para
hacer concesiones que dañen los intereses generales de los pueblos.
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