1 - El
Estado de Sitio es una demostración de fuerza. Sanciona un poder cuasi
absoluto, para el que todo vale: por ejemplo, multiplicar
exponencialmente y a la carta la extensión territorial de aplicación
(seis departamentos y 22 municipios, aunque la conflictividad inicial se
focalizó en una comunidad).
Queda normalizada la
arbitrariedad y discrecionalidad. Se justifica lo ilegal y la
ilegitimidad de este Estado y sus múltiples poderes.
2 - El
Estado de Sitio no es una medida aislada, al menos en su declaración de
intenciones. El Estor es el segundo aviso-amenaza de Estado de
Excepción-Sitio. El primero fue Champerico, a petición de una
transnacional camaronera supuestamente extorsionada. La solicitud se dio
en el marco de una serie de ”capturas” de avionetas transportadoras de
droga, invariablemente desocupadas y vacías, en un contexto
difuso/fabricado de accionar de grupos de narcotráfico.
3 - El
Estado de Sitio inaugura una fase de restricción máxima de libertades.
Al mismo tiempo, es consecuencia de un proceso prolongado de
legitimación del uso de la fuerza y ataques a organizaciones sociales.
La construcción de imaginarios autoritarios, de control social y
enemigos internos, es previa al Estado de Sitio, y se profundizará tras
su vigencia.
Se fortalece el proyecto neoliberal y el
modelo de Estado en fase militar creciente, que acentúa sus rasgos
autoritarios, discrecionales y represivos, con ascenso del papel
político del ejército.
4 - El
Estado de Sitio y la militarización son la respuesta visible de los
actores de poder para el control de territorios y el cuidado de grandes
negocios. Los municipios afectados directamente, así como otros
amenazados (Champerico) son territorios estratégicos, por la abundancia
de bienes naturales, los intereses de prominentes finqueros y la
organización comunitaria frente al despojo.
A partir de
una medida de autoridad extrema, intentan satisfacerse intereses
particulares de empresarios, grupos criminales en disputa y
reordenamiento, Ejército, gobierno actual que quema la última nave de
los negocios ilícitos, gobierno entrante, al que favorece la paz social,
aunque sea la paz de los cementerios.
5 -El
Estado de Sitio no es solamente la despedida con cohetes de un gobierno
tan mediocre como excluyente y autoritario. El nuevo gobierno ya está
operando, con la complicidad militarista del que va de salida.
6 - El
Estado de Sitio es una disputa de relato. El problema hoy, o acentuado
hoy, es que la disputa del relato excluye argumentaciones o elude las
contradicciones del discurso.
Se construyen argumentos,
los argumentos se vuelven excusas, se argumenta de manera confusa y
disparatada: conflicto de narcotraficantes, guerrilleros, invasores,
seudodefensores de derechos humanos, comunistas, en el mismo día y a
partir de la misma fuente.
En la retórica gubernamental la
resistencia de comunidades a proyectos extractivos se entrevera con el
narcotráfico, el conflicto armado interno con la conflictividad actual,
la guerra fría con la ingobernabilidad.
7 - No
hay, por ahora, contrapesos a esta violencia institucionalizada, en una
situación de fragmentación extrema de las luchas sociales.
Sin
embargo, el Estado de Sitio, como demostración de fuerza, instrumento
de reorganización autoritaria del Estado, operador de actores
económicos, reproductor de imaginarios de violencia, es también una
señal de debilidad: la razón de un Estado y un sistema que carecen de
recursos y voluntad para construir consensos.
Por aquí
puede continuar la tarea: oponer -a una racionalidad política que
defiende la violencia como método privilegiado-, otra estrategia que
busca soluciones en la raíz de los problemas, a partir de la
construcción colectiva, el diálogo y el consenso.
Andrés Cabanas www.memorialguatemala.blogspot.com www.pensamientosguatemala.org
https://www.alainet.org/es/articulo/202015
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