Guatemala
Guatemala, República
bicentenaria de Centroamérica, nuevamente es noticia internacional
porque su Gobernante, Jimmy Morales, decretó nuevo estado de sitio en
una de las áreas geográficas más empobrecidas y conflictuadas por la
violenta incursión de empresas hidromineras. El argumento: “lucha contra
el narcotráfico”.
Aunque suena cómico, pero el gobernante
Morales es señalado de nexos con dos grandes narcotraficantes,
actualmente detenidos en los EEUU.
En 2017, Morales, tomó la
misma determinación para intentar “silenciar” la resistencia indígena
contra una empresa de hidroeléctrica en el noroeste del país.
Esta
vez, el estado de sitio, en los 22 municipios de 5 departamentos del
país, se “justifica” por la muerte de 3 soldados que ingresaron y
agredieron a la población q’echí, en la comunidad Semuy II, a unos
kilómetros del Lago Izabal (Departamento de Izabal). Recientemente,
varios indígenas defensores de dicho Lago fueron encarcelados. Incluso
la muerte de 3 estudiantes universitarios en el proyecto minero ruso
CGN-PRONICO queda impune al momento.
El territorio donde
ingresaron los militares, sin previo aviso, es propiedad del pueblo maya
q’echí. Un territorio envidiablemente rico en bienes naturales, pero
casi el 90% de su población se encuentra en situación de pobreza.
Territorio invadido por la palma africana y la mina.
¿Para qué el estado de sitio?
Primero.
Guatemala al igual que Honduras, en la era neoliberal, se han
convertido en un hangar y autopista para la industria del narcotráfico.
Este negocio oxigena con dinero fresco al sistema financiero
norteamericano, mediante la venta de la droga y la compra de armas. En
este contexto, el estado de sitio, es para asegurar que el “cargamento”
llegue sin contratiempos a su destino, escoltado por el Ejército
guatemalteco.
Segundo. La conflictividad social en el área
geográfico del actual estado de sitio es histórico. Entre el 2018 y
2019, asesinaron más de seis defensores de derechos q’echís en la zona.
Encarcelaron a muchos otros. Al parecer, el estado de sitio, es para
intentar frenar/desmovilizar a las resistencias comunitarias latentes
frente a la presencia violenta de empresas hidromineras que se solapan
con el narco crimen organizado.
Tercero. Jimmy Morales, antes de
concluir su mandato quiere terminar de comprar al gobierno argentino los
aviones Pampa. Por ello, ahora, busca mostrar al Ejército como víctima
en la supuesta guerra desigual contra el narcotráfico, y así justificar
aquella anunciada compra, pero impedida por no ajustarse a las normas
administrativas del país.
Conclusión. Las grandes mayorías del
país históricamente subsisten en un permanente estado de sitio criollo.
Sin derechos, sólo con obligaciones. Incluso en contra de la voluntad
expresa del aparato estatal cooptado por el crimen organizado.
En
ese sentido, el estado de sitio dictado por el fallido Estado criollo,
lejos de desactivar los procesos de resistencias comunitarias,
acumularán aún más las contenidas broncas comunitarias en contra de sus
verdugos históricos cada vez más exasperados.
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