Como
una bestia herida, el gobierno de EEUU está golpeando en todas las
direcciones. En forma simultánea, lanza sus ataques contra China y, al
mismo tiempo, contra Irán. La furia también le cae sobre sus aliados.
Quienes más han sufrido los desplantes de la bestia herida son los
países latinoamericanos. Cuba lleva 60 años bloqueada por EEUU.
Venezuela acaba de ser objeto de un ‘embargo’ (bloqueo) que pretende
asfixiar al pueblo bolivariano. Pero también están bajo ataque los demás
países latinoamericanos.
El arma más utilizada por EEUU
es la económica. El primer país que cayó bajo las garras de los bancos
norteamericanos fue Haití hace más de 200 años. Cuando el país caribeño
se independizó de Francia buscó ayuda en Washington y los gobernantes
esclavistas le dieron la espalda. La excolonia que exportaba azúcar fue
bloqueada y sometida a un embargo por parte de Francia y EEUU. De ser el
país más rico de las Américas en los albores de la revolución
industrial, Haití se convirtió, hasta el día de hoy, en uno de los
países más pobres del mundo.
Lo mismo le pasó a Argentina.
Del país más próspero a principios del siglo XX hoy se ha convertido en
el más endeudado. Los almacenes están vacíos y las familias argentinas
pasan hambre en un país que hace poco alimentaba al mundo. Los préstamos
del Fondo Monetario Internacional (FMI) lo hunden cada día más.
Los
países andinos están en una crisis que pareciera no tener solución.
Chile sólo exporta cobre y es dependiente de los precios
internacionales. Sus sistemas de salud, educación y seguridad social han
quebrado, los agricultores no ven un futuro y la población indígena
(mapuche) es reprimida para despojarla de sus tierras. Perú es el país
más rico en minerales de la región pero la corrupción ha llevado a sus
últimos presidentes a la cárcel. El actual mandatario quiere adelantar
las elecciones para salir rápido de lo que siente que es una trampa. Más
encima tiene que lidiar con el Grupo de Lima creado por EEUU para
conspirar contra el gobierno bolivariano de Venezuela. Ecuador se perdió
en el laberinto creado por EEUU que, más encima, está convirtiendo a
las islas Galápagos en una base militar. Colombia es el caso más triste
de América Latina. Invadida por EEUU, obligada a endeudarse comprando
miles de millones de dólares en armas de guerra y organizada para
producir cocaína para el mercado norteamericano. El país mas grande –
Brasil – pasa por un momento de incertidumbre con un gobierno corrupto
que depende del apoyo de la oligarquía terrateniente exportadora, la
Embajada de EEUU y una casta militar nacionalista. Es una combinación
explosiva que reprime a los sectores populares urbanos, los campesinos y
los pueblos indígenas.
Las excepciones en este panorama
lúgubre de América del Sur son Bolivia y Uruguay. Bolivia tiene un plan
de desarrollo nacional que explota sus recursos naturales e invierte en
la educación y salud de su población. Uruguay tiene una democracia que
EEUU quiere destruir - sin éxito - para someterla a sus políticas de
endeudamiento.
México y Centroamérica han sido objeto de
experimentos de todo tipo por parte de las corporaciones
norteamericanas. El Tratado comercial entre México y EEUU (NAFTA)
destruyó la agricultura del país azteca y obligó a los sectores más
empobrecidos a emigrar al país del norte donde son explotados por
latifundios agrícolas por salarios miserables. Agotada la mano de obra
mexicana (en su gran mayoría de extracción indígena), ahora arranca de
sus países a los centroamericanos del llamado Triángulo Norte. Mientras
tanto han destruido las instituciones políticas y sociales de Guatemala,
El Salvador y Honduras. EEUU acusa a México y Nicaragua, que resisten
la ofensiva de la Casa Blanca, de ser países potencialmente peligrosos
para la seguridad nacional de EEUU.
Puerto Rico, una
aberración colonial de EEUU, sometida a una Junta Fiscal, tiene que
aprovechar esta coyuntura política para negociar su independencia.
Panamá trata de negociar con China un tratado comercial desde 2017 pero
Washington se posicionó frente al Canal apuntando con una cañonera. La
capacidad de negociación panameña está a prueba.
Las
relaciones entre EEUU y América latina son explosivas. Todo indica que
la crisis de hegemonía que atraviesa EEUU no le permite maniobrar para
cambiar de curso. Les tocará a los países de la región romper las
cadenas que las someten a las políticas de endeudamiento.
- Marco A. Gandásegui, hijo, es profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA.
https://www.alainet.org/es/articulo/201968
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