Nicaragua Rebelde
Releyendo una
entrevista realizada por la Revista mexicana Contralínea en agosto de
2008 al funcionario norteamericano Julian Quibell, por esa época
destacado como director residente de la oficina del NDI en México
(2004-2012), encuentré esta peculiar frase que me ha dejado pensando: “el
NDI tiene como misión principal acompañar el proceso de fortalecimiento
y consolidación de la democracia, porque este sistema atiende mejor a
sus poblaciones, reduce la pobreza y resuelve conflictos sin violencia,
tanto internamente como con sus vecinos”.
Particularmente me llamó la atención la conjugación de las frases “fortalecer la democracia” con la “resolución de conflictos sin violencia”,
algo que al parecer el NDI descartó en el experimento ejecutado en
Nicaragua el pasado 18 de Abril para promover una transición política
que desplazara al sandinismo, a través de un Golpe Suave que han
intentado vender para la comunidad internacional como la “Revolución de las Chimbombas”.
¿Por
qué traigo a colación a Julian Quibell? Bueno, no es casual que después
de su experiencia en la capacitación anual de más de mil jóvenes
mexicanos, fundamentalmente vinculados con los partidos políticos de
derecha PAN, PRI y PRD, Julian Quibell fuera nombrado director residente
de la oficina del NDI en Nicaragua para impulsar el “exitoso programa de Liderazgo Político en América Latina”,
que opera el NDI con fondos de la Fundación Nacional para la Democracia
(NED), conocida por su actuación como sombrilla de la Comunidad de
Inteligencia de Estados Unidos para ejcutar sus acciones encubiertas en
la región.
Así llegó Julian Quibell a Managua y comenzó a
trabajar de manera priorizada, en estrecha vinculación con la Embajada
de Estados Unidos en el país y la oficina de la USAID, con sectores de
la juventud para intentar construir una masa crítica que estuviera unida
por una visión anti gobierno, contara con entrenamiento y capacitación
suficiente para convertirse en la generación llamada a marcar el cambio
político, usando como canal el esquema electoral que rige en el país.
En
sintonía con esta línea de trabajo, desde el 2013 hasta la actualidad
el principal programa que ejecuta el NDI en Nicaragua, con fondos de la
USAID y la NED, es el proyecto “Diplomado en Liderazgo y Gerencia Política”,
dirigido a formar líderes opositores emergentes que representen una
alternativa para un cambio político, aprovechando el supuesto desgaste
del Frente Sandinista por los años en el ejercicio del poder, ciertos
descontentos populares existentes a nivel comunal y reconociendo la poca
fuerza de la derecha tradicional para promover por sí sola la
transición.
En
el Informe Trimestral presentado por la oficina del NDI en Nicaragua a
la USAID, evaluando la ejecución del programa de liderazgo juvenil entre
enero y marzo de 2013, Julian Quibell refiere que “la
politización de las instituciones nicaraguenses y la falta de
imparcialidad de la administración electoral en Nicaragua han generado
una amplia desconfianza pública y han afectado negativamente el
desarrollo democrático del país”.
Continua señalando el representante de la agencia norteamericana que “la
conformación de partidos políticos más transparentes y representativos
en Nicaragua es esencial para revertir esta tendencia negativa que se
aprecia, siendo necesario un mayor accionar en función de aprovechar el
talento que poseen los jóvenes”.
Partiendo
de este análisis de la realidad nicaraguense, vista desde el prisma
intervencionista de Estados Unidos, el NDI comenzó a reajustar su agenda
de trabajo y enfoque en Nicaragua para incrementar los cursos de
capacitación, brindar mayor asistencia técnica a los partidos políticos
locales, fomentando el respaldo a los grupos y movimientos políticos
interesados en exigir una reforma electoral completa en Nicaragua, así
como otras transformaciones necesarias para fortalecer la democracia en
el país, según los parámetros norteamericanos.
Bajo este esquema
planteado por el NDI a la USAID y aprobado desde la oficina central de
la agencia en Washington, el NDI comenzó a implementar en el país un
programa de 5 años para aportar a la consolidación de procesos
electorales democráticos, incluyentes y transparentes; fomentar un grupo
central de jóvenes líderes políticos con capacidad para promover una
sociedad más transparente, participativa y democrática; a la par de
fomentar prácticas efectivas e incluyentes entre los partidos políticos
que garanticen futuras elecciones democráticas.
En este punto uno
se pregunta qué instancia del gobierno democraticamente electo del
presidente Ortega, soberano en Nicaragua y en capacidad de tomar sus
propias decisiones políticas, le otorgó a Estados Unidos, en particular a
la USAID y al NDI, la potestad de ser los encargados de corregir
cualquier deficiencia interna que pudiera tener el sistema electoral e
institucional nicaraguense; derecho que al parecer el gobierno
norteamericano continua esgrimiendo desde el Congreso para avanzar
nuevas iniciativas legislativas con carácter extraterritorial que
presionen al presidente Ortega para acelerar su supuesta salida del
poder.
De esta manera, el NDI ha incrementado sus proyectos desde
el 2013 dirigidos a los jóvenes como principal público meta, en
particular a grupos residentes en comunidades pobres de la Costa Caribe y
las zonas rurales vinculadas con el llamado corredor de la contra. No
por gusto estos puntos coinciden con los focos de las protestas
opositoras más violentas desatadas el pasado mes de abril, convertidos
en verdaderos centros de tortura, actos de terrorismo y una amplia lista
de crímenes contra los derechos humanos de la población local.
En
todo este período, el NDI ha realizado en Nicaragua un total de 11
cursos de diplomado de liderazgo y gerencia política, con un aproximado
de 3200 egresados jóvenes, que tienen como función principal multiplicar
su experiencia a nivel comunal y así lo han hecho en el terreno. Son
jóvenes que han recibido entrenamiento en métodos de negociación,
resolución de conflictos, escucha activa, comunicación efectiva,
aprobación de leyes y otras materias que curiosamente pusieron en
práctica Lesther Alemán, Zayda Hernández, Víctor Cuadras, Edwin
Carcache, entre otros en el marco de la Coalición Universitaria y la
Alianza Cívica que participó en el diálogo nacional.
El objetivo
de la USAID y el NDI desde el 2013 ha sido crear una red de jóvenes que
accedieran a posiciones políticas en el país y desde aquí impulsaran su
actividad desestabilizadora. Llegado el momento, estos jóvenes serían la
cara pública de las diferentes acciones movilizativas contra el
gobierno sandinista, en función de alcanzar los intereses de Estados
Unidos si el modelo de reconciliación nacional llegara a convertirse en
una molestia para su visión regional.
En un segundo orden de
prioridad EEUU también tenía como propósito influir negativamente en la
masa de jóvenes que apoyan al Frente Sandinista, ya sea desde la
militancia o como simples simpatizantes, usando como canal a los jóvenes
nicaraguenses capacitados en estos cursos de liderazgo insertados en
universidades públicas. De igual forma, pretendían consolidar nuevos
movimientos juveniles que sirvieran como instrumento en la estrategia
contra el gobierno de Ortega, intentando capitalizar la energía juvenil
para usarla como punta de lanza, o grupos de choque, en las acciones
desde las calles.
El propio informe del NDI reconoce que desde
temprana fecha en 2013 el programa integral de liderazgo político estaba
teniendo éxito en el país y ya se habían dado pasos importantes en la
construcción de esa masa crítica necesaria de jóvenes para promover el
cambio.
De igual forma, reconocen su participación directa en el
trabajo de la ONG Ética y Transparencia para “auditar el padrón
electoral” y sostener con “cifras contundentes” las bases del supuesto
fraude cometido por el Frente Sandinista en las elecciones. Estos
elementos serían empleados en la campaña posterior, también financiada
por la USAID usando programas dirigidos a los “medios independientes”,
para movilizar la opinión pública en sentido de respaldar el cambio
político institucional en el país; sumando todas las plataformas
digitales para realizar encuestas que sostuvieran la demanda ciudadana
de “un cambio de gobierno”.
El NDI también reconoce el
financiamiento dado para montar, previo a las elecciones presidenciales
del 2016, más de 65 spots para radio demandando una reforma electoral y
el cambio democrático. La acción estuvo acompañada por más de 40 mil
carteles impresos y distribuidos con mensajes demandando el cambio de
magistrados en el Consejo Supremo Electoral y cuestionando directamente a
varias figuras del gobierno sandinista por una supuesta falta de
transparencia en su gestión pública.
Se agregan las disímiles
reuniones bilaterales sostenidas por el equipo técnico del NDI en
Nicaragua con directivos de todos los partidos políticos de la derecha
para evaluar de conjunto sus debilidades, asistirlos en nuevos programas
para ser más atractivos y enrumbarlos en la búsqueda de fondos para sus
campañas, entre otras acciones.
Una rápida lectura a la carpeta de estudio titulada “Guía para la gerencia política del NDI” evidencia
que las tres áreas fundamentales en las que EEUU ha venido concentrando
su estrategia de trabajo en Nicaragua son: los aspectos administrativos
y técnicos de la gestión partidaria; la democracia interna, y las
relaciones con otras instituciones de la democracia, incluyendo los
demás partidos, las autoridades electorales, los tres poderes del Estado
y los medios de comunicación.
En Nicaragua todo este entramado
de acciones se ha canalizado desde el 2013 a través de un consorcio
establecido entre el NDI y organizaciones locales como la Universidad
Americana (UAM) en Managua, la Universidad de la Región Atlántico y
Caribe Central (URACC), la organización Hagamos Democracia y el
Instituto para la Promoción de la Democracia (IPADE), este último líder
en la elaboración de la metodología para la promoción de los talleres de
liderazgo, su constante evaluación y actualización, así como la
articulación de una amplia red de organizaciones opositoras que
tributaran a la demanda de reformas electorales y un cambio de régimen
en sentido general.
En este esquema jugó un rol destacado el
Movimiento por Nicaragua, seno en el cual se desarrolló el seudo líder
político Félix Maradiaga, en estos momentos exiliado en Estados Unidos y
perseguido en Nicaragua por financiamiento al terrorismo. El mismo
líder que Estados Unidos sentó en el Consejo Permanente de la ONU a
comienzos de septiembre de 2018 para abordar la crisis nicaraguenses y
demandar mayores sanciones desde la comunidad internacional contra el
gobierno de Ortega, cumpliendo así una de sus tareas principales como
agente pagado por la comunidad de inteligencia norteamericana hace más
de 10 años.
De igual forma, desde febrero de 2013 el NDI
estableció un plan de trabajo conjunto con el ala juvenil del Movimiento
Renovador Sandinista (MRS) a nivel nacional para fortalecer su red de
contactos, definir los mensajes dirigidos al público con una campaña
mediática más efectiva, así como un trabajo para capacitar y captar a
nuevos jóvenes que integraran el movimiento. Tampoco es espontáneo o
fuera de lugar que el FAD-MRS se haya venido apropiando de los espacios
“auto-convocados” en Nicaragua para insertar su estrategia de
articulación nacional Azul y Blanco, llamando a una desobediencia civil
permanente.
Cuando se analizan los nombres más visibles durante los
últimos 5 meses de crisis y se comienzan a establecer nexos con todo el
trabajo previo que ha desarrollado la USAID, el NDI y el IRI en
Nicaragua, se entiende que este estallido, inicialmente asociado a la
inconformidad popular por las reformas al INSS, no es tan espontáneo
como insisten los medios opositores en su campaña.
La mayoría de
estos jóvenes han sido entrenados en los cursos de liderazgo del NDI, o
en su versión más reciente administrada por la facultad de relaciones
internacionales de la Universidad Americana (UAM), la misma que dirige
Ernesto Medina, devenido en asesor de la Alianza Cívica. Entre los
nombres más representativos de esta lista se encuentran Gonzalo Norori
Gómez, Stephany Palacios, Hassel Martínez, Ezequiel Montenegro, Ingrid
Regidor, Lester Hamilton, Víctor Cuadras, todos vinculados en las
manifestaciones contra el gobierno.
En un análisis profundo de la
situación actual de Nicaragua, todos los caminos me conducen al
gobierno de los Estados Unidos y su política encubierta de subversión en
el área.
Retomando la idea inicial defendia por Julian Quibell
en México en el 2008 sobre un NDI “transparente, que tributa a la
democracia y resuelve conflictos sin violencia”, solo resta preguntarle
cómo retribuirá el gobierno de Estados Unidos los daños y perjuicios
causados a los más de 900 mil desempleados en Nicaragua en los últimos 5
meses que han pasado a engrosar el índice de pobreza, en un país que
venía despuntando a comienzos de años con parámetros de aceleración y
desarrollo internacionalmente reconocidos y respaldados.
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