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martes, 9 de octubre de 2018

American curios: Bofetada


David Brooks

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▲ Protesta en Union Square, el sábado en Nueva York, contra la ratificación del juez Brett Kavanaugh en la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos.Foto Afp

La derecha acaba de tomar el poder de las tres ramas del gobierno federal.
Un hombre acusado de hostigamiento y hasta de violación por 19 mujeres logró colocar a otro hombre elitista acusado por tres mujeres de abuso sexual en uno de los puestos más poderosos del país mientras miles, tal vez millones, de mujeres coreaban: vergüenza, vergüenza.
Por 50 a 48 votos en el Senado, el margen más pequeño en más de un siglo, el juez Brett Kavanaugh fue ratificado como uno de los nueve jueces en la Suprema Corte; nombramiento vitalicio que tendrá severas consecuencias por mucho más tiempo que esta presidencia.
Con ello hubo doble bofetada a este país: una a todas las mujeres conscientes, especialmente a cualquiera que haya sido víctima de violencia sexual, y otra a la integridad del sistema judicial.
A pesar de que miles de mujeres se manifestaron y realizaron actos de desobediencia civil en los últimos días –cientos de ellas arrestadas en el Capitolio y en edificios de las oficinas del Senado–, de que más de mil 200 profesores de leyes, varias escuelas de leyes (incluidas Harvard y Yale, alma mater del nuevo juez de la Suprema), la Asociación de Abogados de Estados Unidos (ABA) y hasta un juez supremo retirado (algo sin precedente) expresaron su oposición a Kavanaugh tanto por las acusaciones contra él como por su comportamiento partidista que anuló la cualidad profesional de imparcialidad necesaria para cualquier juez, éste fue ratificado el sábado.
Con ello se logró el sueño de Trump y los líderes legislativos republicanos de consolidar una mayoría conservadora en la Suprema Corte, y por ahora conquistar el control de las tres ramas del gobierno.
Todo esto poco después de una audiencia ante el Comité Judicial del Senado donde la profesora universitaria Christine Blasey Ford tuvo la valentía de recontar públicamente un día traumático hace 36 años: el intento de violacion sexual por un Kavanaugh borracho. En una masiva expresión de solidaridad, miles de mujeres compartieron por redes sociales y medios sus propias historias como víctimas de ataques sexuales y promovieron la consigna yo sí te creo ante una ola derechista cuestionando la credibilidad de Ford (quien recibió tantas amenazas que ella y su familia tuvieron que mudarse y vivir en una especie de clandestinidad en estas semanas).
Trump y sus cómplices fueron cautelosos al inicio al cuestionar la credibilidad de la víctima, pero no se aguantaron mucho y empezaron a burlarse de Ford y sus defensores y con ello, ilustrando las razones por las cuales las mujeres evitan reportar casos de violencia sexual a las autoridades o políticos. Los republicanos, incluido el juez, acusaron que las protestas, las expresiones de repudio y los políticos opositores eran parte de un complot de la izquierda para descarrilar la ratificación de Kavanaugh. Trump de inmediato buscó usar este triunfo con fines electorales y tuiteó: no le das poder a una chusma enojada de izquierda. Los demócratas se han vuelto demasiado extremistas y peligrosos para gobernar. Republicanos creen en el imperio de la ley; no en el imperio de la chusma. Voten republicano.
En todo esto hay indicios claros de algo más peligroso que una pugna política sobre la aprobación de un juez. Algunos expertos siguen advirtiendo sobre los paralelos históricos de regímenes fascistas, y lo dicen tanto conservadores tradicionales como liberales. El cineasta y activista Michael Moore alerta que todo está en juego en esta próxima elección intermedia, y que si la oposición a Trump no logra el triunfo esta podría ser la última elección libre en este país.
Después de la histórica Marcha de Mujeres que enfrentó a Trump el primer día de su presidencia, el estallamiento de movimiento #MeToo que está tumbando a hombres poderosos en todos los ámbitos, en esta elección hay un número sin precedente de mujeres candidatas al Congreso y otros puestos de elección.
Tal vez las mujeres podrán rescatar al país de este precipicio el 6 de noviembre en las elecciones intermedias donde toda la Cámara de Representantes, un tercio del Senado y varias gubernaturas están en juego.

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