David Brooks
▲ Protesta en Union Square, el sábado en Nueva York, contra la
ratificación del juez Brett Kavanaugh en la Suprema Corte de Justicia de
Estados Unidos.Foto Afp
La derecha acaba de tomar el poder de las tres ramas del gobierno federal.
Un hombre acusado de hostigamiento y hasta de violación por 19
mujeres logró colocar a otro hombre elitista acusado por tres mujeres de
abuso sexual en uno de los puestos más poderosos del país mientras
miles, tal vez millones, de mujeres coreaban:
vergüenza, vergüenza.
Por 50 a 48 votos en el Senado, el margen más pequeño en más de un
siglo, el juez Brett Kavanaugh fue ratificado como uno de los nueve
jueces en la Suprema Corte; nombramiento vitalicio que tendrá severas
consecuencias por mucho más tiempo que esta presidencia.
Con ello hubo doble bofetada a este país: una a todas las mujeres
conscientes, especialmente a cualquiera que haya sido víctima de
violencia sexual, y otra a la integridad del sistema judicial.
A pesar de que miles de mujeres se manifestaron y realizaron actos de desobediencia civil en los últimos días –cientos de ellas arrestadas en el Capitolio y en edificios de las oficinas del Senado–, de que más de mil 200 profesores de leyes, varias escuelas de leyes (incluidas Harvard y Yale, alma mater
del nuevo juez de la Suprema), la Asociación de Abogados de Estados
Unidos (ABA) y hasta un juez supremo retirado (algo sin precedente)
expresaron su oposición a Kavanaugh tanto por las acusaciones contra él
como por su comportamiento partidista que anuló la cualidad profesional
de imparcialidad necesaria para cualquier juez, éste fue ratificado el
sábado.
Con ello se logró el sueño de Trump y los líderes legislativos
republicanos de consolidar una mayoría conservadora en la Suprema Corte,
y por ahora conquistar el control de las tres ramas del gobierno.
Todo esto poco después de una audiencia ante el Comité Judicial del
Senado donde la profesora universitaria Christine Blasey Ford tuvo la
valentía de recontar públicamente un día traumático hace 36 años: el
intento de violacion sexual por un Kavanaugh borracho. En una masiva
expresión de solidaridad, miles de mujeres compartieron por redes
sociales y medios sus propias historias como víctimas de ataques
sexuales y promovieron la consigna
yo sí te creoante una ola derechista cuestionando la credibilidad de Ford (quien recibió tantas amenazas que ella y su familia tuvieron que mudarse y vivir en una especie de clandestinidad en estas semanas).
Trump y sus cómplices fueron cautelosos al inicio al cuestionar la
credibilidad de la víctima, pero no se aguantaron mucho y empezaron a
burlarse de Ford y sus defensores y con ello, ilustrando las razones por
las cuales las mujeres evitan reportar casos de violencia sexual a las
autoridades o políticos. Los republicanos, incluido el juez, acusaron
que las protestas, las expresiones de repudio y los políticos opositores
eran parte de un complot de la
izquierdapara descarrilar la ratificación de Kavanaugh. Trump de inmediato buscó usar este triunfo con fines electorales y tuiteó:
no le das poder a una chusma enojada de izquierda. Los demócratas se han vuelto demasiado extremistas y peligrosos para gobernar. Republicanos creen en el imperio de la ley; no en el imperio de la chusma. Voten republicano.
En todo esto hay indicios claros de algo más peligroso que una pugna
política sobre la aprobación de un juez. Algunos expertos siguen
advirtiendo sobre los paralelos históricos de regímenes fascistas, y lo
dicen tanto conservadores tradicionales como liberales. El cineasta y
activista Michael Moore alerta que todo está en juego en esta próxima
elección intermedia, y que si la oposición a Trump no logra el triunfo
esta podría ser la última elección libre en este país.
Después de la histórica Marcha de Mujeres que enfrentó a Trump el
primer día de su presidencia, el estallamiento de movimiento #MeToo que
está tumbando a hombres poderosos en todos los ámbitos, en esta elección
hay un número sin precedente de mujeres candidatas al Congreso y otros
puestos de elección.
Tal vez las mujeres podrán rescatar al país de este precipicio el 6
de noviembre en las elecciones intermedias donde toda la Cámara de
Representantes, un tercio del Senado y varias gubernaturas están en
juego.
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