La ex mandataria fue torturada y su padre asesinado
Malestar en Santiago por la declaración del presidente brasileño, quien sostuvo que gracias a los que tuvieron
el coraje de matar comunistas, Chile no es Cuba
Río de Janeiro. En su más violento –y virulento– ataque
personal, el neofascista presidente brasileño, Jair Bolsonaro, eligió
como blanco a la ex mandataria chilena y actual alta comisionada de
Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet.
Además, elogió al dictador Augusto Pinochet por, entre otras cosas, haber matado
comunistaspara impedir en 1973 que Chile se transformara
en Cuba. Mencionó directamente al brigadier Alberto Bachelet, padre de Michelle, asesinado en prisión luego de una sesión de tortura en febrero de 1974. Al año siguiente la misma Bachelet fue apresada y torturada.
Entre otras ofensas, Bolsonaro dijo, refiriéndose al blanco de su ráfaga, que
quien no tiene qué hacer trata de abrigarse en la cuestión de los derechos humanos.
Brasil, a propósito, está en campaña para ocupar una plaza en el
Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas.
Diplomáticos que todavía no han sido removidos de sus puestos vieron en
el ataque de Bolsonaro un acto de sabotaje a su trabajo.
En la representación de la ONU en Ginebra las palabras contra Michelle Bachelet y su padre asesinado fueron consideradas
vergonzosase
inconcebibles.
Por la mañana, en Facebook, Bolsonaro –o quien escribe por él– había dicho:
Michelle Bachelet, comisionada de Derechos Humanos de la ONU, siguiendo la línea de Macron de entrometerse en los asuntos internos y en la soberanía brasileña, embiste a Brasil en la agenda de derechos humanos (de bandidos), atacando a nuestros valiosos policías civiles y militares. También dice que Brasil pierde espacio democrático, pero se olvida de que su país no es Cuba gracias a los que tuvieron el coraje de darle un basta a la izquierda en 1973, y entre los comunistas estaba su padre, brigadier en aquella época.
Esta fue su reacción a declaraciones de Bachelet hechas en Ginebra,
en las cuales mostró su preocupación por lo que ocurre en Brasil desde
la llegada del ultraderechista a la presidencia.
En un lenguaje cuidadoso, aunque contundente, Bachelet señaló que Brasil sufre
una reducción del espacio democrático, con énfasis en los ataques a defensores de la naturaleza y de los derechos humanos. Mencionó directamente el aumento de muertes causadas por policías, cuyas mayores víctimas son negros y habitantes de villas miseria.
Luego de lamentar
el discurso público que legitima ejecuciones sumarias e impunidad, cuestionó la política de facilitar el acceso indiscriminado a las armas, defendida con ardor por Bolsonaro.
También se extendió a las agresiones al medio ambiente,
concentrándose en denunciar los ataques a los indígenas y la violencia
en el campo, además de los incendios intencionales.
La nueva diatriba de Bolsonaro supera todos sus antecedentes de ataques personales sin control ni límite.
Su frontal agresión a la ex mandataria chilena despertó críticas
severas en Chile, incluso en sectores de la derecha que han sido
opositores a Bachelet en sus dos mandatos presidenciales.
En Santiago, el presidente del Senado, Jaime Quintana, repudió el ataque y aseguró que Bolsonaro
agredió la memoria de los chilenos. Exigió, además, una
respuesta contundentedel presidente derechista Sebastián Piñera.
No comparto en absoluto la alusión hecha por el presidente Bolsonaro respecto de una ex presidenta de Chile, especialmente en un tema tan doloroso como la muerte de su padre, sostuvo más tarde Piñera.
Se creó, además, fuerte malestar en vísperas de la visita oficial a
Brasil del ministro chileno de Relaciones Exteriores, Teodoro Ribera,
prevista para hoy.
Desde que Bolsonaro asumió la presidencia brasileña y empezó a
disparar declaraciones sin evaluar consecuencias, surgieron problemas
con, en orden alfabético: Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Chile,
Cuba, Francia, Irán, Israel, Paraguay, Noruega y Venezuela.
Nunca antes, sin embargo, había sido tan agresivo como ahora.
En Brasilia y Santiago nadie se animó, en un primer momento, a
calcular las consecuencias del nuevo desastre de un Bolsonaro en estado
puro, pero se considera que serán inevitables.
Foto Afp
Eric Nepomuceno
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
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