Clarin de Chile
El día D de nuestro
país, el día D de nuestro proceso progresista de intención
revolucionaria, el día D de nuestra democracia, el triunfo estratégico
de la derecha imperial y el de las derechas chilenas, incluido el centro
que ese día se derechizó.
También el día
en que se inició la persecución para nuestros clandestinos y la
represión contra nuestros resistentes. El día en que nuestro país inició
su período más oscuro, amarrado por civiles y militares por una camisa
de fuerza aplicada a un pueblo de locos. Medio centenar de nuestros
camaradas directos están asesinados o desaparecidos. Miles y miles de
gente de la izquierda excluidos, desterrados, muertos, reprimidos, con
los suyos convalecientes. Todas nuestras conquistas sociales,
económicas, culturales, truncadas, revertidas, reemplazadas por las
reconquistas de los que hasta el 10 de septiembre de 1973 iban en
retroceso, y más.
Fue también el Día D para nuestro núcleo
familiar, que nos obligó a marchar al exilio, primero a Perú y luego a
Cuba, hasta 1985, en que volvimos a integrarnos a la lucha democrática.
Han pasado 46 años, casi medio siglo. Un tiempo como el de la
independencia y la Guerra del Pacífico: el de la Guerra Civil del 91 y
el Frente Popular; el de Alessandri del 20 y el de la Unidad Popular,
pero éste parece más breve. Lo del 73 cuarenta y seis años después está
ahí, al alcance del recuerdo, con sus grandes héroes al alcance del
respeto y del cariño, y sus grandes miserables al alcance de nuestro
desprecio.
Hoy, nuevamente, lo sentimos por Chile.
El
11 de septiembre de 1973 culminó exitosamente la guerra declarada por la
jefatura del imperio, desde antes que asumiera Salvador Allende, contra
la independencia nacional y el gobierno del Presidente mártir. Fue
derrotada estratégicamente la revolución chilena. Quizás para siempre en
nuestros cálculos de viejos ochentones.
Ahora, en un mundo
capitalista prácticamente unipolar, 46 años después y 30 años de
democratización zigzagueante, no hemos recuperado el ánimo político y la
conducta ética que nos movilizaba.
Tal vez no se pueden
recuperar y ellos dependían del clima revolucionario que soplaba en
Chile como sopló en París en la Toma de la Bastilla, o en San
Petersburgo en 1917 o en Cuba en 1959.
¿Quién se acerca a la
estatura de Salvador Allende? ¿Quiénes a los compañeros que estuvieron
ese día en los cordones industriales y en las radios democráticas?
¿Quiénes a los que murieron en la lucha antifascista?
¡Habrá que esperar otro noviembre de 1970!
Otro DÍA D.
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