Ángel Guerra Cabrera
El régimen neoliberal
de Mauricio Macri consumó una de las mayores transferencias de recursos
en la historia argentina desde los sectores populares al capital
financiero trasnacional, incluidos los miembros de su gabinete. El
cinismo de la restauración neoliberal macrista es ilimitado. Macri y su
gobierno de magnates no tardaron en aprovecharse del gran éxito
económico y social heredado del kirchnerismo para ir gradualmente a la
restauración neoliberal. Las robustas redes de protección social creadas
por el gobierno anterior propiciaron que muchos argentinos no se dieran
cuenta al principio del hoyo negro a que los empujaban. Los nuevos
gobernantes, con la mayor impudicia, argumentaban que la supuesta
pesada herenciadejada por el kirchnerismo los forzaba a aumentar hasta en 2 mil puntos porcentuales las tarifas de los servicios públicos para
equilibrarlas cuentas fiscales. Dos años aproximadamente pudieron sostener esta ficción, al extremo de lograr el posicionamiento de Cambiemos como primera fuerza política en las elecciones legislativas de 2017, lo que parecía afirmar sólidamente su proyecto de contrarreformas sociales.
Los astros parecían alinearse en favor de la derecha llegada al
gobierno por vía electoral, algo insólito en la Argentina de los
recurrentes golpes de Estado y dictaduras militares. Más aún, cuando
logró vencer electoralmente en 2015 a un gobierno que no sólo sacó al
país de su más profunda crisis económica y lo dejó apenas sin deuda,
sino que creó 5 millones de puestos de trabajo y aplicó programas de
bienestar para la mayor parte de la población. Las victorias electorales
de Cambiemos son una tremenda lección para futuros y actuales gobiernos
populares. El ascenso social de millones no se traduce necesariamente
en igual número de votos ni consolida proyectos populares. La salida del
desempleo, el acceso al trabajo bien remunerado y la conquista de la
educación, salud y seguridad social gratuitas no aseguran por sí solos
que sus beneficiarios sufraguen por la opción popular. Si no van
acompañados de un serio trabajo de formación y participación política de
las mayorías, puede ocurrir que aquellas elijan a sus enemigos para
gobernarlas. Justo lo ocurrido al votar a Macri, quien llegó a la
presidencia con una propuesta muy articulada, basada en el estudio de
las debilidades y errores del gobierno kirchnerista. Entre ellos creer
que los beneficios económicos revierten en votos automáticos para
quienes los implementan y otro muy importante: la subestimación del tema
de la corrupción. Claro, exagerado por los medios de difusión
dominantes como práctica generalizada del gobierno popular y usado por
el macrismo para encarcelar, con la complicidad de jueces y fiscales
venales, a funcionarios kirchneristas de limpia trayectoria y hasta para
perseguir con saña inaudita a Cristina Fernández. No han podido
encarcelarla debido a que la protege el fuero y, aun si lograran
retirárselo, porque, en todo caso, el precio político a pagar sería
demasiado alto.
El macrismo, sin embargo, no pudo continuar la buena racha. Sólo se
necesitó que, en diciembre de 2017, hiciera votar en el Congreso una ley
lesiva para cientos de miles de jubilados beneficiados por el gobierno
de Cristina. “El pueblo entero –explica Aldana Martino– se movilizó para
luchar en las calles como hacía décadas no sucedía. Primero las
organizaciones políticas y sociales, fuertemente reprimidas, y luego la
gente de a pie de todos los puntos de la ciudad para decir no a la
reforma”. El costo político fue alto para Cambiemos. Es ahí donde tal
vez se da el punto de giro que conduce año y medio después a la victoria
en las PASO del dúo formado por Alberto y Cristina Fernández. Pero,
debe subrayarse, el descomunal tamaño del triunfo no sólo se debió al
profundo deterioro económico a que Macri ha conducido al país. También
influyó mucho un intenso ciclo de lucha social, como en el ejemplo
recién señalado, la honesta e inteligente autocrítica de Cristina y el
plan estratégico por ella delineado a partir de una fina reflexión sobre
los gobiernos kirchneristas que, entre otras acciones, la llevó a
proponer a Alberto la candidatura presidencial. Ello condujo a sumar a
muy importantes sectores del peronismo, a completar la unida del campo
popular y a la tremenda paliza propinada a Macri en las PASO, que coloca
inexorablemente en la Casa Rosada al dúo FF y genera ya una gran ola
expansiva nuestroamericana. Había que ganar, pero por goleada.
Alberto y Cristina recibirán un país endeudado hasta las orejas, en
el que Macri dilapidó en un suspiro, para beneficio propio y de los
especuladores, 57 mil millones de dólares otorgados por el FMI, con
legiones de desempleados y hambrientos, un riesgo país que ya empareja
con el de Venezuela, bloqueada, asfixiada y agredida por el imperio.
Alberto ha anunciado que comenzará por aumentar los salarios y las
jubilaciones. Muy pronto se verá la diferencia entre su propuesta
alternativa y el neoliberalismo excluyente y agonizante.
Twitter: @aguerraguerra
No hay comentarios:
Publicar un comentario