Camilo Rengifo Marín|
En medio de una de las peores crisis humanitarias de Colombia, Jorge
Iván Laverde o ‘El Iguano’, exjefe del Frente Fronteras de las
paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia, recordado porque quemó
cadáveres de sus víctimas campesinas en hornos de hacer ladrillos,
relató con crudeza (¿y arrepentimiento?) su accionar en el norte del
país.
La de Laverde, responsable de al menos 5.000 muertes ocurridos en el
conflicto en Norte de Santander, fue una de las intervenciones más
impactantes del encuentro Hablemos de Verdad en Cúcuta, apoyado por la
Embajada de Alemania en Colombia.
“No se movía una hoja sin que yo lo supiera. Coordinábamos acciones
con la Policía y el Ejército. Se hacían retenes, patrullábamos juntos,
nos entregaban información de inteligencia. Para nadie es un secreto que
nosotros infiltramos todo: el Departamento Administrativo de Seguridad
(DAS), la Fiscalía, la fuerza pública, las alcaldías, la gobernación”,
dijo.
Laverde, quien purgó 13 años de cárcel, pidió perdón a las víctimas
del conflicto armado, entre ellas representantes del campesinado de la
zona del Catatumbo e indígenas del pueblo Barí, y se comprometió con la
no repetición y a relatar la verdad que, según él, ya ha sido contada en
más de 800 audiencias que el país hoy desconoce porque las autoridades
de la Fiscalía General no han permitido su difusión.
También pidió perdón a las víctimas de desaparición forzada, un
delito que calificó como “lo más trágico del conflicto armado” y exlicó
que su accionar hacía parte de una directriz de las escuelas de
entrenamiento, con la que, creían, que las familias no iban a denunciar.
“Desafortunadamente hay que decir las cosas crudamente: eran cifras.
Era evitar que los medios registraran la cantidad de homicidios que se
cometían en los municipios y era evitarle problemas a la fuerza
pública”, denunció.
“En una ciudad donde diariamente se ejecutaban 10, 15, 20 y hasta 40
personas en un solo día, eso le traía problemas a los comandantes de las
entidades legalmente constituidas. La fuerza pública era la que nos
decía: desparézcanlos, no me dejen todo esos muertos, para que a ellos
no les quedara en la hoja de vida.”, puntualizó Laverde.
Quiénes financiaron a los paracos
Asimismo reclamó que se escuchen las verdades de paramilitares que
están en las cárceles y que no han podido ni siquiera asistir a una
audiencia. Mencionó que varios excomandantes fueron asesinados con el
objetivo de ocultar cómo y quiénes financiaron la guerra en Norte de
Santander, un territorio estratégico para el desarrollo económico.
“Una
vez que entramos al departamento, muchas personas se vincularon y nos
apoyaron. Sí, se benefició mucha gente. Cuando las AUC ganaban terreno,
otros venían atrás comprando tierras o haciendo empresa. Se beneficiaron del dolor y la sangre de las personas que han sufrido”, afirmó.
“Desde el principio, con nombres propios y listado en mano contamos
cómo y quiénes financiaron las Auc. Ganaderos, arroceros, mineros,
comerciantes. Eso se ha entregado a la Fiscalía”, que se ha abstenido de
publicar los hechos confesados y las personas mencionadas.
Hoy, territorio en conflicto
Norte de Santander es uno de los departamentos que no respiró un
minuto de paz después de la firma del Acuerdo de Paz con las Farc. Durante
la época más fuerte del conflicto armado en Coolombia (1999-2006) esta
región del país, limítrofe con Venezuela, registró los índices más altos
de homicidios, desplazamientos y masacres, asociados a la incursión y
proceso de consolidación de los grupos paramilitares.
La guerra se vivió en los barrios de Cúcuta, en la zona de frontera
y, principalmente, en el Catatumbo. Entre 1999 y 2002, se presentaron
más de 60.000 desplazados, cerca de 300 víctimas de minas antipersona y,
solo en el Catatumbo, se registraron 877 homicidios en un año (2002).
Las cifras en los años siguientes bajaron, en parte, por la
consolidación de los paramilitares y su posterior desmovilización.
Hoy, el territorio que abandonaron las Farc tras el acuerdo de paz,
se lo disputan cerca de 30 grupos y bandas criminales asociadas al
narcotráfico, el contrabando, la trata de personas y la venta ilegal de
combustible, en medio de la crisis migratoria de Venezuela.
“La guerra fue un terrible error, una horrible noche. Para nosotros
es sumamente vergonzoso. Empuñar un fusil y hacerle daño a otros
campesinos que cultivaban la tierra es vergonzoso. Después de 13 años de
estar en Justicia y Paz y darle la cara a las víctimas e intentar
explicar algo que no tiene explicación ni justificación es difícil. Sólo
sé que eso nunca debió haber pasado”, dijo el exjefe paramilitar.
Finalmente, ante la audiencia en Cúcuta, relató una historia de
perdón con una mujer: “Una madre en una audiencia me dijo que me
perdonaba por quitarle a su esposo y a su hijo. También me contó qué
pasó después de esa incursión. A la comunidad le dio miedo ayudárselo a
recoger. Así que esa madre cogió a su hijo y con él al hombro caminó un
kilómetro y lo llevó hasta la orilla de un camino. Luego se devolvió por su esposo. Así los arrimó a la vereda donde vivían, para darle cristiana sepultura”.
La madre, que lo vio afligido, le pidió al exparamilitar un abrazo
que, según ella, le ayudaría a perdonarlo. “Eso me marcó”. Desde
entonces dice que la única posibilidad de reconciliarse es contar la
verdad, esa que el gobierno del presidente Iván Duque trata de que no
salga a la luz.
* Economista y docente universitario colombiano, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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