Entrevista con Milagros Rivera Pérez, presidenta del Comité de Solidaridad con Cuba en Puerto Rico
La Tizza
Más allá de titulares de prensa, composiciones de reggaetón, declaraciones públicas de artistas famosos, la realidad es que el pueblo de Puerto Rico protagonizó en las postrimerías del mes de julio, una intensa jornada de protestas y luchas callejeras que nos hizo volver la mirada al «ala que cayó al mar». La Tizza, no ajena a estos acontecimientos conversa, en esta ocasión con Milagros Rivera Pérez, quien trabaja en el sindicato de energía eléctrica, la UTIER; preside el Comité de Solidaridad con Cuba en Puerto Rico, coordina la Brigada «Juan Rius Rivera» y se reconoce como «activista socialista». Dice que ha «dedicado toda mi vida a la lucha social y libertaria». Forma parte en varios esfuerzos organizados como es Pueblo Unido, que agrupa organizaciones sindicales, sociales y políticas, como el Comité Pro Derechos Humanos de Puerto Rico que ha llevado de manera exitosa las campañas por la liberación de los presos políticos puertorriqueños y la Red de Solidaridad con Venezuela, así también en la Red de Solidaridad con Palestina. Es militante del Frente Socialista.
La
Tizza (LT): En el fin del mes de julio fue sacudido el Caribe no por
los habituales huracanes, parte del ciclo de los años en nuestra región,
sino por una tormenta política que, aunque comenzó pequeña, se llevó
por delante un gobierno — casi dos, si se toma en cuenta que el
«sucesor» designado no pudo serlo — del Estado «libre asociado» de
Puerto Rico. Como mismo sucede cuando hay huracanes naturales, la
inestable situación política del pequeño archipiélago caribeño ocupó
titulares en la prensa internacional. Desde tu condición, ¿pudieras
resumirnos cómo se ha vivido el último mes en Borinquen?
Milagros Rivera (MR):
El último mes ha sido intenso y esperanzador en nuestro país. La gran
jornada de movilizaciones son el reflejo de una gran indignación
acumulada, en especial desde el paso del huracán María, hace dos años, y
la llegada de la Junta de Control Fiscal a recortar todos los derechos
con el beneplácito del gobierno de turno, lo cual colocó a los bonistas
por encima de las necesidades del pueblo. Todo el pueblo se ha vista
afectado en Puerto Rico, en particular la juventud y los pensionados.
Por lo que ante el chat descarado del gobernante
Ricardo Roselló Nevárez y su camarilla, el pueblo dijo «¡Basta!» y se
tiró a la calle en una jornada sin tregua hasta que lograron la renuncia
del Gobernador el pasado 25 de julio. Más que una renuncia el pueblo lo
despidió.
LT: Acabas de apuntar que el escándalo de un chat,
develado en este momento, ha sido parte del entramado que hemos visto
en estas semanas. Pareciera, al menos ha sido eso una de las lecturas,
que la crisis obedece solo — o sobre todo — a la divulgación pública del
chat del ya exgobernador Roselló. ¿Cuánto del estallido actual está contenido al chat de marras y cuánto es expresión de un desborde de acumulados precedentes?
MR: Como indiqué, el chat
fue un detonante para el pueblo, que lo impulsó a decir «¡Basta ya!».
Ahora bien, esa gigantesca manifestación viene acumulándose de la
experiencia de lucha: lucha consecuente de diversos sectores, a veces
minoritaria y hasta solitaria. Desde que llegó la Junta de Control
Fiscal se ha paralizado el país los días primero de mayo. El gobierno ha
abusado de los manifestantes por medio de sus fuerzas especializadas de
la policía, pero cada año sigue la protesta militante sin miedo: eso
influye en el pueblo. El magisterio, las mujeres y los jubilados están
en continuas protestas, así como también las comunidades en lucha por la
vida y en contra la contaminación ambiental. De tal manera que todo eso
ha influido en el pueblo y, sobre todo, en la juventud que ha sido el
sector más golpeado con el cierre de escuelas, los recortes en el
presupuesto a la universidad, limitación de derechos laborales que nos
han retrotraído a cincuenta años atrás, entre otras. Así que el chat
fue el detonante; como lo fue, en su día, la muerte de David Sanes en
Vieques. La lucha de Vieques luego de sesenta años consecuentes de
batallas de los sectores más conscientes se amplió en 1999, hasta lograr
sacar la Marina de Guerra de los Estados Unidos de la isla municipio;
para ello el pueblo luchó unido y asumió diversas estrategias.
Pero
antes de ese ascenso de la lucha de Vieques el pueblo había tenido una
gran escuela con la «Huelga del Pueblo» en el verano de 1998 en contra
de la venta de la Telefónica… Así que todo lo vivido corresponde a una
acumulación de luchas por décadas. No debemos olvidar ninguna desde la
invasión gringa, [en 1898] y antes.
Ahora bien, el chat
puso al descubierto toda la miseria humana del gobernante y su
camarilla y la gente dijo «¡Basta ya!». Y… ¡qué bueno! La mejor lección
del proceso es que el pueblo tuvo una gran victoria fuera de las urnas,
luchando en la calle, en unidad y diversidad.
LT:
Por las características del mundo en que vivimos y las maneras en que
se mueve la información, el uso creciente e intensivo de las redes
sociales de internet, entre otras posibles causas; en algunos momentos
pareció que se produjo una «simplificación mediática» de los
acontecimientos puertorriqueños. ¿Qué lecturas haces de ese proceso de
narración en los medios que permitió, no obstante sus simplificaciones,
desatar un movimiento de solidaridad hacia Puerto Rico?
MR:
Puede ser que se haya percibido o producido esa «simplificación». En
efecto, se ha tratado de simplificar el movimiento a la renuncia del
gobernante y no se ha profundizado en las causas que llevaron a la gente
a explotar. Tampoco se han reconocido otros reclamos en las
manifestaciones como el repudio a la Junta de Control Fiscal. Por igual,
se han minimizado las agresiones policíacas a los manifestantes,
insistiendo que eran manifestaciones pacíficas: pero eso no es cierto,
hubo muchas agresiones. Claro, las marchas y el paro nacional no podían
enfrentarlas por la multitud y la disposición. Pero, sin dudas, hubo
muchas amenazas y agresiones, lo interesante es que la gente se preparó
para dar las respuestas y planificó su autodefensa. De hecho, sectores
de poder unieron sus voces a la demanda de la renuncia para intentar
pacificar el país, quizás no creían en pedir la dimisión pero lo vieron
conveniente para tranquilizar a la población: saben ellos, al igual que
nosotros y nosotras, que esa Jornada Combativa es una escuela de lucha
para el pueblo. Ahora bien, los males seguirán; no importa quién
administre la colonia; hasta que no transformemos el sistema que de por
sí es corrupto e injusto. Pero este es ya otro Puerto Rico. En esta
lucha están dos poderes enfrentándose y son ellos o nosotros. Ambos lo
sabemos.
LT:
Como ya ha ocurrido en otros escándalos similares, en cercanas o
lejanas latitudes; los periodistas desempeñaron un papel de cierta
relevancia en «el destape» del caso del chat, pero
la fuerza que ha alcanzado el movimiento fue más allá del gremio
periodístico y el querer contar una «buena historia». ¿Cómo lo ves?
MR:
Los medios, en un inicio gracias a los periodistas serios, tomaron su
papel protagónico al igual que los artistas. Pero todo fue — ha sido —
empujado por la indignación del pueblo y por aquellos que desde el día
uno se fueron al aeropuerto a protestar la llegada del gobernante y
siguieron para La Fortaleza demostrando que no había perdón ni olvido.
En eso destacamos a los jóvenes y muchas personas de experiencia
acumulada de las diversas organizaciones de lucha. Debo destacar a los
integrantes del grupo de la «Jornada Se Acabaron las Promesas»,
socialistas e independentistas de diversas organizaciones, los grupos
comunitarios y también a los sindicatos, que siempre están en lucha.
Ellos fueron la chispa que prendió la pradera.
Creo
que los medios alternativos jugaron un rol fundamental. El buen uso de
las redes sociales fue el motor principal de las movilizaciones; así que
se trascendió la campaña mediática de los medios oficiales y eso es
otra victoria del pueblo y, sobre todo, de los jóvenes.
Los jóvenes actuaron en defensa del país como nunca.
LT:
No hay dudas que los acontecimientos de las últimas semanas se saldaron
con la caída por acción popular y por vez primera, de un gobernador y
eso ya es, per se, un corrimiento de los límites
habituales de la lucha. Has resaltado en tus palabras, que la lucha no
se detiene en el triunfo que significó la dimisión de Roselló; pero, a
la vez, puede ser el «punto de llegada» para algunos. En ese panorama, y
vistos los resultados hasta ahora alcanzados; ¿Qué limitaciones y
perspectivas ves en el momento actual? ¿Hasta dónde podrían llegar los
acontecimientos en su desarrollo?
MR:
Es muy prematuro pensar en qué cursos de acción sobrevendrán: este
análisis necesita más discusión colectiva. Ahora hay que impulsar
propuestas de organización y lucha en todos los niveles; en ese sentido
son muy positivas las asambleas de pueblo: pero, en rigor, una de las
limitaciones mayores que tenemos es atacar al enemigo verdadero que es
el sistema corrupto que impone el Capital y la situación colonial de
Puerto Rico. No estamos en una situación prerrevolucionaria de grandes
transformaciones, pero este pueblo no es el mismo que el de antes de la
gran jornada de julio de 2019. Así que hay terreno fértil para sembrar
semillas de libertá, de participación y de cambios.
Hay
que trabajar más duro y aprender todas las lecciones de las jornadas de
julio, las positivas y las negativas. El empoderamiento del pueblo es
fundamental para saber que puede lograr avances y cambios, eso es
importante para luchas mayores.
Mantener
la unidad con el mayor respeto a la diversidad es lo ayudará a
transformar a Puerto Rico. Hacer que toda la lucha es de todos y todas
es importante; pero lo es, aún más, la coordinación. Abogo por el
fortalecimiento y la unidad de todas las organizaciones que han venido
luchando por años para crear ese intelectual colectivo que pueda llevar
el camino a profundas transformaciones.
Ahora
bien, reitero algo que expresé en los campos de Cuba junto al 28º
Brigada «Juan Rius Rivera». Me emociona que nuestra juventud no haya
enterrado en su centenario a Lolita Lebrón con esta gloriosa lucha en la
calle, como igual lo hizo la juventud cubana en 1953 con José Martí en
su centenario con los ataques a los cuarteles Moncada, en Santiago y
Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo. Guardando las diferencias, Lolita
estuvo presente en estas jornadas, al igual que otros símbolos de la
lucha patria. Eso me da esperanza que se puede lograr la mayor suma de
felicidad transformando la realidad económica, política y social de la
patria. El presente y el futuro es de nuestra niñez y juventud: mientras
tenga vida lucharé junto a y por ellos y ellas. Es la mejor herencia
para mi nieta Gabriela.
Puerto Rico sigue demostrando que cuenta con un pueblo indomable, valiente y heroico.
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