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jueves, 29 de agosto de 2019

Argentina: de Gorilópolis a Peronópolis



Los grandes líderes no dejan herederos. Dejan enseñanzas, consejos y discípulos, que desde tribunas, cubículos, blogs, logias, partidos, clubes, fundaciones, monasterios, fraternidades, sectas y otras atalayas, acuñan los ismos que transmiten sus ideas (interpretadas, claro).
Igual acontece en Peronópolis, amplio espacio de la Argentina nac&pop (nacional y popular), y única identidad de masas de América Latina que durante 74 años ha enfrentado, con recursos propios, el poder concentrado de sus enemigos en lo militar, financiero, eclesiástico, cultural, mediático y judicial.
Decía el líder máximo de Peronópolis: hay dos clases de personas, las que trabajan y las que no trabajan. Y si la que trabaja siente amor por su patria, defiende los tres principios que la hacen posible: justicia social, independencia económica y soberanía política.
Naturalmente, no pocas voces de Gorilópolis han cuestionado tales principios. Algunos evocan al filósofo que nunca dejó de ser alemán (los trabajadores no tienen patria), y otros a un escritor inglés que bien conocía a los de su casta y clase (el patriotismo es el refugio de los pícaros).
Ahí quedan fijadas, por izquierda y derecha, las posiciones de Gorilópolis. Hay otras. Pero hasta cierto punto, es lógico que con ideas fijas, sea difícil entender las de Peronópolis: ¿de izquierda o derecha?; ¿liberales o conservadoras?; ¿progresistas o retardatarias?
Desglosemos, entonces, el variopinto arco ideológico de Gorilópolis, que así como en el sistema solar orbitan a Peronópolis, en ocho entidades aparentemente distintas. Veamos:
A) Entidades de superficie sólida, habitada por:
A.1) Neofascistanos: expertos en fake news, reclutamiento de trolls y tecnologías 5G, con el fin de que todos se desacrediten y maten entre sí.
A.2) Liberanos: especialistas en asuntos de autoritarismo y libertad.
A.3) Conservanos: responden a la ley del gatopardo (que algo cambie para que todo siga igual).
B) Entidades de atmósfera gaseosa, habitada por aliados eventuales de Peronópolis:
B.1) Izquierdanos: con agendas geopolíticas a discreción, creen que las batallas de ideas deben librarse siempre y cuando las partes se digan: ni yo voy a cambiar tus ideas ni tú las mías. Fraternalmente, claro.
B.2) Progresanos: se rigen por el humor negro de filósofos y escritores europeos de moda (sin importar cuáles), y su idea favorita gira en torno al derecho a pensar distinto (sin importar qué).
B.3) Socialdemocranos: en default, luego de que las bases de sus fundaciones en Suecia, Noruega, Dinamarca y España votaron por partidos neonazis.
C) Entidades de atmósfera tóxica, habitada por:
C.1) Anarcanos: dicen que hablar de imperialismo es arcaico y que el enemigo de los de abajo circula entre izquierdanos, progresanos y socialdemocranos.
C.2) Troscanos: Pertenecen a la contrainteligencia de Peronópolis, y se los reconoce fácilmente porque miran de soslayo, achinando los ojos.
Así pues, en vísperas de las elecciones primarias en Argentina (con miras a las presidenciales de octubre), Gorilópolis y los mercados (sic) subestimaron a Peronópolis. Creyendo que su fuerza gravitacional había menguado frente a la revolución de la alegría, liderada desde finales de 2015 por el presidente del país sudamericano.
Finalmente, Peronópolis ganó por 15 puntos, convalidando la advertencia de su líder histórico: se puede decir una mentira, pero no se puede hacer una mentira.
Aunque opacada por la catástrofe amazónica, la derrota de Gorilópolis tuvo insólitas repercusiones en el mundo. Junto con el previsible bombardeo de fake news en las redes antisociales. Pues bien: investigué algunas, y termino contando la que me estremeció.
Ese mismo día –dicen– la ex de Julio Iglesias, del marqués de Griñón, del marqués de Castel-Moncayo y de un ministro de Hacienda entró al cuarto de baño en su lujoso piso de Madrid y… se le cayó la quijada. El cuerpo del último de sus marqueses colgaba de un candil diseñado por Tiffany’s. Y lo atroz: el marqués se había ahorcado… ¡con su propia lengua! Increíble.
Isabel rindió declaración en la policía municipal, regresó a casa y allí, desolada, se puso a revisar el artículo que el líder máximo de Gorilópolis en los países de habla hispana pensaba enviar a la redacción de El País.
Su título: Peronópolis no existe.

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