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miércoles, 28 de agosto de 2019

El bloqueo naval, la última ficha de la agresión estadodunidense contra Venezuela



Estados Unidos ya bloquea el comercio de petróleo de Venezuela con el mundo. Foto: News Front
El bloqueo naval ha estado en la mesa de discusión de los artífices del golpe continuado, pero viene siendo un hecho no decretado desde hace algunos años.
En el año en curso ha tomado forma su ejecución como parte del golpe continuado y Estados Unidos lo ha sumado a sus tácticas junto al ataque eléctrico, la imposición continua de sanciones y llamados a golpes militares.

Opción Cutz: “Algo de baja intensidad como un bloqueo naval”

El Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés) convocó a una reunión a puerta cerrada el pasado 10 de abril en Washington. Allí estuvieron representantes actuales y anteriores del Departamento de Estado, del Consejo Nacional de Inteligencia y del Consejo de Seguridad Nacional como el almirante Kurt Tidd, ex comandante del Comando Sur.
En el evento llamado "Evaluación del uso de la fuerza militar en Venezuela" se abordó la crisis en Venezuela y salió a relucir la posibilidad de un bloqueo naval como medida de presión para lograr la salida de Nicolás Maduro.
Uno de los asistentes al encuentro fue Fernando Cutz, llamado uno de los arquitectos clave del golpe de Estado en Venezuela por el periodista Max Blumenthal. Dicho personaje declaró al diario La Vanguardia en una entrevista telefónica posterior que "no es posible una invasión, pero algo de baja intensidad, como un bloqueo naval, tal vez serviría para salir de esta situación de tablas". Añadió que "sólo sería factible si hay apoyo de otros países".
Cutz, quien perteneció al Consejo de Seguridad Nacional del Grupo Cohen y asesoró al ex embajador estadounidense William Brownfield, ha trabajado respecto a una estrategia para "dividir el círculo íntimo de Nicolás Maduro" que resultó en el fracaso del Pentágono en su intento de dividir la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) el 30 de abril, a pocos días del encuentro.
Sin embargo, su visión del bloqueo naval es una expresión soterrada de intervención militar, muy explícita.

La previa: Maniobras militares y corporativas

En un esfuerzo por retomar protagonismo y hegemonía en el Caribe, Estados Unidos realizó ejercicios como Tradewings y Unitas, en 2017 y 2018 respectivamente. El mensaje para los países de la zona era claro: presionarles para que sirvieran de plataforma logística de ataque contra Venezuela, Cuba y/o Nicaragua.
Los ejercicios Tradewings, efectuados en junio de 2017 a 600 kilómetros de las costas venezolanas, fueron identificados como "una maniobra multinacional de seguridad marítima y respuestas a desastres en el Caribe" mientras que los ejercicios multinacionales Unitas, donde Colombia fue el anfitrión y participaron más de 18 países, fueron para "luchar contra el crimen transnacional y prestar apoyo durante una crisis humanitaria" mediante un despliegue de exploración radioelectrónica y fuerzas aerotransportadas.
En ambos ensayos se utilizó la excusa humanitaria con la que fracasó el Pentágono en Haití luego del terremoto de 2010, no pudiendo evitar el impacto del cólera y sus miles de muertos, y también en Dominica y Puerto Rico luego del impacto del huracán María (ocurrido a solo tres meses de los Tradewings) que causó al menos 3 mil muertes sin que Estados Unidos pudiera accionar de manera efectiva para evitarlas.
Luego, en mayo de 2018, el mapa de Marine Traffic (una web de monitoreo naval) mostraba puntos rojos bloqueando los accesos de los tres principales puertos petroleros venezolanos: eran 82 tanqueros de gran calado que llevaban días detenidos en puerto como prevención de que fueran decomisados con su carga de petróleo por la Administración Trump y la estadounidense ConocoPhillips, una de las petroleras más grandes del mundo.
La razón era que, semanas antes, Conoco había iniciado acciones legales para cobrar 2 mil 40 millones de dólares que el gobierno venezolano "debía pagarle" luego de perder un juicio de arbitraje en la Cámara de Comercio Internacional (un organismo de resolución de controversias) por la nacionalización de proyectos en Venezuela durante el año 2007.
"Buscaremos todas las vías legales disponibles para obtener una compensación completa y justa por nuestras inversiones expropiadas en Venezuela", advertía la transnacional en un comunicado.
Para tratar de cobrar la indemnización, Conoco trataba de tomar varios activos de PDVSA localizados fuera de Venezuela, principalmente en Bonaire, Curazao y San Eustacio. Sin embargo, las primeras acciones se dirigían a las cargas de petróleo e incluso los tanqueros propiedad de PDVSA.
Mientras el gobierno venezolano manifestaba el contundente rechazo contra la transnacional estadounidense, Reuters señalaba que la estatal venezolana suspendería sus operaciones una vez agotados los inventarios de crudo, ya que no se preveían nuevos envíos al Caribe.
A continuación, modificaría sus acuerdos comerciales para comenzar a entregar en aguas venezolanas todo su petróleo para exportaciones, incluidas las transferencias barco a barco que han debido hacerse para enviar cargas a destinos asiáticos.

Piratería en el Caribe: Sanciones contra el libre comercio

El pasado 5 de abril, el gobierno de Estados Unidos aplicó sanciones a embarcaciones y empresas contratistas navieras de PDVSA por exportar petróleo a Cuba.
La decisión incluyó a 34 embarcaciones con las cuales Estados Unidos bloquearía toda transacción y a dos empresas navieras, Ballito Bay Shipping Incorporated, con base en Grecia, y ProPer In Management Incorporated con sede en Liberia, por su vinculación con el barco Despina Andrianna que, según las autoridades estadounidenses, entregó petróleo venezolano a Cuba durante febrero y marzo de 2019.
La decisión anunciada por el vicepresidente estadounidense Mike Pence fue acompañada por un comunicado de Steven Mnuchin, secretario del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
La siguiente semana, el 12 de abril, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos sancionaba a cuatro compañías con sedes en Liberia e Italia y a nueve barcos cargueros de petróleo con banderas de Italia, Malta, Grecia y Panamá.
El 10 de mayo, luego de fracasado el golpe fraguado contra el gobierno venezolano, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro estadounidense sancionó a otras dos empresas navieras.
Las navieras sancionadas fueron Monsoon Navigation Corporation y Serenity Maritime Limited, la primera, con sede en Majuro, Islas Marshall, es la propietaria de la embarcación Ocean Elegance, que entregó crudo desde Venezuela a Cuba desde fines de 2018 hasta marzo de 2019; y la segunda, con sede en Monrovia, Liberia, es dueña del buque Leon Dias, también utilizado entre finales del año pasado y marzo de este año para llevar crudo venezolano a la isla caribeña.

Aguas turbias, claras intenciones

A comienzos de este agosto, Donald Trump fue inquirido por periodistas si consideraba un bloqueo o cuarentena contra Venezuela y afirmó que sí, sin entrar en detalles, así lo informó Bloomberg.
Dichas declaraciones ocurrieron el mismo día en el que el Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (CEOFANB) denunciaba una nueva violación al espacio aéreo venezolano por parte de un avión estadounidense, la 97ª.
El presidente Nicolás Maduro rechazó tal amenaza del mandatario diciendo que "Venezuela entera, en unión cívico-militar, repudia y rechaza las declaraciones de Donald Trump de una supuesta cuarentena, de un supuesto bloqueo. Al imperialismo criminal le digo que: ¡no podrán con Venezuela!", durante una jornada de supervisión de la industria naviera nacional, en el marco de la Gran Misión Transporte.
Agregó Maduro que el Gobierno Bolivariano denunciaría la nueva amenaza de Estados Unidos ante el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ya que atenta contra la población venezolana, y exhortó a las fuerzas militares a mantenerse alertas frente a las estrategias de Estados Unidos para vulnerar la soberanía de los mares caribeños.
Días después, una embarcación que transportaba 25 toneladas de soya para Venezuela fue detenida en el Canal de Panamá debido a las sanciones impuestas por Estados Unidos, así lo declaraba vía Twitter la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez.
Rodríguez, quien lo describió como una violación del derecho internacional y la Carta de la ONU, agregó que una compañía de seguros le dijo al propietario del barco detenido que se le había prohibido traer mercancías a Venezuela debido a las sanciones.
Los hechos se producían después de que Trump emitiera una orden ejecutiva para congelar los activos del Estado venezolano en los Estados Unidos.
El hecho no tuvo mayor trascendencia debido a que la Autoridad del Canal negó los hechos y la mediática internacional distrajo el tema aludiendo a un barco de pesca venezolano, de nombre Aleta Azul, que fue detenido por deficiencias técnicas encontradas durante una inspección en las costas panameñas en cumplimiento de normas internacionales, según informó la Autoridad Marítima de Panamá.

Estrechar el cerco

Una nota de Jonathan Swan publicada en el medio Axios confirma la "obsesión" de Trump respecto a la idea de un bloqueo naval y cómo lo ha planteado recurrentemente durante al menos un año y medio.
Trump sugirió a los funcionarios de seguridad nacional que Estados Unidos debería estacionar barcos militares a lo largo de la costa venezolana para evitar que los bienes entren y salgan del país, según cinco funcionarios actuales y anteriores que han escuchado o han sido informados sobre los comentarios privados de Trump.
En la publicación se hace alusión a fuentes que han comentado frases como:
"Literalmente dijo que deberíamos sacar los barcos y hacer un embargo naval", dijo una fuente que escuchó los comentarios del presidente. "Evita que todo entre".

"Supongo que está pensando en la crisis de los misiles cubanos".
"Pero Cuba es una isla y Venezuela es una costa masiva. Y Cuba sabría lo que estamos tratando de evitar que ingresara. ¿Pero de qué estamos hablando? Necesitaría enormes y enormes cantidades de recursos; probablemente más que la Marina de Estados Unidos puede proporcionar".

Además, afirma que Trump está profundamente frustrado de que la oposición venezolana no haya podido derrocar a Maduro pasados más de tres meses de un levantamiento fallido (30 de abril), y más de seis meses de que Trump lideró al mundo en reconocer a Juan Guaidó como el líder legítimo de Venezuela (23 de febrero).
Más bien su entorno está centrado en la diplomacia y la presión económica, tienen poco interés en las opciones militares debido a que no tienen base legal y absorberían los recursos de una marina de guerra que ya está extendida para contrarrestar a China e Irán, aunque no las descartan.
Continúa explicando cómo el ex secretario de Defensa James Mattis, el ex secretario de Estado Rex Tillerson y el ex jefe de gabinete John Kelly colaboraron para ignorar u obstaculizar lo que consideraban solicitudes peligrosas de Trump. También cómo reprendió a su ex asesor de seguridad nacional H.R. McMaster, preguntándole por qué no había producido las opciones militares de Venezuela que había solicitado, orden que Mattis ignoró aun siendo instado por McMaster a poner fecha límite.
Esta dinámica cambió una vez que John Bolton y Mike Pompeo se hicieron cargo, sin embargo dice Swan que, según altos funcionarios de la administración, Trump ya no tiene interés en enviar tropas terrestres estadounidenses a Venezuela pero les ha dicho que sigan acumulando presión sobre Maduro y buscando "formas creativas para ayudar a Guaidó" a sacar a Maduro del poder.
Tras los sonados fracasos las evidencias dibujan una ruta hacia el bloqueo naval con aumentos de presión variables, pareciera que el objetivo es incrementar la desconfianza de empresas navieras y en diversos eslabones de la operación naval para desconfigurar también la actividad económica asociada a las importaciones y exportaciones.
Como la intervención militar al estilo Libia, Siria, Panamá o Afganistán suele ser costosa, más en sus inmediaciones geográficas, el juego del liderazgo estadounidense de turno consiste en estrechar el cerco económico y financiero que complique el avance de aliados como Rusia o China a establecer relaciones con países libres y soberanos como Venezuela, intentando además convertirse en un escarmiento para quien lo intente.
(Tomado de Misión Verdad)

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