"No
es fuego es el capitalismo" es la consigna que ha levantado un sector
importante de la juventud en referencia a la catástrofe ambiental que
azota al pulmón del globo. ¿Quiénes son los responsables?
“No es fuego, es capitalismo” es la consigna que ha levantado
un sector importante de la juventud en referencia a la catástrofe
ambiental que azota al pulmón del globo y que no ha dejado a nadie
indiferente. Y es que las imágenes reveladas por la NASA son
impactantes. En estas se muestra la magnitud del territorio afectado por
los mega-incendios que se estima alcanza las 600.000 hectáreas en 17
días, solo en Brasil, aumentando en un 80% respecto al año pasado en
esta misma fecha.
Pulmón del globo
El Amazonas a menudo se conoce como los pulmones del planeta ya que
se estima que produce el 20% del oxígeno en la atmósfera de la Tierra,
además de participar activamente en el proceso de descarbonización de la
atmósfera, lo que impacta sobre el ciclo del carbono. Así como también
en el ciclo hídrico en América Latina, esto ya que las plantas absorben
agua por sus raíces, la que viaja hasta las copas y por el proceso de
transpiración llega a la atmósfera en su fase gaseosa, y si consideramos
las millones de hectáreas que hacen este proceso, nos podremos imaginar
“el río” que se genera sobre la selva.
Este río se desplaza en forma de sistemas frontales hacia los países
del sur arrastrando con las lluvias el CO2 atmosférico -principal gas de
efecto invernadero asociado al calentamiento global- al suelo,
descarbonizando el aire y permitiendo la fijación del carbono en los
suelos, alimentando los ríos entre otros aspectos claves.
El Amazonas así se estimaba que tenía aproximadamente la mitad del
tamaño de Estados Unidos: es la selva tropical más grande del planeta, y
no sabemos cuáles serán las repercusiones que tendrá esto, con
mega-incendios que implican un salto en la destrucción de la Amazonia,
liberando enormes masas de dióxido de carbono.
Con resultados catastróficos se están cumpliendo las promesas de Bolsonaro
Bolsonaro hizo promesas de campaña para restaurar la economía
explorando el potencial económico de la Amazonía, criticando a las
advertencias de deforestación de la agencia como dañinas para las
negociaciones comerciales.
El director del Instituto de Investigación Espacial (INPE), que
vigila de forma satelital el Amazonas, fue despedido después de una
disputa con el Presidente; el director defendió los datos satelitales
que mostraban que la deforestación era un 88% más alta en junio que el
año anterior, y Bolsonaro calificó los hallazgos de “mentiras”.
En referencia a las causas, el ultraderechista Jair Bolsonaro declara
descaradamente que se debe a la temporada seca y culpa de los incendios
a las ONG ambientalistas, a quienes viene persiguiendo y reduciendo su
financiamiento, como alguna suerte de venganza contra su gobierno.
Por su parte el ministro de Medio Ambiente de Brasil, Ricardo Salles,
tuiteó el miércoles que los incendios fueron causados por el clima
seco, el viento y el calor. Pero el meteorólogo de CNN, Haley Brink,
dijo que los incendios son “definitivamente inducidos por el hombre” y no pueden atribuirse a causas naturales como los rayos.
A esto se suman las afirmaciones de Adriane Muelbert, ecóloga que ha
estudiado el papel que desempeña la deforestación del Amazonas en el
cambio climático: “En los años anteriores, [los incendios forestales]
estaban muy vinculados a la ausencia de lluvia, pero este ha sido un
año bastante húmedo”, afirma añadiendo que “esto nos lleva a pensar que estos son incendios provocados por la deforestación”.
Así también lo afirma Paulo Moutinho, investigador del IPAM, un
organismo de investigación amazónico explica que el alarmante aumento de
incendios en la Amazonía se debe al aumento de la deforestación.
En la misma tónica, un estudio de la NASA revela que la Amazonía
brasileña perdió el equivalente a Alemania producto de la deforestación
entre 2000 y 2017. Es que se trata de un política que, si bien, es
profundizada por el gobierno de Bolsonaro, también hay responsabilidad
de los gobiernos del PT (Lula Da Silva – Dilma Rousseff), ya que es
parte estructural del desarrollo capitalista de Brasil la depredación de
los recursos naturales.
Agro-negocio, minería, deforestación: El capitalismo
La deforestación genera pérdida de humedad de los suelos y permite
que el fuego se propague rápidamente, como si fuese rociado por bencina.
Esta causa encuentra asidero en la necesidad de encontrar nuevos nichos
de acumulación de recursos naturales como, por ejemplo, para incentivar
la extracción de madera e incentivar la producción de la industria
maderera, la exportación de minerales, el agro-negocio con extensas
plantaciones de soja, entre otros, y aquí el papel de Bolsonaro es
criminal así como la subordinación de Brasil al imperialismo.
La deforestación ligada al agro-negocio no es casual. Esta ha
cumplido un rol crucial con las “quemas controladas” que muchas veces
quedan fuera de control, las cuales se han realizado bajo prácticas que
utilizan los agricultores con el incendio provocado para limpiar
terrenos para cultivar soja.
El Amazona no es solo un pulmón mundial para la naturaleza,
sino también una fuente de acumulación de riqueza para las grandes
compañías capitalistas que ocupan esta como fuente de insumos.
Así, por ejemplo, la producción de carne y soja, que viene en
constante aumento, es a su vez una fuente fundamental de la
deforestación. Empresas multinacionales ligadas al imperialismo están
devorando la Amazonia para plantar soja. Y la carne alimentada con esta
soja (pollos, cerdos y vacas) termina en los estantes de los
supermercados, norteamericanos, europeos (y ahora crecientemente chinos)
y en los mostradores de empresas de comida rápida como Kentucky Fried
Chicken y Mc Donald´s. En ese sentido, la norteamericana Cargill no
oculta que está ayudando a establecer plantaciones de soja en la
Amazonia y, junto a Archer Daniels Midland (AMD) y Bunge, controlan el
60% de la soja brasileña. Además, estas tres compañías juntas controlan
más de tres cuartas partes de la trituración de soja en Europa.
Otro de los grandes problemas es la riqueza de minerales e
hidrocarburos de esta zona. El 15% del bioma amazónico tenía concesiones
mineras y contratos para la extracción de petróleo y gas. Adicional a
esto, más de 800 concesiones mineras se otorgaron en áreas protegidas y,
con 6.800 solicitudes a la espera, pendientes de aprobación.
Otra de las industrias que amenaza la existencia de la Amazonía son
los proyectos de energía hidroeléctrica. En el 2016, la ONG alertó que
en ese momento había unas 154 represas para la producción de energía y
estaban planificadas para su construcción 227. En este sentido, "el
aumento de las represas en la Amazonia amenaza el flujo natural de sus
ríos, altera los ciclos naturales y pone en grave riesgo especies como
los delfines y peces migratorios. El suministro de agua para las
comunidades locales y el transporte de alimentos, también se ven
afectados por cuenta de la producción de energía en la selva amazónica", asegura la ONG.
Así también son múltiples las marcas que en mayor o menor medida
utilizan productos provenientes de la destrucción el Amazonas, sea en la
cadena de distribución a proveedores de numerosas y reputadas marcas
internacionales y prestigiosos minoristas, incluyendo una larga lista de
grandes compañías capitalistas: Adidas, BMW, Carrefour, EuroStar, Ford,
Honda, Gucci, IKEA, Kraft, Nike, Tesco, Toyota y Wal-Mart, entre otras.
Y es que Latinoamérica, Brasil y particularmente el Amazonas es fuente
de materias primas para el mundo, particularmente para la gran industria
capitalista.
Así la guerra comercial entre EEUU y China también es un factor donde
producto de los aranceles impuestos por Trump, China reemplazó las
compras estadounidenses con las de Brasil. Como resultado, Brasil se ha
convertido en el mayor exportador de soja a China, y al mundo. En 2018,
el primer año de la guerra comercial, las exportaciones brasileñas a
China crecieron un 35% en comparación con 2017.
Pongamos fin a la depredación de la Amazonia de Bolsonaro y los capitalistas
Carne, soja, minerales, energía, madera, son parte de los insumos y
productos de la cadena de valor de grandes compañías, y también fuente
de consumo para el planeta. El amazonas nutre al mundo con sus recursos,
que se hoy se dan en el marco de la búsqueda de la ganancia y nuevos
mercados por parte de los capitalistas.
Es la juventud quien ha venido expresando en movilizaciones contra la
destrucción ambiental, así como las fuertes denuncias por parte de las
comunidades originarias. Es necesario que estas fuerzas se unan a los
trabajadores y amplios sectores populares, para enfrentar la destrucción
del Amazonas. Para eso se necesita un programa y una estrategia
anticapitalista que junto con la clase trabajadora pueda luchar por un
futuro.
Es decir, un programa para terminar con la barbarie capitalista y conquistar
un sistema de producción que ponga por delante las necesidades de los
trabajadores, jóvenes las comunidades y del medio ambiente donde todos
los avances de la técnica, la ciencia, así como las ganancias de la
agroindustria, pasen a estar en función de una economía planificada; no de las ganancias de los capitalistas que destruyen el planeta tras sus intereses.
Es fundamental avanzar en esta lucha, pero no para conquistar un
capitalismo reformado o su expresión verde, que ha mostrado ser una
total ilusión, sino que para terminar con toda forma de explotación y
opresión. Lo que es imposible de conquistar en los marcos del
capitalismo actual, que solo busca la ganancia, poniendo el dinero por
sobre la vida humana y de la naturaleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario