Es evidente el carácter
criminal del bloqueo imperialista contra Venezuela. El poder
hegemónico, en su afán por derrocar el gobierno encabezado por Nicolás
Maduro, patrocina con recursos económicos y brinda apoyo logístico a
quienes acaparan y encarecen los bienes y servicios. La manipulación del
poder mediático no alcanza para ocultar esta faceta de la realidad.
La conspiración contra el gobierno de Venezuela se sitúa en el marco de la acción imperialista global.
La ultraderecha actúa como sector. Aplica un proyecto de dominación y,
en consecuencia, viola normas elementales de respeto a los derechos
humanos. Busca desarticular una estructura progresista constituida por
un ejército en el cual tienen arraigo las ideas progresistas y un pueblo
dispuesto a luchar por la soberanía. Desarticular a Venezuela como
Estado y como nación, es una meta enmarcada en el objetivo general de
imponer el atraso político.
Las órdenes ejecutivas emitidas por
Donald Trump son encabezadas por una palabrería que incluye el término
“derechos humanos”, pero el halcón encargado de coordinar las acciones
de agresión es Elliott Abrams, figura protagónica en la conspiración
contra el primer gobierno sandinista en Nicaragua, aliado y protector de
las más sanguinarias en Guatemala, Honduras y El Salvador.
La
ultraderecha presenta como nuevo su proyecto, pero no pudo dejar en el
pasado a ese viejo servidor de Ronald Reagan… Del pasado ha sacado
también figuras como James Mattis (el llamado “perro rabioso” en la zona
del Golfo Pérsico, secretario de Defensa hasta hace 9 meses) y John
Bolton.
La declaración recientemente emitida por Bolton contra
la Fuerza Armada Nacional Bolivariana se suma a otras muchas. La
insistencia se explica no solo en la intención de desacreditar al
gobierno de Maduro sino en la de golpear en forma contundente al sector
político progresista.
En uno de sus trabajos la recién
fallecida teórica Martha Harnecker destaca que el Ejército de Venezuela,
es armado marcado por entes históricos de la talla de Simón Bolívar,
Simón Rodríguez, quien fue maestro y amigo de Bolívar, y Ezequiel
Zamora, un general liberal que en 1850 luchó contra la oligarquía.
Dice también que, a partir de la generación de Hugo Chávez, la mayoría
de sus oficiales no se formaron en la Escuela de las Américas sino en la
Academia Militar venezolana, que había entonces [1971] sufrido una
profunda transformación. Luego, destaca la influencia de Chávez y la
maduración política que en muchos oficiales produjo, en 1989, el
caracazo, aquella explosión que, en febrero de 1989, ocasionó el intento
de Carlos Andrés Pérez de imponer un paquete fondomonetarista.
Acabar con la potencialidad revolucionaria en un cuerpo con esa
tradición y esas características, es una aspiración de la ultraderecha.
Por eso aprovecha la experiencia y el conservadurismo visceral de
Abrams, Bolton y personajes similares.
La ultraderecha utiliza a criminales forjados en sus entrañas y también utiliza a derechistas con traje liberal.
La Orden Ejecutiva 13692, emitida por Barack Obama el 9 de marzo de
2015, ha servido de marco a operaciones de despojo contra una Venezuela
declarada como “amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional
y la política exterior de los Estados Unidos”.
El 5 de
septiembre 2017, Canadá y Estados Unidos anunciaron una alianza para
“adoptar medidas económicas contra Venezuela y contra personas que
contribuyen activamente a la situación actual en Venezuela”.
Bancos suizos, ingleses y alemanes han vedado las transacciones en
divisas con Venezuela, impidiendo con ello la compra de bienes que
serían destinados a sectores importantes como la salud y la educación.
De los cortes eléctricos, poco hay que decir, son atentados contra la
prestación de servicios. Y de la retención ilegal de bienes y de
recursos líquidos (Estados Unidos, Inglaterra y Alemania la ejercen
directamente), hay que señalar que es vulgar despojo, en términos
llanos, robo.
¡Todo eso en nombre de los derechos humanos! ¡Y
el poder mediático colabora con el intento de presentar como accionar
legítimo semejante retorcimiento!
No solo es Venezuela…
"Todos los bienes e intereses relativos a los bienes del Gobierno de
Venezuela que se encuentran en EEUU, que en lo sucesivo se encontrarán
en EEUU, que pertenecen o están controlados por cualquier persona de
EEUU, están bloqueados y no pueden ser transferidos, pagados,
exportados, retirados o tratados de cualquier otra manera", dice el decreto emitido el pasado día 5 por Donald Trump.
En su reseña sobre el mismo, el diario El País dice: “Con esta acción,
Venezuela entra en el listado de países supeditados a estas
restricciones por Washington: Corea del Norte, Irán, Siria y Cuba”.
Son más elocuentes aún las declaraciones de John Bolton, asesor de
Seguridad Nacional de la Casa Blanca, quien declaró que es la primera
vez en 30 años “que estamos imponiendo una inmovilización de activos
contra un gobierno en este hemisferio.” Citó la acción contra Panamá en
1988, el embargo contra Nicaragua en 1985 y, por supuesto, el bloqueo
contra Cuba.
En secuencia cronológica las acciones de
congelamiento de bienes contra gobiernos de América y en vista
transversal las acciones contra gobiernos de cualquier zona del mundo,
la prepotencia imperialista se hace sentir, y se evidencia que el orden
mundial vigente es incapaz de impedir que el poder hegemónico legisle
para el mundo y que las potencias sustentadas en un esquema de
dominación violen normas legales, emitan leyes en consonancia con su
ejercicio ilegítimo, y utilicen la guerra económica, el embargo
financiero, la trapacería política y las armas para imponerse.
¿En nombre de cuáles derechos se condena a pueblos enteros a la penuria económica?
¿En nombre de la convivencia pacífica? ¿Acaso han inspeccionado las
grandes potencias el arsenal militar de Israel? ¿Acaso Estados Unidos,
Canadá y la Unión Europea han sancionado a Israel por las constantes
acciones represivas contra el pueblo palestino, que ha visto morir bajo
las balas del ejército sionista a más de 54 de sus hijos solo en el
presente año? El poder de veto de Estados Unidos en el Consejo de
Seguridad de la Organización de Estados Unidos protege a Israel de ser
objeto de bloqueo o de sanciones…
En el caso de Arabia Saudita,
son casi inocuas las sanciones por los crímenes en Yemen, por el
asesinato del periodista Jamal Kassoghi y por otros escandalosos actos
de violación a los derechos humanos.
A las grandes potencias
poco les importan la libertad de expresión (véase el caso de Julian
Assange) y los derechos civiles y en nada de esto se detienen al elegir
aliados o adoptar enemigos.
Es palpable esta realidad en
América Latina, donde gobiernos que destilan sangre (como el de Colombia
y el de Guatemala) son aliados importantes de Estados Unidos.
Abuso, expulsión… muerte
Los dirigentes de las grandes potencias imponen embargos y prohíben
transacciones hablando de derechos humanos, sin tomar en cuenta hechos
notorios como los niños que, en la frontera de Estados Unidos, han sido
enjaulados y separados de sus progenitores. "Si los padres entran
ilegalmente, hay que apartar a los niños", dijo Trump en junio del año
pasado al dirigirse a un grupo de empresarios yanquis.
¿Es abanderado de los derechos humanos un dirigente con este discurso y esta práctica, un impenitente constructor de muros?
¿Son abanderados de los derechos humanos los dirigentes alemanes que en
este año han dado forma a una política de selección de inmigrantes
buscando expulsar a los migrantes más pobres? ¿Lo son, acaso, los
dirigentes italianos que han legislado para imponer multas millonarias a
las organizaciones que rescaten refugiados en las aguas del
Mediterráneo bajo la jurisdicción de su país?
¿Hay calificativo
para una apuesta a la muerte? Se trata de obligar a miles de personas a
esperar la muerte en los escenarios de guerra en lugar de buscar en la
condición de refugiados una posible oportunidad de seguir viviendo. ¡Qué
horror!
Es la línea de acción en la actualidad, y hay que
citar el precedente de la cárcel de Guantánamo y de los vuelos
clandestinos y de las cárceles secretas de la Agencia Central de
Inteligencia, CIA, centros para la tortura y el asesinato (Dick Cheney
dice que fueron métodos de interrogación efectivos). Esas prácticas
comprometen a políticos de derecha y de ultraderecha, pero tienen el
indiscutible sello de la ultraderecha, de su predominio político como
sector. Tienen el mismo sello los asesinatos selectivos, práctica
justificada y celebrada por Hillary Clinton durante el gobierno de
Obama.
Para desplazar a los sectores progresistas en cualquier
zona del mundo, la derecha se somete a los dictados de la ultraderecha,
acoge su predominio.
Ese predominio colocó a Donald Trump en la
presidencia de Estados Unidos y marca el quehacer de los dirigentes de
las grandes potencias europeas.
En América Latina, es
importante apoyar las acciones legales que ha emprendido el gobierno de
Venezuela contra la retención de sus bienes, y el esfuerzo político y
diplomático de Cuba contra el endurecimiento del bloqueo.
La
conspiración contra el avance político tiene en Venezuela una de sus más
odiosas manifestaciones, pero no un escenario único. El proyecto de
dominación de la ultraderecha es global. Los pueblos tienen que unir
fuerzas para frustrarlo. Otro mundo es posible, y por demás necesario.
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