Perú
Los gremios empresariales del país, encabezados por Confiep, y
el consorcio multinacional Southern Cooper Corporation; se dieron la
mano en los últimos días para demandar al Presidente Vizcarra, lo que
ellos llaman “cumplir con el principio de legalidad”. Fue esa la reacción de ambos segmentos luego de la suspensión de la licencia de construcción del proyecto minero Tía María.
María Isabel León, quien preside la entidad patronal, actuó acompañada
por la Sociedad de Industrias, la Sociedad de Minería y Petróleo, la
Banca y personalidades del grupo empresarial, soliviantado tanto por la
suspensión de la Licencia concedida al consorcio foráneo, como por los
“audios” en los que el Presidente parece convenir una estrategia común
con los representantes de la ciudadanía arequipeña. La empresa afectada
deslizó la idea de recurrir a organismos del exterior, en demanda contra
el Estado Peruano. Todo, sin duda, para poner a Martín Vizcarra contra
las cuerdas, y hacerlo capitular. .
Ni el motivo, ni la modalidad, debiera sorprendernos. Después de todo, la “clase dominante”
–y los empresarios son “el alma viva” que a ella representa- ha
demostrado a lo largo de muchos años, que no tiene amigos ni lealtades.
Solo intereses. Y reacciona de un modo intemperante, cuando los ve
amenazados.
La CONFIEP y las otras entidades, así como sus
patrocinadores, tienen sobradas razones para estar contentas con el
gobierno de Martin Vizcarra. Después de todo, proclama su identificación
con el “modelo” Neo Liberal que tan caro es a los anhelos de los
empresarios peruanos; su acatamiento a la Constitución de la Dictadura
–“La Carta del 93- y su tirria a la Venezuela Bolivariana y al proceso
emancipador que vive nuestro continente. Tres “columnas” no desdeñables
del sistema de dominación vigente. Pero está claro que eso no les basta.
Ellos quieren todo. Quieren devorar no solo la mejor parte de
la torta, sino la torta entera. Por eso, ahora aúllan sin freno alguno. Y
es que, en el fondo, se sienten con la fuerza suficiente para imponer
su voluntad a cualquier precio. Después de todo cuentan también con
estructuras políticas a su servicio, y ellas les garantizan una “mayoría parlamentaria” que no está dispuestas a perder.
El APRA y el fujimorismo, no dan puntada sin nudo. Pueden, incluso, darse el lujo de “vacar”
al Presidente de la República y luego negarse a adelantar elecciones
parlamentarias arguyendo que se trata de una operación “costosa”, que es
mejor evitar. Por ahora se empeñan en debilitar al Mandatario al
máximo, aislarlo, denigrarlo y hasta ridiculizarlo presentándolo apenas
como “un provinciano advenedizo”, como alguien que llegó “de casualidad” al cargo.
El hecho que el APRA mantenga la presidencia de la Comisión de Defensa
de Congreso -el vínculo directo con las Fuerzas Armadas y Policiales- y
que el Fujimorismo haya ratificado en su cargo a Rosa Bartra en la
Comisión de Constitución; designado a Tamar Arimborgo para que lidere la
Comisión de Educación del Congreso y nombrado a Milagros Salazar cono
su “vocero” parlamentario; constituyen demostraciones más que
suficientes de la insolencia y la soberbia con la que pretende
conducirse en los próximos meses. Si alguien se hizo la ilusión de un
“giro” en la política de la Mafia en pro de un clima de
“gobernabilidad”, se dio, sin duda con un palmo de narices. Nada de eso
habrá de ocurrir. “Techito” Bruce y Mercedes Araóz, por su parte, han
puesto “la suya” en este juego siniestro. Algún beneficio tendrán.
La maniobra está cantada: Declarar la vacancia de la Presidencia de la
República por “incapacidad manifiesta” del Jefe del Estado; elevar a esa
función –en “línea Constitucional”- a la Vice Presidenta Mercedes
Aráoz; y luego decir que “no es necesario” adelantar elecciones porque
“ya falta poco tiempo”. En ese lapso, “restituir la legalidad” –es
decir, devolver la Licencia a Southern, asegurar la libertad de Keiko y
el Indulto a su padre, y otras lindezas- como una manera de “pavimentar
el camino” para “garantizar la paz social y la inversión extranjera”.
Las marionetas de la “Tele”, luego se darán cuenta.
¿Ese es un
signo fatal en la sociedad de nuestro tiempo? Sin duda que no. Pero para
torcer ese rumbo nefasto y funesto, se requieren tres cosas: que el
pueblo tome conciencia del peligro: que la Izquierda se dé cuenta de
cuál es el peligro principal que se cierne sobre la sociedad peruana; y
que el propio Vizcarra, sea consecuente y firme.
Es claro que no se
puede imponer un proyecto perverso a sangre y fuego. Y que tampoco se
puede abrir las puertas de par en par a la impunidad y a la corrupción.
Dar paso a un nuevo escenario, más limpio y más justo, está al alcance
de la mano. Sólo requiere consecuencia y valor.
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