En América Latina la
Izquierda ha logrado obtener el poder político, en algunos casos como
Cuba y Nicaragua por medio de una revolución triunfante, en otros por
medio del voto popular, las más recientes Venezuela y Bolivia. En la
Argentina, Perú, Brasil y Paraguay ha sido por combinaciones complejas
de las fuerzas militares, políticas y sociales y en estos países el
poder se ha sostenido por períodos históricamente cortos y luego
perdiéndolo, y en el caso de Nicaragua recuperándolo casi veinte años
después, en circunstancias en que el pensamiento revolucionario y su
praxis ha cambiado enormemente a nivel planetario, así como también ha
cambiado la versión antagónica de la izquierda, el neoliberalismo
capitalista. Todo esto dentro del marco de la impotencia de los Estados
pequeños y una nueva agresividad imperial. De tal manera que hoy el
concepto de izquierda se podría decir que está en un Limbo dinámico,
experimentando una reestructuración.
De todas maneras, mientras los
Pueblos y las mentes humanas más esclarecidas nos entregan una versión
más acabada y sólida de esa izquierda, no es que no haya cierta
desesperanza, nosotros tenemos que seguir defendiendo nuestra izquierda
que aun en el Limbo, y en proceso de recomposición es mucho mejor que la
Derecha contra natura, que no está en el Limbo sino que está avanzando hacia el borde del propio Infierno sin esperanza.
Tal vez como efecto de esa desesperanza ocasionalmente se leen
artículos que preguntan ¿Por qué los pobres votan por los ricos? O ¿Por
qué los pueblos no votan a favor de las causas populares? Y en los
países en que la izquierda está o estuvo en el poder observamos
esfuerzos enormes de los gobiernos por avanzar en solucionar los
problemas sociales, uno se asombra por ejemplo en Venezuela como la
magnitud del programa de entrega de viviendas, el esfuerzo en educación y
salud, en Brasil, en Nicaragua igual y no digamos en Bolivia en que el
avance en beneficios sociales y económicos han sido espectaculares y sin
embargo, en las votaciones, si es que se ganan, a veces son de
resultados estrechos y votan millones de personas pobres por la
oposición claramente de derecha, pro estadounidense y capitalista
neoliberal, que sólo ofrece para ese pueblo pobre espejitos y
chucherías, y ese pueblo sólo ve “el brillante del instante y no ve el
diamante adelante” frase que extraigo de una obra de mi padre sobre un
tema relacionado.
Mi repuesta a la pregunta del título del artículo, es una conjetura, toma en cuenta esas observaciones como “contraria non contradictoria est complementaria sunt
” y está contenida fundamentalmente en un párrafo de un artículo mío en
Rebelión hace algún tiempo, a propósito del Frente Sandinista, el
párrafo es el siguiente: ‘Mientras las élites socio económicas
nicaragüenses no acepten plenamente, con realismo histórico genuino al
sandinismo, como una fuerza política permanente e inextricable dentro de
la sociedad plural nicaragüense, será casi imposible una convivencia
armónica y pacífica, una legítima reconciliación, dentro de nuestro
inescapable espacio geográfico´. Esas elites socio económicas, que
además conforman una infaltable quinta columna imperial, están por
supuesto en todos los países Latinoamericanos y los partidos políticos
de izquierda que llegan al poder político, acarrean el mismo estigma que
el FSLN ante esas elites, son objeto de ese mismo rechazo. Esas elites
de origen oligárquico burgués, con un enorme poder económico, con una
visión estatoquista, conservadora y capitalista del mundo, tampoco
pueden fácilmente aceptar la presencia permanente de partidos políticos
esclarecidos, y a veces con una clara visión Marxista del mundo. El
hecho de ser quinta columna imperial y su enorme poder económico les da
una capacidad de influencia en las diferentes capas sociales que a su
vez se concreta en elegir candidatos y manipular las masas votantes y
así evitar la presencia en el poder de la Izquierda, mucho más su
permanencia. A lo anterior habría que añadir que esos grupos
privilegiados acarrean dentro de sus culturas locales una especie de
semilla de racismo o desprecio social profundo que complica mucho el
interentendimiento clasista que conforma parte de la mezcla de
incompatibilidad social que interfiere en el entendimiento. Habría que
añadir otro factor a la ecuación y es el de la ignorancia real y
consecuente desinformación de nuestros pueblos, los mismos sociólogos
que deberán clarificar la conjetura, nos dicen que no más del 10% de los
votantes saben con precisión por qué es que votan. Combinado todo con
la ignorancia voluntaria de las elites, que sólo creen lo que quieren
creer y consecuentemente no ven ni creen en que hay que solucionar los
serios problemas sociales.
Esas ideas y algunos otros elementos
que se pueden encontrar conforman mi conjetura. Les toca a los
sociólogos descalificarla o despejarla, si es que ya no lo está y yo lo
ignoro.
En cierta manera representando a
mi familia, junto con otros once compañeros me uní al FSLN en 1977 desde
el ámbito de la burguesía no oligárquica ni económica con objetivos de
lograr avances estructurales en justicia social y económica; es modesto
lo que hemos logrado, también buscando ese necesario entendimiento inter
clases y hoy soy el único, de ese sector social que aún permanece
apoyándolo sin reservas. Conozco bien ese pensamiento de elite. Los
partidos políticos de la izquierda una vez en el poder están obligados a
no desconocer y plenamente incluir a esas minorías, por lo demás
poderosas, precisamente para evitar el círculo vicioso.
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