La nostalgia colonial y el desagravio pleno
La noticia revelada por
el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sobre el envío de
dos misivas, una dirigida al rey Felipe VI de España y otra al Papa
Francisco con el objetivo de que ambos encabecen en conjunto una
petición de perdón a los pueblos originarios de México por las
atrocidades cometidas durante la conquista y toda la época colonial,
produjeron una rápida reacción de diversos sectores de la sociedad
mexicana y en algunos países, voces discordantes llegan incluso a la
mofa por la petición calificándola de ridícula y anacrónica, evocando
una supuesta superación de los efectos que el colonialismo causó y sigue
causando en México y en toda Latinoamérica. La realidad es que España
no solo debe pedir perdón, también debe indemnizar a los pueblos
originarios de toda Nuestra América.
La solicitud del gobierno
mexicano va acompañada del compromiso del presidente de sumarse a esa
solicitud de perdón añadiendo a la cuenta histórica del agravio los años
que han transcurrido desde la independencia y en los cuales la opresión
a los pueblos originarios no terminó, sino que encontró nuevas formas
para reproducirse y justificarse. El planteamiento del gobierno mexicano
es que al cumplirse quinientos años de la caída de Tenochtitlán y
doscientos de independencia de México en el 2021, se efectúe un acto o
ceremonia que reivindique a los pueblos originarios con el
reconocimiento por parte de España, la Iglesia Católica y el propio
gobierno mexicano de los daños que hasta le fecha se han causado, una
idea que en sí resulta relevante y necesaria de discutir por la sociedad
mexicana y latinoamericana, una propuesta que ya ha comenzado a generar
reacciones y debe conducirnos a una amplio análisis para sentar las
bases de ese desagravio o quedará en mera simulación política, esto
último está aún por verse.
En contraposición a la solicitud los
partidarios de la nostalgia colonial (consientes o no) reproducen
viejos eslogan convenientes al neocolonialismo que mantiene en la
conciencia del pueblo mexicano el sometimiento sufrido durante el
genocidio más grande la de historia humana. En realidad, dicho genocidio
continúa hasta la fecha, los pueblos originarios no son aún reconocidos
en plenitud con todos sus derechos y con todos sus rasgos culturales,
la constante contradicción entre el capitalismo, modernidad y
comunidades originarias se manifiesta en el despojo, el racismo y la
exclusión que sufren cotidianamente. El propio gobierno mexicano si
pretende una verdadera solicitud de perdón tendrá que repensar su
relación con los pueblos originarios y favorecer su real reconocimiento
como sujetos de derecho en las leyes y en los hechos, eso también pasa
por la necesaria revisión de los mega-proyectos que han enfrentado a las
comunidades con los planes de desarrollo del actual gobierno, una
solicitud de perdón y desagravio requiere un diálogo plural con todos
los actores en cuestión, los movimientos populares, sociales y comunales
entre los que se encuentran los pueblos que ejercen ya su
autodeterminación y desde luego el movimiento zapatista. Un acto de
desagravio categórico es construir “un mundo donde quepan todos los
mundos”.
A nadie sorprende la respuesta del Pontífice ni del
rey de España, ambos son representantes de instituciones y gobiernos con
una larga tradición de opresión, ¿o acaso los críticos de las cartas
olvidan que las monarquías fueron derrotadas y cuestionadas por ser
sistemas de gobierno claramente antidemocráticos y autoritarios? ¿Se
olvidaron aquellos que se mofan de la opresión ejercida hasta la fecha
sobre los pueblos originarios a nombre de la religión o incluso a
sectores sociales como la mujer cuya opresión patriarcal se consolidó
durante la época colonial? Resulta relevante observar como las
reacciones más álgidas en contra de la solicitud del presidente mexicano
terminan ocultando el hecho mismo de la continuidad del colonialismo,
se les olvida que uno de los países participes del saqueo realizado en
México durante las últimas décadas de neoliberalismo ha sido justamente
España, se niega además la forma en que la Iglesia católica mantiene una
oleada ultraconservadora contra las reivindicaciones de la diversidad
en todos sus sentidos humanos. Lo anacrónico es la existencia de
monarquías y la continuidad del poder de la Iglesia por encima de la
dignidad humana. La solicitud para que se pida perdón es la puerta para
el respeto de la dignidad de los pueblos, es el hecho de que nuestra
nación no puede ni tiene porque seguir sometida a los intereses
neocoloniales de las viejas potencias europeas, mucho menos, en un
contexto latinoamericano tan álgido por la revitalización de las
agresiones imperialistas de los Estados Unidos. Las cartas corresponden
en suma a la exigencia de respeto pleno para nuestra nación.
El
desagravio también tiene que incluir una revisión de la historia que se
enseña en las aulas mexicanas y latinoamericanas, la construcción del
perdón debe cimentarse en la toma real de conciencia del valor y la
importancia de los pueblos originarios en términos históricos como
actuales, México y toda Nuestra América requiere la enseñanza de su
historia a partir de sí mismos, romper las formas neocoloniales de
dominación cultural que mantienen los currículos escolares y las mentes
colonizadas y que reproducen valores, ideas y prejuicios insertados de
la mano con la espada y la biblia. Todos los símbolos coloniales que se
mantienen en las ciudades mexicanas y latinoamericanas como las estatuas
y monumentos dedicados a los conquistadores han de ceder su lugar a la
verdadera memoria de los pueblos hermanos desde su raíz más profunda, la
historia de nuestros pueblos debe florecer con la libertad plena y el
reconocimiento justo que desde siglos se les ha negado. La
reivindicación será plena o no será.
Cristóbal León Campos es integrante del Colectivo Disyuntivas
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