A Federico Gyurkovits, por su interés en el tema
Las
elecciones presidenciales de 2016 fueron un gran revés para los movimientos
progresistas en Estados Unidos. Pero la campaña del senador independiente por
Vermont, Bernie Sanders, en las primarias internas del Partido Demócrata, deja
un legado importante para esas organizaciones que conviene revisar con más
cuidado.
Apenas
tres días después de la toma de posesión de Donald Trump como presidente de EE.UU.
(el 20 de enero de 2017), se funda la organización "Demócratas por la Justicia"
(Justice Democrats, en adelante JD). Sus dirigentes son Cenk Uygur, Kyle
Kulinski (del programa "Secular Talk"), ambos comentaristas políticos ligados al
programa creado por el primero, The Young Turks (TYT), y algunos dirigentes de
la campaña presidencial de Bernie Sanders, entre ellos, Corbin Trent, de Brand
New Congress, y Saikat Chakrabarti, ahora jefe del equipo de Alexandria
Ocasio-Cortez, la nueva representante demócrata por el 14º distrito de Nueva
York, a la que nos volveremos a referir más adelante. A partir del año pasado,
la directora ejecutiva de JD es Alexandra Rojas, otra mente brillante a la que
habrá que seguir muy de cerca.
El
diagnóstico y la solución
Justice
Democrats parte del supuesto, adecuado desde mi perspectiva, de que la mayor
parte de la población aprueba las políticas progresistas que ellos enarbolan,
entre ellas el Nuevo Pacto Verde (http://rebelion.org/noticia. php?id=252499),
un sistema de salud universal (Medicare for all), educación universitaria
pública y gratuita, y la abolición del Servicio de Inmigración y Control de
Aduanas (ICE), que actualmente gestiona los centros de detención para migrantes
y la política de separación y detención de infantes, implementada por el
gobierno de Donald Trump, entre otras propuestas. Su llamada "Plataforma
por la Justicia" concentra toda una agenda concreta que realmente vale la
pena revisar.
Sin
embargo, a pesar de que las encuestas de opinión demuestran que estas posturas
son sumamente populares, la corrupción de los políticos pro-corporativistas en
Washington hace prácticamente imposible que esta agenda pueda implementarse.
Como
es sabido, no son los ciudadanos, sino las grandes empresas las que financian
las campañas electorales, lo cual provoca que, una vez en sus cargos, los
políticos terminen velando por dichos intereses empresariales, ya sea para
volver a recibir financiamiento en sus campañas o para que las mismas empresas
los contraten una vez terminado su período (el conocido fenómeno de la 'puerta
giratoria'), siempre en detrimento, por supuesto, del interés del electorado. En
particular, vale la pena conocer el caso de la organización conservadora
Ciudadanos Unidos (Citizens United) vs. Comisión de Elecciones Federales (FEC),
en 2010, en donde la Corte Suprema posibilita el financiamiento electoral por
parte de las empresas privadas.
Justice
Democrats considera que esta corrupción procorporativista fue uno de los
factores clave en la derrota de Hillary Clinton frente a Donald Trump en 2016,
pues se trataba de una candidata alineada con los grandes intereses
empresariales y alejada por completo de las demandas de la población, que se
encuentra afectada en gran medida por las políticas neoliberales que se
implementaron a nivel mundial.
Aunque
JD reconoce la profunda corrupción que domina al Partido Demócrata, entienden
que en la coyuntura actual es prácticamente imposible cambiar el sistema
bipartidista que domina la política estadounidense y por ello, se proponen
cambiar a este partido político desde dentro. Su objetivo es competir en las
elecciones primarias internas, derrotar a los candidatos del establishment
corporativo, que controla al partido, e ir a la elección general con candidatos
'alternativos', que apoyen su agenda política.
Sobre
el perfil de los candidatos, primero deben haber sido nominados por alguien de
su distrito. Justice Democrats busca a líderes comunitarios, provenientes de
movimientos de base, con perfiles diversos, que sean representativos del
electorado, pero sobre todo, que no acepten dinero ni de millonarios ni de las
grandes empresas, de hecho, todos sus candidatos deben comprometerse a no
recibir este tipo de dinero. Su lema es: "Ser un partido para los que
votan, no para las empresas que hacen donaciones".
En
ese sentido, intentan reproducir el modelo de campaña que implementó Bernie
Sanders en 2016, que recibió la mayor parte de sus fondos a través de pequeñas
donaciones directas e individuales, lo que resultó sin duda en uno de los
legados más importantes que dejaría esta experiencia para los movimientos
progresistas en el futuro inmediato.
Las
elecciones intermedias de 2018
Así
llegaron a su primera gran prueba; Justice Democrats respaldaría a cerca de 80
candidatos para que compitieran durante las elecciones primarias internas del
Partido Demócrata en los más diversos cargos de elección: 5 candidatos a
gobernadores, 4 para el Senado y 68 para la Cámara de Representantes.
Todos
sabían que era prácticamente una misión imposible... hasta que el 26 de junio
llegó la noticia desde Nueva York: Alexandria Ocasio-Cortez (AOC), con apenas
28 años, había derrotado con una diferencia de 13.4 puntos a Joe Crowley,
congresista en funciones desde 1999, que estaba cumpliendo su décimo término
consecutivo, que había gastado 18 veces más que AOC en la campaña y que de
haber ganado, posiblemente hubiera sido elegido presidente de la Cámara de
Representantes, en lugar de Nancy Pelosi. En un distrito mayoritariamente
demócrata, la elección general estaba prácticamente asegurada.
Por
si fuera poco y para sorpresa de todos, AOC comenzó a apoyar las campañas de
otros candidatos progresistas. Ahora, definitivamente tenían la atención del
establishment político y mediático. El mensaje que ofrecía JD era contundente:
"Si los demócratas se niegan a adoptar nuestra plataforma, seguirán
perdiendo, ya sea con los republicanos o con nosotros".
En
total, 26 de los candidatos provenientes de JD ganaron sus respectivas
elecciones primarias y en noviembre del año pasado, 7 de ellos ganaron en la
elección general. Podría parecer un resultado menor, pero hay que ver la
vorágine que han generado en Washington. Apenas la semana pasada se supo que "el
fenónemo" AOC sería la portada de la revista Time en su edición de abril,
y ya se refieren a ella como "el segundo político del que más se habla en
EU".
Pero
el fenómeno no solo es Alexandria Ocasio-Cortez. Por primera vez, dos mujeres
musulmanas han sido electas para el Congreso: Rashida Tlaib (13º distrito de
Michigan), de origen palestino, e Ilhan Omar (5º distrito de Minessota), de
origen somalí y quien recientemente ha estado en las noticias por sus críticas
contra el lobby pro-israelí en Washington. También se encuentra Pramila Jayapal
(7º distrito de Washington), primera mujer de origen indio, con una política
progresista en temas de migración, y Ro Khanna (17º distrito de California),
quien ya ha sido nombrado copresidente de la campaña presidencial de Bernie
Sanders para el 2020…
El
trabajo de base de JD continúa y, mientras buscan entre los líderes sociales a
"el o la próxima AOC", también deberán entrar a la lucha y apoyar a alguno
de los aspirantes a la candidatura presidencial, en lo que será su segundo gran
desafío.
La
lucha en el Partido Demócrata por el 2020
El
martes, 3 de noviembre de 2020 estarán en juego 11 gubernaturas estatales (7
actualmente en manos de los republicanos y 4 de los demócratas, más Puerto Rico
y Samoa; 34 de los 100 asientos en el Senado, que ahora controla el Partido
Republicano y los 435 asientos en la Cámara de Representantes, que ahora
controla el Partido Demócrata. Pero todos los reflectores se centran en la
lucha por la presidencia, todavía con la posibilidad de reelección de Donald
Trump.
Hasta
el momento, la mayoría de las encuestas favorecen a prácticamente cualquier
candidato demócrata sobre Donald Trump en el voto popular (51% sobre 46%,
Change Research con un margen de error de ±2.5), aunque recordemos que el
resultado de la elección presidencial lo decide no el voto electoral sino el
sistema del Colegio Electoral.
Lo
interesante, por supuesto, es ver qué sucede en las primarias internas del
Partido Demócrata y a quién eligen como candidato presidencial durante la
Convención Nacional Demócrata (DNC) en julio de 2020. En ese sentido, la
mayoría de las encuestas ponen a Joe Biden en primer lugar con 31-35% y a Bernie
Sanders en segundo con 27% (Morning Consult, con un margen de error de ±1.0),
seguidos de lejos por varios aspirantes, entre ellos:
- Kamala
Harris, senadora por California desde 2017, y fiscal general del estado
(2011-2017), con 8-11% en la intención de voto. Harris está ligada a Steve
Mnuchin, actual secretario del Tesoro de Donald Trump y que fuera uno de los
donantes de su campaña al Senado.
- Apenas
hace dos semanas, el 14 de marzo, Beto O'Rourke, empresario y representante demócrata
por Texas (2013-2019), anunció que también buscaría la candidatura presidencial.
O'Rourke compitió en las pasadas elecciones intermedias por el puesto del
senador Ted Cruz y perdió por un estrecho margen (51% contra 48%) en un estado
ampliamente dominado por los Republicanos desde la década de los 1990s. Se sabe
que durante su última campaña fue uno de los candidatos que más donaciones
recibió de las industrias petroleras y gaseras texanas. La gente de su campaña
reportó que tan solo en las primeras 24 horas después del anuncio, O'Rourke ya
había recaudado más dinero que Bernie Sanders en el mismo período (6.1 millones
vs 5.9 millones). En las más recientes encuestas, ya aparece con un 8% en las
preferencias de voto.
- Elizabeth
Warren, académica y senadora por Massachusetts desde 2013, especialista en
temas de regulación financiera. Actualmente, Warren aparece con el 7% de
preferencia en las encuestas.
¿Joe
Biden será la Hillary Clinton del 2020?
Es
un secreto a voces que Biden, vicepresidente durante los dos términos de Barack
Obama y senador por Delaware por más de 30 años (1973-2009) se prepara para anunciar
su candidatura, a más tardar el próximo mes, a pesar de no haber estado activo en
la política desde 2017.
Biden
está ligado a los intereses bancarios, no por nada se le llamaba "el senador
de Mastercard y MBNA" (ahora una subsidiaria de Bank of America), que fueron
sus mayores donantes durante su tiempo como legislador. Biden jugó un papel
importante en toda la política de desregulación de Wall Street que se llevó a
cabo en los 1990s y que condujo a la crisis financiera de 2007-2008.
Biden
votó en favor de la guerra de Irak en 2002. Es conocido por su capacidad para
negociar con los Republicanos (recordemos su amistad con el senador John
McCain, recientemente fallecido), aunque sea una habilidad que ya no parece ser
muy apreciada por el partido de Donald Trump hoy en día.
Si
todo sale de acuerdo a su plan, seguramente será el candidato de una buena
parte de los intereses corporativos del país. Todo dependerá de cómo maneje la
competencia que habrá en las primarias demócratas. Recordemos también que Biden
es conocido por sus declaraciones desacertadas, además de tener varias
decisiones políticas cuesionables en su historial, que por supuesto lo van a
perseguir durante la campaña.
Falta
mucho tiempo para que el DNC tome la decisión final. Pueden suceder todavía muchas
cosas que cambien las preferencias del electorado, pero el hecho es que el poder
corporativo que controla al Partido Demócrata no va a apoyar una posible candidatura
presidencial de Bernie Sanders.
Los
medios masivos tratarán de aparentar que todos los contendientes llegan en
igualdad de condiciones, pero eso es totalmente falso. Hay una gran cantidad de
seguidores de Bernie Sanders que recuerdan que la DNC manipuló e hizo todo lo
que estuvo a su alcance para frenar su candidatura, y así imponer a Hilary
Clinton. Muchos posibles votantes saben que, de la manera más velada posible,
volverán a hacerlo.
De
ser así, es posible que nos encontremos ante una reedición de las elecciones de
2016, en la cual el Partido Demócrata presentará a un candidato
pro-corporativista, que no sea capaz de conectar con el electorado, y con ello
aumenten seriamente las posibilidades de relección de Donald Trump. Veremos
cómo les va con esa apuesta, en una época en la que las élites políticas en
América y Europa siguen perdiendo el poder político ante el surgimiento de
líderes antisistema, generalmente conservadores, debido al profundo descontento
que existe entre las clases empobrecidas por el neoliberalismo.
Ese
es el primer escenario. Pero incluso si la campaña de Bernie Sanders lograra
sortear las trampas del Partido Demócrata, todavía se tendría que enfrentar a
Donald Trump en la elección general… y como cándidamente dejó entrever el
comentarista Donny Deutsch en el programa matutino Morning Joe de NBC News, en
su participación del 8 de marzo, ahí entonces la clase dirigente tendría que
tomar "una decisión difícil".
El
establishment político y mediático odia a los outsiders que interrumpen el 'business
as usual' de Washington, y por eso el evidente odio que le profesan a Donald
Trump, pero la consigna, casi inconfesable, es que deberán votar por "un
ser humano despreciable", según sus propias palabras, que propiciará el
continuo ascenso del fascismo en EU y los años perdidos en el combate contra el
cambio climático, añado yo, antes que permitir que la población elija a Bernie
Sanders como presidente de EE.UU. De esta magnitud es la lucha por el 2020.
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