El Partido Demócrata se
ha distinguido por su abierta solidaridad con las causas populares,
desde el apoyo a los sindicatos hasta la clara promoción de planes de
salud en beneficio de los sectores más desprotegidos de la sociedad. En
algunos momentos ese apoyo se ha visto erosionado, en aras de lograr
alianzas con grupos de personas y organizaciones cuyos principios distan
de ser los que, al menos declarativamente, corresponden al Partido
Demócrata.
En las elecciones de 2016 el divorcio entre quienes exigen una
definición más abiertamente progresista y quienes han guardado una
posición más tradicional y moderada, afloró más claramente.
Paradójicamente, fue Bernie Sanders, un joven de 77 años, quien en 2015
encauzó la rebelión de los millones de muchachos, cuyas edades en su
mayoría fluctuaban entre los 18 y 35 años, quien expresó con singular
fuerza la necesidad de volver la cara a los más necesitados en un país.
Frustrados por lo que muchos de ellos calificaron de política
conservadora por parte del liderazgo demócrata, cobijaron
entusiastamente las ideas progresistas, e incluso socialistas, de
Sanders. La historia se escribió con la derrota de éste, pero no sin el
reclamo de quienes lo apoyaron, por lo que consideraron una decisión
amañada por parte del liderazgo más tradicional de ese partido. A fin de
cuentas, el capítulo se cerró cuando el Partido Demócrata perdió la
elección presidencial, pero abrió otro cuya historia se empezó a
escribir desde entonces.
El ala más progresista culpó de aquella derrota a los líderes, producto de
su política elitistay el abandono de las causas populares. Se abrió un paréntesis para definir cuáles debieran ser el perfil y la praxis del futuro inmediato de aquella institución política. La discusión se avivó a raíz del triunfo arrollador de los candidatos demócratas a la Casa de Representantes en las elecciones de noviembre del 2018. Al menos 30 de los más jóvenes cuestionaron el liderazgo de Nancy Pelosi, con sus 78 años a cuestas y la única mujer en llegar a ser líder de la Casa de Representantes y a su vez la líder incontestada de los demócratas en ese recinto durante aproximadamente los pasados 20 años.
Hasta hoy 15 demócratas han manifestado sus intenciones de alcanzar
la candidatura por la presidencia en 2020. Bernie Sanders encabeza la
lista de ese grupo, algunos tienen 40 años y menos e incluso han
manifestado ideas más progresistas que las del mismo Sanders.
El término
democracia socialistaha flotado entre quienes han dicho una y otra vez que éstos son gobernados por una élite que posee más de 90 por ciento de la riqueza de todo Estados Unidos. Ha impactado de inmediato a la sociedad estadunidense. Los más ignorantes se aprestaron a identificarlo con el comunismo y la desaparecida Unión Soviética. Pero otros menos influidos por la propaganda anticomunista han entendido que, de hecho, en Estados Unidos existen instituciones socialistas, empezando por el sistema de salud y el seguro social, creados en el contexto del Welfare en la primera mitad del siglo pasado.
Si de entre la larga lista de precandidatos demócratas hay alguno que
sepa explicar en forma sencilla esa realidad, soterrada por la
verborrea demagógica de los republicanos, tendría grandes posibilidades
de obtener la candidatura y derrotar a un presidente que aún tiene la
posibilidad de relegirse, a pesar del bajo índice de aprobación con
respecto a su gestión y su controvertida conducta personal. Conforme
avancen sus precampañas, se podrá advertir sus diferencias y el
contenido de sus propuestas; las de política migratoria serán las que
más interesen a los hispanos, particularmente a los mexicanos que viven y
trabajan en Estados Unidos.
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