Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos |
Al observar el debate
entre expertos liberales y de derecha en los medios de comunicación
dominantes de Estados Unidos pocas veces se tiene la impresión de que
Washington es responsable de la caótica situación que se vive
actualmente en América Central. De hecho, ningún otro país es tan
responsable como Estados Unidos del caos actual y de la crisis de las
personas refugiadas producto de ese caos. Así pues, a pesar de las
aparentemente importantes diferencias ideológicas y políticas entre la
cadena de televisión de derechas Fox News y la liberal CNN, ¿por qué
ambas se esfuerzan en salvaguardar el vergonzoso secreto de su país?
En
los últimos años la violencia estatal y de las bandas, unida a la
extrema pobreza, han obligado a cientos de miles de personas a huir de
El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Honduras, entre otros países de
América Central y del Sur. Sin embargo, los medios de comunicación
dominantes de Estados Unidos rara vez se interesan por la causa
fundamental de esta realidad.
Fox News, por ejemplo, difunde
incansablemente el ofensivo lenguaje que utiliza el presidente Donald
Trump, el cual describe a las personas refugiadas como criminales y
terroristas que suponen una amenaza para la seguridad nacional de
Estados Unidos. En una conferencia de prensa celebrada el pasado mes de
octubre Trump instó a un periodista a utilizar su cámara “en medio” de
una caravana de inmigrantes en el peligroso viaje a través de México
para localizar a personas de “Oriente Próximo” que, según afirmaba
Trump, se habían infiltrado entre la multitud. En la mentalidad de Trump
“personas de Oriente Próximo” es sinónimo de terroristas.
CNN,
por su parte, se ha esforzado en contrarrestar el cada vez mayor
sentimiento oficial y mediático contra las personas inmigrantes que
abunda en Estados Unidos, un discurso que Trump y sus partidarios
fomentan y manipulan constantemente.
Sin embargo, pocos
periodistas de los medios liberales tienen el valor de investigar la
noticia más allá de la cómoda rivalidad política. La mayoría persiste en
su humanitarismo hipócrita y nada sincero que es ajeno a todo contexto
político significativo.
Lo cierto es que la crisis de los
refugiados centroamericanos es similar a la plétora de crisis de
refugiados de Oriente Próximo y Asia Central de los últimos años. La
migración masiva casi siempre es resultado directo de la intromisión
política y de las intervenciones militares de Occidente. Desde
Afganistán a Iraq, Libia y Siria millones de personas refugiadas se han
visto obligadas por unas circunstancias que están fuera de su control a
buscar la seguridad en otro país, de modo que millones de iraquíes y
sirios se han encontrado en Líbano, Jordania y Turquía, mientras que una
cantidad mucho menor se mueve por Europa; todas estas personas buscan
seguridad ante las devastadoras guerras en sus propios países.
Los
llamados oportunistas políticos “populistas” de Europa no son
diferentes de sus homólogos estadounidenses. Mientras que los primeros
se han aprovechado de la tragedia de los refugiados para sembrar las
semillas del miedo y del odio, los estadounidenses han culpado a los
refugiados de su propia miseria.
Culpar a la víctima no es nuevo.
Una vez se acusó a los iraquíes de no apreciar la democracia
occidental, a los libios de su Estado fallido, a los sirios por estar en
el bando equivocado en una guerra prolongada, etc. Sin embargo, los
actuales conflictos en Iraq, Libia y Siria son todos ellos, en
diferentes grados, resultado de intervenciones militares, una verdad que
no parece hacer mella en las ensimismadas mentes de los intelectuales
tanto de derecha como liberales de Europa y Estados Unidos.
Resulta
irónico que se considera a los desafortunados refugiados, ya sean
quienes huyen a Europa o quienes huyen a Estados Unidos, los agresores
(los invasores, si lo prefiere) mientras que la realidad es que fue
Estados Unidos y sus aliados quienes de hecho habían invadido estos
países que en su momento fueron estables y soberanos.
Trump ha
calificado a menudo de “invasión” a la caravana de inmigrantes de
América Central, una afirmación repetida como un loro por Foxs News. Por
increíble que parezca el presidente de Estados Unidos sugirió la
posibilidad de disparar contra los refugiados en cuanto llegaran. Si Fox
News no tuvo la decencia de tratar a los refugiados como seres humanos
merecedores de simpatía y respeto, CNN no tuvo el valor de ampliar el
debate más allá del espantoso lenguaje y las políticas inhumanas de
Trump.
Ampliar los parámetros del debate habría sacado a la luz
una política que no introdujo Trump, sino Bill Clinton, y que George W
Bush y Barack Obama aplicaron a fondo. Al margen de la palabrería de los
medios de comunicación, tanto demócratas como republicanos son
responsables de la actual crisis de refugiados.
En 1996 el
presidente demócrata Clinton emprendió una guerra contra las personas
refugiadas cuando aprobó dos leyes consecutivas: la Ley de Reforma de la
Inmigración Ilegal y de la Responsabilidad del Inmigrante y la Ley
Antiterrorista y Pena de Muerte Efectiva. Millones de personas que
habían escapado de guerras y golpes militares instigados por Estados
Unidos fueron deportadas a América Central y del Sur. Durante las
presidencias de Bush se deportó a dos millones de personas y bajo las de
Obama a dos millones y medio de personas. Se exacerbó una situación
terrible; la violencia y la necesidad se recrudecieron todavía más.
Para
atraer a su electorado descontento y radicalizado Trump volvió a
esgrimir la carta de la emigración y amenazó con construir un “gran
muro” y tapar los “vacíos legales” de la ley de inmigración
estadounidense. Como sus predecesores, no hizo mucho para corregir una
realidad injusta constantemente fomentada desde hace décadas por la
destructiva política exterior estadounidense.
Aun así, los
refugiados siguieron llegando, la mayoría de la región del Triángulo
Norte de América Central. Sin un contexto político adecuado también se
les culpó de su propia desgracia, lo cual no es sorprendente dada la
falta de una cobertura de cualidad de Fox News y CNN. Pocos
estadounidenses conocen la sórdida historia de su país en esa región,
empezando por el golpe de Estado orquestado por la CIA en Guatemala en
1954 o el apoyo estadounidense al golpe de Estado contra el presidente
electo de Honduras, Manuel Zelaya, en 2009 o todo lo ocurrido entre
ambos acontecimientos.
De hecho, la insana relación entre Estados
Unidos y sus vecinos del sur se remonta a 1904, cuando el presidente
Theodore Roosevelt declaró el “derecho” de su país a actuar como “poder
policial internacional” en América Latina. Desde entonces toda la región
se ha considerado de la incumbencia de Washington.
El acuerdo de
libre comercio (CAFTA-DR, siglas en inglés de Tratado de Libre Comercio
entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana) firmado
entre países de América Central y Estados Unidos también tiene su parte
de culpa. Este acuerdo “reestructuró la economía de la región y aseguró
la dependencia económica de Estados Unidos por medio de fuertes
desequilibrios comerciales y el flujo de artículos agrícolas e
industriales estadounidenses que debilitaron las industrias internas”,
escribió Mark Tseng-Putterman en Medium.
Reconocer todo
esto es amenazador. Si los expertos estadounidenses de la corriente
dominante aceptan el destructivo papel desempeñado por su país en
América Central y del Sur se verán obligados a abandonar el papel de
víctima (que adopta la derecha) o de salvador (que adopta la izquierda) y
que les ha funcionado muy bien a ambos. En Europa también se observa la
misma agobiante rutina política e intelectual.
No obstante, esta
negación de la responsabilidad moral no hará más que exacerbar el
problema, no lo resolverá. El racismo de la derecha o las lágrimas de
cocodrilo de los liberales no rectificarán nunca este paradigma sesgado,
lo cual es tan cierto en América Central como en Oriente Próximo. Hay
una conspiración contra las personas refugiadas.
Ramzy Baroud es periodista, autor y director de Palestine Chronicle. Su último libro es The Last Earth: A Palestinian Story
(Pluto Press, Londres, 2018). Obtuvo un doctorado en Estudios
Palestinos en la Universidad de Exeter y es investigador no residente en
el Orfalea Center for Global and International Studies, UCSB.
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