Saliendo de Temuco, corazón
del territorio mapuche, las extensas plantaciones de pinos envuelven
aldeas y pueblos, como olas que se ciernen sobre las gentes de la
tierra, alambradas
naturalesde un descomunal campo de concentración. Las carreteras y caminos atestadas de carabineros en sus camionetas verdes, complementan el cerco de las plantaciones con un asedio implacable, tatuado en fuego y metralla sobre cuerpos morenos.
Las vendedoras en torno al mercado de Temuco están siendo desplazadas
por una orden municipal, que los armados ejecutan con puntual soberbia.
Ellas siguen acudiendo, cobijadas en una amplia clientela que persiste
en comprarles pese a las amenazas de multas. Colgaron cantidad de globos
negros cuando supieron del asesinato por la espalda de Camilo
Catrillanca, el 14 de noviembre, en la comunidad de Temucuicui.
Quien quiera conocer más detalles del crimen, de las mentiras del
poder y de la crisis política que acorrala al gobierno, puede acudir a
la página mapuexpress.org, donde no le faltará información.
Lo que sigue es el resultado de intercambios y escuchas con miembros
de diversas organizaciones, urbanas y rurales, de comuneros y
académicos, presos políticos y familiares, estudiantes y feministas,
recogidas en Santiago y Temuco durante los primeros días de diciembre.
El primer punto es constatar la expansión territorial del movimiento
mapuche. En la Araucanía o Wallpampu no dejan de recuperar tierras,
cuestión que fortalece a las comunidades que estaban cercadas y
sometidas en reducciones. Siguen con el agua al cuello, pero empiezan a
respirar, por eso las arremetidas del poder que no ha logrado frenarlas
en la última década, digamos entre los asesinatos de Matías Catrileo
(2008) y Camilo Catrillanca (2018).
En algunas áreas, como el triángulo entre Ercilla (al norte de
Temuco), la costa de Tirúa y Loncoche (al sur), las recuperaciones de
tierras van conformando una mancha de poder comunitario mapuche. Un
ejemplo: en las mil 200 hectáreas del ex fundo Alaska, recuperado en
2002, viven hoy dos comunidades (Temucuicui Tradicional y la Autónoma),
en tierras que fueron de la Forestal Mininco del grupo Matte, que posee
700 mil hectáreas usurpadas a las comunidades.
El segundo, es constatar la multiplicación de organizaciones de todo
tipo, en todo lugar, tanto en Wallmapu como en las grandes ciudades. La
Coordinadora de Organizaciones de Estudiantes Mapuche (COEM), en
Santiago, formada hace cuatro años, reúne agrupaciones de casi todas las
universidades y han creado una escuela de mujeres indígenas que
defienden un feminismo mapuche. Ellas se definen como
antipatriarcales pero no feministasporque, como señala Angélica Valderrama, de Mapuexpress,
no queremos pensar nuestra realidad con los parámetros del feminismo blanco.
La Comunidad de Historia Mapuche forma parte de este notable
crecimiento y diversificación del movimiento, lo que Simona Mayo define
como
la multi sectoralidad de la organización mapuche. Varios colectivos que podrían definirse como defensores de los derechos humanos, integran esta diversidad y, en algún caso, se consideran mapuche porque han asumido esa identidad aún teniendo piel blanca.
El tercero, el más sorprendente para quien escribe, es la creación de
espacios mixtos (integrados por mapuche y huincas o blancos), como algo
natural y normalizado, sin que existan jerarquías en el seno de los
colectivos. Tanto la COEM como el colectivo de información Mapuexpress,
son espacios de mapuches y blancos, así como varios grupos feministas,
ambientalistas y estudiantiles.
Se están construyendo
sujetos heterogéneos, como destacó el historiador Claudio Alvarado Lincopi en un conversatorio, algo que no está pudiendo hacer la izquierda porque
en su endogamia sólo le valen sus propias tradiciones. Estos espacios
mixtosasí como el feminismo mapuche, casi no existían una década atrás, o bien eran muy incipientes, pero están floreciendo y multiplicándose de forma exponencial.
El cuarto, es la expansión de la lengua mapuche, el mapudugun, en
lugares insospechables, como barrios populares y de clase media urbana.
En la Villa Olímpica, en la comuna de Ñuñoa, barrio de clase media de
Santiago, la hija de mi anfitriona estudia mapudungun en su escuela, por
propia elección. Lo mismo sucede en otras tres escuelas del distrito.
Hay consenso en la extraordinaria expansión de la lengua mapuche, mucho
más allá de las fronteras de Wallmapu.
El quinto, es la masiva reacción de la población chilena ante el
asesinato de Catrillanca. Hubo movilizaciones en por lo menos 30
ciudades de todo el país, incluyendo las del lejano norte. En Santiago
se registraron en los días siguientes alrededor de 100 cortes de calle,
con barricadas y hogueras, durante horas, con cientos de vecinos. Los
que no salían a la calle, golpearon cacerolas en barrios enteros, sobre
todo en la periferia. En algunas zonas las movilizaciones se prolongaron
durante 15 días.
Esto revela que el pueblo mapuche se ha convertido en referencia para
la enorme porción de chilenos y chilenas que albergan sentimientos
antisistémicos, en un país donde la mitad de la población nunca vota. La
tenaz resistencia del pueblo mapuche y la mediocridad de las
izquierdas, lo colocaron en ese lugar, pese a las campañas en su contra.
Por último, destacar la importancia estratégica del Manifiesto de
Temucuicui emitido el primero de diciembre ante una multitud concentrada
en la comunidad donde fue asesinado Camilo. Defiende la
desmilitarización de Wallmapu, el derecho al territorio ancestral con un llamado a las comunidades a
fortalecer el ejercicio de recuperación y control territorial, y a formar una
comisión de esclarecimiento históricoque recupere la verdad de cómo fue ocupado su territorio por el Estado de Chile (goo.gl/8dN3gg).
En el ejercicio de su libre determinación, todas las corrientes
mapuche finalizan con un llamado a la desobediencia como forma de hacer
realidad la descolonización.
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