En una entrevista [1] la socióloga Esther Solano dice:
“El ascenso de Bolsonaro se explica por un gran voto de protesta y de
rechazo a la clase política. En esta ocasión ha habido una renovación
muy grande, histórica. La cuestión es que la derecha es la que propuso
esa renovación con nuevos rostros y nuevos nombres. Entonces, su ascenso
no se explica tanto porque sea un tipo de extrema derecha y sí porque
él ha propuesto una renovación. Las personas ven algo nuevo, una
esperanza, un cambio y luego también porque es el que está poniendo fin a
un ciclo petista, de izquierda. Diría que es un poco el cansancio con
la política tradicional y el cansancio con el petismo. Y luego,
efectivamente, se han alineado los valores más conservadores de Brasil,
pero sobre todo lo que vimos es un voto de cansancio con la política.”
De aquí se pueden extraer varios conceptos: “
un gran voto de protesta y de rechazo a la clase política, … / … La
cuestión es que la derecha es la que propuso esa renovación con nuevos
rostros y nuevos nombres … / … su ascenso se explica porque él ha
propuesto una renovación … / … pero sobre todo lo que vimos es un voto
de cansancio con la política.”
En épocas de gran crisis,
cuando se necesitan cambios profundos, y esta necesidad es percibida por
el conjunto de la población, las opciones del centro dejan de tener
atractivo y la población busca una opción política que plantee un cambio
radical, categórico.
No se puede solucionar la crisis,
enfrentando con éxito la ofensiva del gran capital mundial, sin lograr
una verdadera democracia del pueblo, que sea él mismo quién delibere y
gobierne, y sus decisiones se cumplan, y no cómo dice nuestra
Constitución, en lo esencial copia de la de EE.UU., que “el pueblo no delibera ni gobierna” (subrayado nuestro) sino que sí lo haga.
Cabe aclarar que la actual Constitución más adelante dice: “sino a
través de sus representantes…”, pero estos representantes son elegidos
con los mecanismos restrictivos y condicionantes de la misma
Constitución.
Tanto en EEUU como aquí, este gobierno a través
de representantes, tiene como principal objetivo que las decisiones del
pueblo no afecten los intereses de los más poderosos, los más ricos. La
misma función cumple el Senado, porque se dice que la Cámara de
Diputados representa al pueblo y los Senadores a las provincias. ¿Qué
significa “representar a las provincias”? En qué se diferencian “las
provincias” del “pueblo” ¿por qué no es suficiente con la Cámara de
Diputados? El verdadero significado de “las provincias”, en este caso, es el poder económico de cada provincia.
El Senado cumple con la función de frenar las iniciativas que sean
realmente democráticas de la Cámara de Diputados, que, por ser tales,
afectan inevitablemente los intereses de los poderosos.
Para
que sea el mismo pueblo quien delibere y gobierne, la historia no ha
descubierto nada que no sea organizaciones de democracia directa. Que
son algo muy distinto a las actuales instituciones “democráticas” de la
democracia burguesa.
Las instituciones vigentes son las
mismas que existieron en el gobierno anterior y que perduran en el
actual, pero no han podido impedir que de un gobierno orientado al
crecimiento con inclusión social, se pase a otro con la clara finalidad
de destruir la estructura social. Esto revela la necesidad de nuevas
instituciones que sí sean capaces de defender al pueblo. Para muchos la
solución es perfeccionar las actuales instituciones. Raúl
Zaffaroni dice: “Ante el derrumbe, cabe preguntarse cómo es posible que,
con las mismas normas, el Estado de derecho haya funcionado durante más
de 30 años —con sus altos y bajos— y en menos de tres años se lo haya
demolido en esta medida. …/… exprimieron los defectos institucionales
para demoler vertiginosamente el Estado de Derecho…/… será prioritaria
la tarea de renormativizar…”. [2]
Por su parte
Mempo Giardinelli expresa: “…/… elegir una Convención Constituyente que
establezca las bases de un nuevo sistema democrático participativo y con
firmes controles ciudadanos…” . (subrayado nuestro). [3]
Por más que se renormativicen y se perfeccionen los controles ciudadanos,
no van a tener efectividad si no se cuenta con un poder que garantice
su cumplimiento. Y este poder sólo puede provenir de organizaciones de
democracia directa. No basta cambiar las normas, es necesario contar con
organismos que las hagan cumplir.
Para lograr que estas
organizaciones surjan y realmente ejerzan el poder de toda la población,
en la más amplia democracia, se necesita el levantamiento general del
pueblo. El precedente más conocido y más cercano son las asambleas del
2001/2002, pero tendrían que tener un nivel infinitamente superior,
incluyendo masivamente a la clase obrera, no sólo a la clase media.
Y que, además, implique ir más allá de la consigna “que se vayan
todos”, que se vayan todos y que gobierne el pueblo directamente.
Este levantamiento generalizado es necesario que constituya una verdadera revolución democrática.
Eso es lo que se necesita. Que se produzca o no es imposible saberlo.
El desánimo y la impotencia que ya afecta a una parte de la población
empobrecida o en la miseria sólo puede remediarse con este tipo de
alternativa.
Para ayudar a que esto suceda deben existir
organizaciones y dirigentes que planteen este objetivo como estrategia
general, con la suficiente fuerza y convicción como para generar una
adhesión masiva.
Si esto no se produce, inevitablemente el
pueblo buscará otra salida, que sea drástica, radical, y la única
propuesta que existe hoy es la planteada por la derecha, y, ante la
urgencia y la desesperación, la población irá tomando cada vez más esa
alternativa.
Más allá de que pueda existir o no algún escrito
sobre el tema, el progresismo y/o la izquierda realmente existente no
están haciendo ninguna campaña política a favor de la democracia
directa.
Por otro lado la derecha, representante política del
gran capital mundial, tiene todo el apoyo de éste, con su gran aparato
mediático, represivo y bélico, con su propiedad de todos los medios de
producción, etc. Para los políticos de derecha es fácil hacer planteos
extremos, porque están extremadamente protegidos.
El caso de Trump tiene connotaciones con lo que decimos. Parafraseando a Michael Moore: [4]
“ Una parte importante de los votos a Trump se debe a que prometió
crear empleo para los desocupados del Centro Oeste de Estados Unidos.” “
…un hombre me paró por la calle. “Mike”, me dijo, “tenemos que votar a
Trump. TENEMOS que cambiar las cosas”. Eso fue todo. Para él, era
suficiente. “Cambiar las cosas”. De hecho, es lo que Trump haría.”
Aquí también el sentimiento generalizado en los trabajadores era la necesidad de cambios profundos.
En Octubre de 1934 en Francia [5]
decía Trotsky : “El partido radical [francés] es el partido con cuya
ayuda la gran burguesía mantenía las esperanzas de la pequeña burguesía
[la clase media] en un mejoramiento progresivo y pacífico de la
situación. Ese rol de los radicales sólo fue posible mientras la
situación económica de la pequeña burguesía seguía siendo soportable;
tolerable; mientras no sufría una ruina masiva y mientras guardaba
esperanzas en el porvenir. Por cierto, el programa de los radicales fue
siempre un pedazo de papel. Los radicales no han realizado ninguna
reforma social seria en favor de los trabajadores y no podrían
realizarla: no le hubiera sido permitido por la gran burguesía, en cuyas
manos están todas las reales palancas del poder: los bancos y la Bolsa,
la gran prensa, los altos funcionarios, la diplomacia, el Estado Mayor.
Pero algunas pequeñas limosnas que obtenían los radicales de tanto en
tanto, en beneficio de su clientela, sobre todo en el marco provincial,
mantenían las ilusiones de las masas populares. Así fue hasta la última
crisis. En la actualidad, para el campesino más atrasado [la clase media
del campo] se hace claro que no se trata de una crisis pasajera
ordinaria, como hubo no pocas antes de la guerra, sino de una crisis de
todo el sistema social. Son necesarias medidas firmes y decisivas.
¿Cuáles? El campesino no lo sabe, nadie se lo ha dicho, como él
necesitaría.” … / … Pág. 17: “El capitalismo no sólo no puede dar
a los trabajadores nuevas reformas sociales, ni siquiera pequeñas
limosnas: se ve obligado a quitarle las que le dio antes. Toda Europa ha
entrado en una etapa de contra-reformas económicas y políticas.” … / … “La
decadencia de los partidos democráticos [democrático burgueses] es un
fenómeno universal que tiene sus razones en la decadencia del propio
capitalismo.”
… /… Pág. 18: “¿Quién presentará primero,
más ampliamente y con mayor fuerza, a las clases medias el programa más
convincente, y —lo más importante— conquistará su confianza, mostrando
con palabras y hechos que es capaz de eliminar todos los obstáculos en
el camino de un porvenir mejor: el socialismo revolucionario o la
reacción fascista? De esta cuestión depende la suerte de Francia por
muchos años. No sólo de Francia: de Europa. No sólo de Europa: del mundo
entero.”
Las palabras entre corchetes son nuestras. Cabe
aclarar que en ese momento en Francia los campesinos eran una parte
importante de la clase media. En nuestro país la mayor parte de la clase
media es urbana. Pero lo importante a tener en cuenta es que en ambos
casos son clase media.
Las comparaciones son siempre parciales e
imperfectas. En nuestro país gran parte de la dirigencia de los
radicales se parece en muchas cosas al partido radical francés. No así
el kirchnerismo, que aunque también se lo puede considerar del centro
político, más bien de centroizquierda, lo que consiguió durante el
gobierno anterior no fueron limosnas sino grandes reformas que
beneficiaron al pueblo. Un eje importante a rescatar en el escrito es
que en épocas de crisis extremas del capitalismo, tanto en Francia en
1936 como en la actualidad, las esperanzas de un mejoramiento progresivo
y gradual desaparecen inevitablemente. Se extiende la sensación de que
son necesarias medidas firmes y decisivas.
Evidentemente, en
Europa el fascismo y el nazismo aparecieron frente a las masas como
teniendo una mayor fortaleza, poder y determinación, mientras la
socialdemocracia y el comunismo stalinista, ambos transformados ya
irremediablemente en reformistas, no podían ofrecer una alternativa
revolucionaria y no lo hicieron. Por esa razón el triunfo de la derecha
tenía despejado el camino.
Hoy en día se repite el mismo
problema en todo el mundo. Obviamente hay que adaptarlo a las formas de
la sociedad actual. Pero lo esencial se repite. El gran capital realiza
una feroz ofensiva en todo el planeta, con distintas metodologías. En
América Latina ha adoptado la estrategia de destruir gradualmente, pero
en poco tiempo, toda la estructura social en la que se apoyan tanto la
clase media como la clase obrera. Es la construcción de la dictadura y
el desarrollo de un genocidio utilizando la confianza en las
instituciones democrático burguesas que está instalada desde hace tiempo
en las mentes de la población. Han quedado grabadas las palabras de
Alfonsín: “con la democracia se come, se vive,…”, obviamente se refería a la democracia burguesa, la forma más perfecta de dominación del capital. Al llamar a la democracia burguesa simplemente “democracia”, la población se mueve dentro de ese marco, que es demasiado estrecho.
Los tiempos en que van a acontecer las cosas, si es que éstas llegan a
suceder, son imposibles de predecir, en el mejor de los casos sólo se
puede tener una evaluación aproximada del rumbo general que van tomando
los acontecimientos.
Desde el punto de vista del pueblo, más
allá de sus dirigentes, estamos muy lejos de una posibilidad objetiva
del surgimiento de organizaciones de democracia directa. Si bien hay
síntomas de un crecimiento de la conciencia sobre su necesidad, todavía
se está muy lejos de comprenderse plenamente. Hay sí manifestaciones a
favor de una profundización de la democracia burguesa y de una
gran reforma constitucional, como las de Raúl Zaffaroni, Mempo
Giardinelli, la declaración de La Cámpora de la necesidad de
instituciones de democracia semidirecta, y muchas otras. Existe un lento
desarrollo de la conciencia de la necesidad de una profundización de la
democracia, pero todavía es un proceso muy embrionario y es imposible
saber la dinámica que irá teniendo.
Los verdaderamente
progresistas, los demócratas consecuentes, no querrán ir más allá de una
revolución democrática, sin la cual no se pueden crear organizaciones
de democracia directa. Se conformarán con intentar “controlar” al gran
capital mundial. Los verdaderos socialistas creemos que la única
posibilidad de derrotar la ofensiva de éste es expropiarlo. Pero en
cualquiera de los dos casos es imprescindible la voluntad conciente de
todo el pueblo, de manera que cualquiera de los dos proyectos necesita
inevitablemente desarrollar las organizaciones de democracia directa.
Por lo tanto si queremos lograr este objetivo común la unidad de acción entre ambos es imprescindible.
Es muy grande el esfuerzo que hay que hacer, todos los pasos que hay
que dar, todas las innumerables tareas que hay que realizar para ayudar a
que la conciencia de toda la población asuma esa necesidad objetiva.
La unidad de todas las fuerzas del pueblo, incluso la unidad ecuménica
de muchas religiones, en la manifestación a Luján de octubre de este
año, de la cual se dice que fueron alrededor de 1 millón de personas,
revela el extraordinario crecimiento en la población de la necesidad de
unidad de acción y de aumento de la participación ciudadana en la
creciente resistencia en curso.
Del lado del pueblo, a pesar de
todas las medidas de fuerza, declaraciones y movilizaciones, todavía se
está muy lejos de la posibilidad de concretar una verdadera democracia.
Del lado del gran capital y sus representantes existe
indudablemente una ofensiva final contra todos los derechos sociales de
la población, sus ingresos, su educación, la atención a su salud, su
vivienda, su organización sindical, social y política, etc., con el
objetivo concreto de provocar una derrota estructural [6] que sumerja en la pobreza y la miseria a la inmensa mayoría de la población. [7]
Llamamos precisamente derrota estructural a lo que Natanson llama “implosión social” [8]. Se puede decir que la dictadura militar fue una bomba de explosión,
un genocidio que hizo eje en la desaparición de personas como el
principal medio para derrotar al pueblo. La política del gobierno actual
es como una bomba de implosión, se va generando silenciosamente hasta
que de repente se desploma para adentro.
El actual gobierno
intenta la destrucción general de la sociedad en forma duradera. La
dictadura hizo desaparecer por lo menos a 30.000 personas, pero no
destruyó toda la estructura social. El gran capital ha aprendido,
y ahora busca esa destrucción, quitarle todo sustento de vida a la
población, el trabajo, la vivienda, la atención de la salud, la
educación, el poder adquisitivo real, sumiendo a todos en la impotencia y
el abatimiento. Un derrumbe para adentro, al perderse toda base de
sustentación. Con la ventaja que es menos estruendoso. Silenciosamente
se van carcomiendo todas las bases de la organización social de la vida,
lentamente se va produciendo una implosión. Cuando esta “estalle”, ya
no habrá manera, ni fuerzas, ni elementos para la recuperación. La
derrota será estructural, duradera por mucho tiempo, y el gran capital
tendrá el terreno despejado para su saqueo, quedándose con el
territorio, los recursos naturales, la economía, etc.
Esta
ofensiva sólo puede ser frenada con una verdadera revolución
democrática, que por ahora está muy lejos de producirse. Como siempre
nuestra lucha corre detrás de la ofensiva de la derecha. Podemos decir
que el pueblo no está desarrollando ninguna revolución, pero el gran
capital sí está ejecutando una contrarrevolución como nunca antes.
Por todo esto se necesita plantear como estrategia necesaria, el
surgimiento de organismos de democracia directa que emerjan como poder
alternativo frente a las instituciones pseudo democráticas instaladas
como “democracia” por el capital, único camino por el cual se podrá
derrotar su ofensiva.
Es imposible saber si se llegará a tener
esta estrategia, en todo caso llevará mucho tiempo y esfuerzo de todos,
con la unidad de acción de todos los sectores del pueblo como requisito
indispensable. Pero el tiempo que llevará no es un tiempo cronológico,
sino el de la cantidad de tareas y pasos intermedios que hay que
realizar para lograr una verdadera democracia. La ofensiva final del
gran capital no nos deja otra alternativa que seguir ese camino con la
mayor energía, rapidez y eficacia que podamos.
Notas:
[1] https://www.nodal.am/tag/ esther-solano/, Esther Solano, socióloga especialista en política brasileña: “Hay un gran voto de protesta y de rechazo a la clase política”, 8 octubre, 2018, Entrevista a Esther Solano, socióloga especialista en política brasileña, Por Carla Perelló, de la redacción de NODAL.
[2] El desguace del Estado de Derecho, Raúl Zaffaroni, Suplemento Especial de Página 12 35 años de democracia, Los logros, las deudas. Página 12, Lunes 10.12.2018.
[3] Mempo Giardinelli, El Manifiesto Argentino, Historia de un desafío colectivo, Editorial Planeta, agosto de 2015, Capítulo 12, El Cuarto Manifiesto Argentino y la prefiguración del final, pág. 135.
[4] http://contrahegemoniaweb.com. ar/las-5-razones-las-gano- trump-segun-michael-moore/, Las 5 razones por las que ganó Trump, según Michael Moore, Michael Moore
, noviembre 10, 2016, A finales de julio, el documentalista Michael
Moore publicó en su página web las “5 razones por las que Trump ganará”.
[5] Leon Trotsky ¿Adónde va Francia?, Ediciones Pluma, Buenos Aires, 1975, págs. 16 y17.
[6] No estamos preparados contra la estrategia de derrota estructural, en el blog nudos gordianos, Carlos A. Larriera, 4.9.2018.
10.12.2018, Implosión Social, José Natanson, Rebelión, Editorial Le Monde Diplomatique,
nota con muchos datos y reflexiones importantes, pero también con
muchos errores de concepto. En particular es importante su referencia al
aumento del desánimo en la población, si bien el grado de su extensión y
profundidad es incierto.
[8] Ídem.
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