“Los pueblos indígenas
hemos tenido los mayores beneficios durante los gobiernos social
cristianos que durante gobiernos de izquierda”, afirma un hermano
quichua ecuatoriano, al abordar la situación actual de las
nacionalidades indígenas en dicho país.
Esta aseveración, por más
trivial que parezca, debería ser motivo de reflexión y de auto crítica
para los intelectuales y actores políticos de izquierda en Abya Yala.
¿Por qué en Ecuador, luego de una década de gobierno progresista,
incluso con evidentes logros socioeconómicos, existe esta sensación
indígena?
Los gobiernos progresistas, en su intento de superar el
neoliberalismo y el intervencionismo norteamericano, estuvieron y están
concentrados en el fortalecimiento de los estados nacionales (en
algunos casos denominados plurinacionales). Pero descuidaron y descuidan
el fortalecimiento de las autonomías indígenas.
En el caso del
Ecuador, su Constitución Política (2008) no reconoce autonomías
territoriales indígenas. Por tanto, la década del progresismo fue una
década perdida para los pueblos en relación a sus derechos como la
autodeterminación, restitución de territorios, consentimiento, etc.
La
Constitución Política de Bolivia (2009) reconoce autonomías indígenas,
pero su implementación aún es insuficiente, tanto por la inercia
estatal, como por la apatía de los pueblos indígenas por ejercerlas.
En
el imaginario colectivo de los pueblos indígenas, aún prevalece el
culturalismo neoliberal consistente en las “demandas” de derechos
culturales (idiomas, trajes, educación bilingüe “intercultural”, lugares
sacros, etc.), mas no así la aspiración a la restitución de
territorios, autodeterminación indígena, etc.
No se si fue una
promesa de gobiernos progresistas el salto de los derechos culturales
indígenas hacia el reconocimiento y fomento de los derechos políticos
(restitución de territorios, autodeterminación, consentimiento, etc.)
Pero, lo cierto es que esa transición aún sigue pendiente.
Más
por el contrario, en el caso del Ecuador, al parecer, incluso se
retrocedió en la implementación de derechos culturales para
nacionalidades indígenas. Es con el actual gobierno que recién se crea
la Secretaría de Educación Intercultural Bilingüe.
Rafael Correa
no prometió la implementación de la agenda de los pueblos indígenas. En
ese sentido es, hasta cierto punto, explicable la ausencia de políticas
públicas sobre derechos colectivos indígenas durante su gobierno. Pero,
fue injustificable su desdén hacia las organizaciones indígenas del
país, sólo por el hecho que estas organizaciones se hayan declarado en
oposición a dicho gobierno. En Correa, al parecer, pudo más el miedo a
los movimientos sociales como fuerzas destituyentes de gobernantes que
la posibilidad de encontrar en ellos un aliado para sostener los cambios
emprendidos.
En el caso de Evo Morales, en Bolivia, la
retardación en la implementación de los derechos políticos colectivos de
los pueblos indígenas se debe, en buena medida, a la primacía del
pensamiento de izquierda de clase media sobre el pensamiento indianista
que encabezaba el ex Canciller Choquehuanca, dentro de dicho gobierno.
La
aún vigencia de la creencia de: “Los sujetos de las revoluciones son
los proletarios, y sus vanguardias” en el pensamiento y praxis de las
izquierdas latinoamericanas, es otra de las razones de fondo del por qué
no se promovió, ni impulsó lo suficiente los procesos emancipatorios de
los pueblos durante los gobiernos progresistas. Los maoístas reconocen a
los campesinos como sujetos revolucionarios, pero como individuos. Mas
no como pueblos con autonomías.
De cualquier modo, la fase
progresista fue un aprendizaje para todos. En especial para los pueblos
indígenas. Pero, ello no significa que los pueblos hayan renunciado a
sus agendas de emancipación e integración como pueblos a nivel regional.
Más por el contrario, esta experiencia exige a los pueblos a transitar
del culturalismo neoliberal hacia el ejercicio de los derechos políticos
colectivos.
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